LD (EFE) Los californianos se tomaron una pequeña revancha en la reedición de la pasada Final de la NBA, comandados por un magnífico Kobe Bryant (27 puntos y nueve rebotes), y secundados por su lugarteniente Pau Gasol , con 20 puntos y cinco asistencias.
Boston volvió a contar con la aportación de su trío mágico. Kevin Garnett se fue hasta los 22 puntos y nueve rebotes, mientras que Paul Pierce y Ray Allen agregaron 22 y 14, respectivamente.
Gasol, encargado de felicitar las fiestas al público del Staples Center minutos antes del pitido inicial, anotó siete puntos consecutivos en el tramo final para sellar el triunfo de su equipo, que además es la victoria 1.000 en la NBA para Phil Jackson , el técnico más joven en lograr esa marca.
Espoleados por el tremendo ambiente en las gradas, digno de una Final de la NBA, los jugadores de Jackson se lanzaron como un perro de presa a por su rival, pero la experiencia del "Big Three" impidió que Boston se amilanase.
Sólo el base Rajon Rondo , errático y precipitado, pareció acusar ciertos nervios, lo mismo que ocurría con Lamar Odom y Gasol en el bando local. El español falló sus cuatro primeros lanzamiento s a canasta, aunque realizó en esos minutos una destacada labor en defensa sobre Garnett.
Quien tiraba del carro en los Lakers era Bryant , totalmente enchufado, asumiendo la responsabilidad en ataque y muy agresivo en defensa, hasta el punto de provocar el éxtasis entre el público con un impensable robo de balón, que recogió Trevor Ariza y que éste salvó de irse fuera para que Sasha Vujacic anotase con personal.
El escolta esloveno anotó un triple y dos tiros libres poco después para dar a su equipo la primera ventaja sustancial (39-29, m.19). Los ánimos estaban caldeados y el Staples rugía: "Boston sucks! (¡Boston apesta!)". El recuerdo de la pasada Final estaba demasiado reciente.
Pero enfrente surgió la figura de Garnett , con seis de seis en el tiro hasta el descanso (51-45), que le fue ganando la batalla, tanto física como mental, a Gasol, desconcertado por la permisividad de los árbitros hacia el ala-pívot de los Celtics.
Las piezas exteriores encajaban a la perfección en el mecanismo de los Lakers, que sólo echaban de menos que su pívot titular, Andrew Bynum , absorbiera más juego desde la zona dada su superioridad física sobre Kendrick Perkins , y que Gasol despertase.
Ambos lograron sendos objetivos a partir del tercer cuarto, pero no sirvió para que Boston renunciase al partido. De hecho, Pierce tomó el mando para adelantar a los suyos (62-64, m.33) por primera vez desde el final del primer periodo, aunque la reacción de Boston recibió contestación con dos triples consecutivos de Odom.
Con 71-67 en el marcador arrancó el último periodo. El "Big Three" mantenía a los Celtics a flote. Su banquillo aportaba hasta el momento tres puntos, pero jugadores como House y Tony Allen dieron un paso al frente.
A falta de siete minutos (77-75), Phil Jackson y Doc Rivers pusieron toda la artillería en pista. Cada canasta costaba un mundo. Cada acción era luchada hasta la extenuación. Puro baloncesto. Y en ese panorama, reapareció la figura española de los Lakers, que sacó todo su orgullo para anotar siete puntos consecutivos (88-83, m.47 ) y redimirse de su irregular primera mitad ante los ojos de su público.
Boston volvió a contar con la aportación de su trío mágico. Kevin Garnett se fue hasta los 22 puntos y nueve rebotes, mientras que Paul Pierce y Ray Allen agregaron 22 y 14, respectivamente.
Gasol, encargado de felicitar las fiestas al público del Staples Center minutos antes del pitido inicial, anotó siete puntos consecutivos en el tramo final para sellar el triunfo de su equipo, que además es la victoria 1.000 en la NBA para Phil Jackson , el técnico más joven en lograr esa marca.
Espoleados por el tremendo ambiente en las gradas, digno de una Final de la NBA, los jugadores de Jackson se lanzaron como un perro de presa a por su rival, pero la experiencia del "Big Three" impidió que Boston se amilanase.
Sólo el base Rajon Rondo , errático y precipitado, pareció acusar ciertos nervios, lo mismo que ocurría con Lamar Odom y Gasol en el bando local. El español falló sus cuatro primeros lanzamiento s a canasta, aunque realizó en esos minutos una destacada labor en defensa sobre Garnett.
Quien tiraba del carro en los Lakers era Bryant , totalmente enchufado, asumiendo la responsabilidad en ataque y muy agresivo en defensa, hasta el punto de provocar el éxtasis entre el público con un impensable robo de balón, que recogió Trevor Ariza y que éste salvó de irse fuera para que Sasha Vujacic anotase con personal.
El escolta esloveno anotó un triple y dos tiros libres poco después para dar a su equipo la primera ventaja sustancial (39-29, m.19). Los ánimos estaban caldeados y el Staples rugía: "Boston sucks! (¡Boston apesta!)". El recuerdo de la pasada Final estaba demasiado reciente.
Pero enfrente surgió la figura de Garnett , con seis de seis en el tiro hasta el descanso (51-45), que le fue ganando la batalla, tanto física como mental, a Gasol, desconcertado por la permisividad de los árbitros hacia el ala-pívot de los Celtics.
Las piezas exteriores encajaban a la perfección en el mecanismo de los Lakers, que sólo echaban de menos que su pívot titular, Andrew Bynum , absorbiera más juego desde la zona dada su superioridad física sobre Kendrick Perkins , y que Gasol despertase.
Ambos lograron sendos objetivos a partir del tercer cuarto, pero no sirvió para que Boston renunciase al partido. De hecho, Pierce tomó el mando para adelantar a los suyos (62-64, m.33) por primera vez desde el final del primer periodo, aunque la reacción de Boston recibió contestación con dos triples consecutivos de Odom.
Con 71-67 en el marcador arrancó el último periodo. El "Big Three" mantenía a los Celtics a flote. Su banquillo aportaba hasta el momento tres puntos, pero jugadores como House y Tony Allen dieron un paso al frente.
A falta de siete minutos (77-75), Phil Jackson y Doc Rivers pusieron toda la artillería en pista. Cada canasta costaba un mundo. Cada acción era luchada hasta la extenuación. Puro baloncesto. Y en ese panorama, reapareció la figura española de los Lakers, que sacó todo su orgullo para anotar siete puntos consecutivos (88-83, m.47 ) y redimirse de su irregular primera mitad ante los ojos de su público.