Un genio del balón, talento puro. Sin embargo, al igual que Manolo Velázquez o Guti, otros dos finos centrocampistas dotados de una técnica exquisita, Rafael Martín Vázquez (Madrid, 25 de septiembre de 1965) también fue pitado en varias ocasiones por la siempre exigente afición del Santiago Bernabéu, recriminándole su escasa brega sobre el césped.
Al primer equipo del Real Madrid aterrizó Martín Vázquez a principios de los 80, de la mano de Alfredo Di Stéfano, para acabar formando parte de la Quinta del Buitre junto a Emilio Butragueño, Míchel, Manolo Sanchís y Miguel Pardeza. Tardes y noches de gloria vivió esa irrepetible generación de futbolistas, ganando ligas y Copas de la UEFA, aunque se les acabaría atragantando la Copa de Europa, primero con aquel PSV Eindhoven y luego con el Milan de Arrigo Sacchi.
Después de vivir una magnífica temporada con la camiseta blanca (1989/90), y tras una serie de desavenencias con el presidente Ramón Mendoza, Martín Vázquez protagonizó un sonado fichaje por el Torino, emprendiendo una nueva aventura en la liga italiana, que entonces era la creme de la creme del fútbol mundial. El madrileño regresó al Bernabéu con la camiseta del Toro, para jugar unas semifinales de la UEFA, en una trágica noche de 1 de abril de 1992 que pasó a la historia por el fatídico accidente que le costaría la vida a su amigo Juanito, el genio de Fuengirola.
Empeñado Benito Floro en su vuelta, Martín Vázquez regresó al Madrid, con un fugaz paso por Francia de apenas un par de meses. Pero segundas partes nunca fueron buenas. Fue el principio del fin para un futbolista talentoso, amado y odiado casi a partes iguales. Se marchó a La Coruña, aunque las lesiones truncaron su carrera. De ahí, a México –siguiendo los pasos de Míchel y Butragueño para jugar en el Atlético Celaya– y luego a Alemania.
Hace ya más de tres lustros que Rafa Martín Vázquez colgó las botas, pero no se ha apartado del fútbol, tanto en su labor de entrenador de niños como de comentarista. En una soleada mañana de finales de abril, el que fuera uno de los centrocampistas de los 80 y los 90 se cita con Libertad Digital en un conocido centro comercial de Madrid para repasar su carrera en una amena entrevista.
Entrevista a Martín Vázquez
Pregunta: ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol? Empezaste en los Escolapios, ¿no?
Respuesta: Empecé a jugar en el colegio, en el barrio, en la calle… estábamos todo el día jugando. Además, tenía la suerte de vivir en una zona en la que había mucho campo, por lo que no necesitaba estar pendiente de los transportes. En los Escolapios empecé como federado, aunque antes ya había jugado en otros colegios. Jugué primero a futbito y luego pasé a fútbol once. Me divertía mucho, siempre he jugado con buenos equipos. Y fue a raíz de ese equipo de los Escolapios donde el Real Madrid se fijó en mí.
P: ¿Cuándo captaste la atención del Madrid? Llegaste al club gracias a José Luis Rodríguez Laborda, ¿no?
R: Sí, Laborda era el entrenador del Real Madrid infantil A y lo compaginaba con su cargo de técnica de la selección castellana. Estuve disputando el campeonato de España por selecciones, salimos campeones y después de varias pruebas me seleccionaron. Yo tenía un año menos que el resto. Se puede decir que ése fue el inicio de mi carrera porque al año siguiente me fichó el Real Madrid. A la cabeza estaba Laborda, que fue mi valedor y el que quiso llevarme a su equipo al año siguiente.
P: ¿Cómo se desarrolló todo después?
R: Fui subiendo escalones en el Real Madrid, quizá un poquito por encima de lo habitual, pero he de decir que también tuve suerte. Porque en esto del fútbol, como en todo, más allá de tener condiciones y de valer, también tienes que tener suerte; la suerte de quién esté en ese momento para que pueda darte la oportunidad. Y la primera oportunidad me la dio Amancio en el Castilla cuando yo era juvenil, porque en el club pensaban que tenía un futuro prometedor. Y después del Castilla tuve la oportunidad de subir al primer equipo. El Madrid por entonces (1983) no estaba bien y se produjeron una serie de circunstancias, sobre todo de lesiones, que me permitieron dar el salto. Alfredo (Di Stéfano) era entonces el entrenador y contó no solamente conmigo, sino también con algunos otros compañeros, como Manolo (Sanchís) o Pardeza y luego Butragueño para dar el salto al primer equipo. Llegué con la ilusión de un chaval que soñaba ser jugador de fútbol, todo parecía ir rodado.
P: Hablabas de Sanchís, Pardeza y Butragueño. Junto con ellos y Míchel formaste la mítica Quinta del Buitre...
R: Es un orgullo poder forma parte de la Quinta del Buitre, pero yo no la englobo sólo en los cinco, sino en toda una generación del fútbol español que fue importante porque representó muchos cambios. Es verdad que esos cambios no se vieron reflejados con algún éxito en la selección absoluta, pero sí creo que fue una generación muy buena de futbolistas. Fue una época muy bonita. Siempre he dicho que esa definición de Quinta del Buitre –a cargo del periodista Julio César Iglesias– nos ha beneficiado muchísimo. Incluso con el paso del tiempo, después de tantos años, la gente se acuerda de nosotros y eso es una gran satisfacción. Pero fue una época no sólo bonita para nosotros, que lo vivimos desde dentro, sino también para la afición.
P: Con ese Madrid de la Quinta del Buitre ganaste varios títulos de Liga, pero os faltó la Copa de Europa...
R: Moralmente yo creo que la ganamos. Es curioso porque pasa también con otros futbolistas: hay grandes leyendas del fútbol que nunca han ganado un Mundial, como por ejemplo Johann Cruyff. Ganamos varias ligas, dos Copas de la UEFA… pero sobre todo la gente se acuerda de aquel equipo, de la Quinta del Buitre, de Hugo Sánchez, Buyo, Hierro y otros muchos. La gente se acuerda de cómo jugaba ese Real Madrid, digamos que conseguimos calar.
P: A ti siempre se te ha considerado el jugador con más talento de esa Quinta del Buitre…
R: Lo agradezco, pero no creo que sea así. Cada uno tenía su estilo y jugábamos en posiciones distintas.
P: ¿Cómo ha sido tu relación con la afición del Madrid? Quizá demasiado exigente, ¿no?
R: Yo siempre he dicho que la exigencia es buena porque eso significa que te valoran y que te siguen. Hay veces que en algún momento puede ser injusta y, además, históricamente con la gente de la casa siempre se ha sido más exhaustivo que con otros, se les ha mirado más con lupa. Yo nunca me he quejado, entre otras cosas porque siempre he considerado que el aficionado es el que paga su billete y tiene derecho a pitar, lo compartas o no. Siempre de una forma educada, eso sí. Pero también es verdad que cuando se acaba el espectáculo, se termina todo esto. Lo que no estoy de acuerdo es que vayas por la calle y alguien te increpe o te insulte. El aficionado, cuando está en el campo, puede hacer lo que quiera, pero cuando termina el partido tú ya eres una persona más y te deben respetar. En ese sentido, nunca he tenido ningún problema, siempre he respetado la opinión del público.
P: La temporada 89/90 fue una de las mejores en la historia del Real Madrid y tú contribuiste en gran medida a ello...
R: Sí, logramos el récord de 107 goles, que nos quitó el Madrid de Mourinho hace dos temporadas, y yo fui el segundo máximo goleador del equipo en Liga (14) después de Hugo (38). Fue sin duda un gran año.
P: Y después de firmar tu mejor temporada en el Madrid, te marchaste al Torino. ¿Cómo ocurrió todo?
R: Fue una salida difícil por todo lo que conlleva dejar el Madrid, cuando tú eres madridista, has nacido en Madrid y entrado en el Real Madrid desde abajo. Lo más difícil es triunfar en el equipo: me refiero a debutar y luego saber mantenerte años. Resulta que cuando has demostrado tu valía durante un período de siete años, y el club tiene que valorar tu trabajo para que tú sigas, te das cuenta de que no es así. Más que un reconocimiento económico, lo que pides es un reconocimiento de tu gente, desde dentro, de cariño y de que te valoren. Pero todo esto lo traslado también a cualquier empresa con cualquier empleado.
P: ¿Cuándo te diste cuenta de que te querías ir del Real Madrid?
R: Por más que yo quería seguir, el club me estaba poniendo la puerta de salida. Hubo un momento en el que no dieron su brazo a torcer: hubo unas conversaciones en las que teníamos mi renovación cerrada, cuando de golpe y porrazo el presidente (Ramón Mendoza) lo cambió todo en cinco minutos. Ahí hubo algo que me iré a la tumba sin saber por qué: estaba todo arreglado y de repente salgo del despacho cuando me dice: "Esto es lo que hay. Si lo quieres, bien; si no, ya sabes dónde tienes la puerta". Fue en ese momento cuando supe que mi futuro no estaba en el Real Madrid, que era lo que yo quería. Tres años antes, cuando tenía que renovar, estuve a punto de haberme marchado y no me fui teniendo ofertas posiblemente mejores. Porque acabé jugando y renové a la baja, cuando tenía que renovar en unas condiciones que ya estaban pactadas pero que al final no se produjeron.
P: ¿Por qué el Torino, que acababa de ascender a la Serie A?
R: Yo me había comprometido con el Torino y para mí vale la palabra, no hace falta firmar. Había dado mi palabra al Torino cuando meses después tuve ofertas en las que me pagaban más del doble de lo que iba a cobrar allí. Pero a mí lo que me importaba era el proyecto que había detrás, las personas, la ilusión de la gente… todo ello me generó mucha expectativa y no me equivoqué.
P: Por eso te iba a preguntar precisamente, por tu experiencia en el Torino...
R: Aun siendo un equipo que no era de los punteros en Italia, era un equipo con mucha historia. Esos dos años en los que estuve fueron maravillosos en todos los aspectos. Fueron los dos años más completos personal y profesionalmente en mi carrera deportiva. Es curioso porque en esos dos años sentí muchas veces más cariño de lo que había sentido en el Real Madrid en diez.
P: Sí, pero luego volviste al Madrid. Y entre medias, curiosamente, jugaste con el Torino en el Bernabéu en semifinales de la Copa de la UEFA...
R: Fue muy duro y muy difícil, después de estar siete años como profesional en el Real Madrid. Jugar en el Bernabéu, en tu casa, y entrar en el vestuario que no es el habitual sino el de visitante... fue una situación incómoda, difícil para un jugador con la presión del público. Perdimos aquel día en el Bernabéu, pero luego remontamos en Turín y nos clasificamos para la final, aunque no pudimos con el Ajax.
P: Aquel Real Madrid-Torino se jugó el 1 de abril de 1992 y sólo unas horas después moría en accidente de tráfico tu amigo Juanito, que fue al Bernabéu para verte jugar...
R: Juan vino a verme desde Mérida y después del partido bajó al vestuario. Nos dimos un abrazo, estuvimos charlando un rato y me contó cómo le iba como entrenador. Volvimos a Turín y a la mañana siguiente me enteré de la noticia. Cuando lo escuché no me lo podía creer. Fue durísimo, pero desgraciadamente tienes que convivir con ello y al final sales adelante…
P: Después del Torino tuviste un breve paso por Francia -dos meses en el Olympique de Marsella- y luego vuelta al Real Madrid...
R: Volver al Real Madrid fue lo mejor que me pudo pasar. Luego en la vida te das cuenta de que no se puede decir: "No haré esto, no haré lo otro...". Las circunstancias al final hacen que digas una cosas y se produzca otra. En la vida tienes que estar abierto. Tuve una serie de circunstancias personales y profesionales que me hicieron volver al Real Madrid y, como digo, me alegro muchísimo porque era volver a mi casa, con mi gente, a mi ciudad... Muy satisfecho, pero quizá no tanto para determinada parte del público que no lo entendió, no lo quiso ver y que dificultó mi vuelta.
P: Clave en tu regreso a Madrid fue Benito Floro, aunque luego tuviste tus diferencias con él...
R: El primer año tuvimos un final extraño con la Liga perdida en Tenerife, aunque sólo unos días después le ganamos la Copa del Rey al Zaragoza en Valencia. Floro estuvo dos años, pero no enteros: le echaron y Vicente del Bosque se hizo cargo del equipo (marzo de 1994). Mi última temporada en el Real Madrid, la 94/95 fue muy buena. Fue el año de Jorge Valdano. Fuimos campeones de Liga, fue también el año del debut de Raúl y jugábamos muy bien al fútbol. Estaba muy contento y luego me marché al Deportivo...
P: Efectivamente, después de tu segunda etapa en el Real Madrid, te fuiste al Deportivo y luego al Atlético Celaya para acabar tu carrera en Alemania en 1998, en el Karlsruher...
R: Al poco de llegar al Deportivo, sufrí una lesión grave en la rodilla. Tuve que pasar por el quirófano y ese año lo pasé prácticamente en blanco. Fue muy duro con la lesión, la operación y la recuperación. La segunda temporada en La Coruña no fue buena deportivamente hablando. Fue muy difícil porque entraba en el equipo pero me volvía a lesionar y no jugué muchos partidos. Se produjo la destitución de Toshack, que fue el que apostó por mí después de haber estado a sus órdenes en el Madrid. Profesionalmente no fue un año bueno, pero sí muy bueno personalmente. Teníamos muy buen ambiente.
P: Y luego al Atlético Celaya, siguiendo los pasos de Butragueño, Míchel y Hugo Sánchez...
R: Fue una buena experiencia. En México sólo llegué a coincidir con Emilio, aunque luego sí que es verdad que coincidimos en el partido de homenaje que le hicieron. Y luego a Alemania, en el Karlsruher. No fue un buen año y me tuve que retirar por culpa de las lesiones.
P: En cuanto a los miembros de la Quinta, ¿hay alguno con el que tengas una relación más especial?
R: Son diferentes relaciones, cada uno tenemos nuestra forma de ser. Pero no es que sea ni mejor ni peor. Siempre me he llevado muy bien con todos, aunque quizás al que más veo es a Manolo porque tenemos cosas en común, como la bodega (Casalobos). Míchel está ahora mismo fuera, inmerso en su profesión de entrenador, pero cuando viene a Madrid nos vemos y salimos a cenar. Emilio tiene un trabajo que no le permite estar tanto en contacto, aunque también hablamos puntualmente. Con Manolo es más el vis a vis. Aparte del proyecto del vino, tenemos un proyecto con chavales, con Ford...
P: Te refieres al club Ford...
R: Sí, yo llevo un equipo y el lleva otro (La Salle). Estamos yendo a colegios a hacer algunos clínics, que creo que es algo muy interesante. Pero con todos me llevo muy bien.
P: Entrenas a un equipo de infantiles, ¿y no te ha picado el gusanillo de hacerlo a nivel profesional?
R: Sí, lo que pasa es que todavía no he tenido la oportunidad, no me ha llegado aún esa posibilidad de ponerme delante de unos profesionales. Pero estoy muy a gusto con los chavales. Estoy viviendo experiencias muy buenas, con un grupo muy majo. Es una gozada trabajar con los chicos. No sé lo que deparará el futuro, pero sí que me gustaría entrenar a nivel profesional. El tiempo dirá...
P: Desde tu retirada en 1998, has sido un asiduo de los medios de comunicación: has hecho radio, prensa escrita y actualmente eres comentarista en Televisión Española...
R: La radio es lo que más me gusta, pero no surgió la posibilidad de seguir. También con la tele estoy muy a gusto, tanto cuando estuve en Telemadrid como ahora en TVE. Estoy encantado porque trabajo y he trabajado con equipos fantásticos. También he colaborado en prensa escrita, en Marca, pero lo mío no es escribir. Es muy complicado. Hay gente a la que se le da mejor hablar y a otros escribir (risas), pero en general me siento cómodo en los medios de comunicación.
P: También tienes tus negocios, entre ellos el que me comentabas de la bodega Casalobos con Sanchís, Butrragueño, Alfonso, Karanka... ¿qué tal os va?
R: Bastante bien, no nos podemos quejar. Hemos creado un buen producto, a la gente le gusta y eso es una gran satisfacción.
P: Tienes hijos, ¿verdad?
R: Sí, una niña de 19 años y otra de 17 y un niño de 15.
P: ¿Y tenemos ahí un Martín Vázquez en ciernes?
R: Se llama también Rafa. Como su padre, para seguir la tradición (Risas). Le gusta el fútbol y juega, pero de una forma tranquila. A todos les he inculcado que hagan deporte porque es algo importantísimo para el desarrollo personal. Juega, pero bueno... de momento simplemente eso.