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El Barcelona derrota a Unicaja y se alza con la Supercopa Endesa (62-80)

Primer título de la temporada para el equipo de Xavi Pascual, que se mostró mucho más sereno que su rival, ansioso ante su público.

Primer título de la temporada para el equipo de Xavi Pascual, que se mostró mucho más sereno que su rival, ansioso ante su público.
Pau Ribas sumó 26 de valoración. | EFE

Rotundo triunfo del Fútbol Club Barcelona en la Supercopa Endesa, al imponerse en la final por 62-80 a un Unicaja que pecó de exceso de ansiedad durante los tres primeros cuartos, y que en el último no tuvo ninguna opción ante un equipo azulgrana liderado por Carlos Arroyo y que mostró que sus nuevas incorporaciones se han adaptado rápido a lo que pide de ellos el técnico Xavi Pascual.

Tal y como hizo en la semifinal, Unicaja tuvo muy claro su libreto: castigar al rival en el rebote ofensivo. Lo que tanto daño hiciera al Real Madrid en la previa, comenzó también dañando severamente la resistencia azulgrana. En apenas siete minutos, los malagueños ya habían logrado cuatro segundas opciones en el aro catalán lo que, unido al fantástico inicio de un Kuzminskas cada vez más cuajado como estrella del baloncesto europeo, permitieron las primeras ventajas andaluzas (14-9). Era el lituano del Unicaja el daba un clínic ofensivo, masacrando al poste la tibia defensa de Perperoglou, o corriendo el primero para aprovechar la intensidad defensiva de Richard Hendrix, de nuevo muy efectivo atrás, lo que generó dos recuperaciones consecutivas del estadounidense, que enfervorizaron al Martín Carpena y obligaron a Xavi Pascual a parar el partido. Sin embargo, ahí apareció la profundidad de la plantilla del Barça, que en apenas un minuto, a lomos de Oleson y Doellman, se había puesto por delante sin comerlo ni beberlo (15-20). Todavía quedaría tiempo para la primera de las exhibiciones de talento individual de Carlos Arroyo, con la que el boricua dejó boquiabierto al público malagueño para anotar un canastón sobre la bocina del primer cuarto. Sin ninguna alharaca, pero con toda la calma del mundo, el Barcelona se veía siete arriba tras un primer cuarto que comenzó a rebufo y que acabó con un parcial de 0-13 (15-22).

Unicaja jugaba el partido con el alma, para hacer historia, como habían recordado Carlos Suárez y Joan Plaza, en la previa. Cada jugada era una guerra, cada pérdida, una puñalada. Cada punto, un éxtasis, cada decisión arbitral, un disparate para el demandante público local. Los malagueños querían el título, algo que no logran desde hacía nueve años, mientras el Barcelona simplemente parecía estar en pretemporada. Mucho más sereno, eso sí, sin la tensión exagerada de los andaluces. Ya había advertido Xavi Pascual por la mañana que "nada iba a cambiar se ganara o se perdiera, la planificación de la temporada con los tres títulos importantes iba a ser la misma". Y en esa situación de casi nula exigencia, los asesinos silenciosos del equipo blaugrana se movían como pez en el agua. Doellman, Oleson, Vezenkov, o un Pau Ribas que va a ser fundamental esta temporada, mantenían la ventaja al descanso ante el acelerado Unicaja (31-37).

Según avanzaban los minutos, Unicaja comenzaba a quedarse sin piel, pues la dejaba toda en la cancha. A un triple de Markovic para subir las revoluciones, respondía otro del frío Oleson, para volver a enfriar los ánimos (38-45). A la siguiente acometida malagueña, liderada por Will Thomas, respondía Perperoglou con cinco puntos consecutivos, mientras la grada rozaba niveles taquicárdicos cuasi inadmisibles (42-50). En los visitantes, ni un gesto de rabia, ni un puño cerrado, pero mucho trabajo serio y efectividad. Sus miras están puestas en mayo, pero no desaprovechaban la oportunidad. Perperoglou frenaba a Kuzminskas y Vezenkov masacraba la canasta malagueña para poner el triunfo a tiro (43-57).

El ambiente no había cambiado aún. Enfurecido, exaltado, rugiendo y muriendo el público, como su equipo en el parqué. Empezaría a hacerlo con un 0-5 de salida en el tercer cuarto, con triple de Arroyo y mate tras penetración de Abrines que supondría casi la primera vez que el banquillo azulgrana se levantaba a celebrar una canasta. Ahí empezaron a ser conscientes de que se llevarían el primer título del año, y a darle cierta relevancia, más allá de la obsesión por estar a tope a partir de febrero. Su partido fue serio desde el primer instante, sin grandes dispendios, como corresponde a la filosofía de su entrenador (más allá del lucimiento de un Arroyo sensacional, del que habrá que ver cuánta cuerda le permite Pascual), pero con un nivel defensivo extraordinario, que hizo que un ninguno de los ocho cuartos del torneo encajasen 20 puntos.

Mientras, desde el banquillo, Juan Carlos Navarro, de nuevo lesionado, observaba a su nuevo Barça. Arroyo fluía en la cancha, Ribas derramaba baloncesto, y los nuevos, menos conocidos para el aficionado medio, como Vezenkov y Lawal, cuajaban un partido brillante en su rol. A tres minutos del final, con 53-75, tras otra maravilla de Arroyo, comenzó a sonar el himno de Unicaja, agradeciendo la parroquia local el esfuerzo frenético a los suyos. Un coraje encomiable, pero que llevó a los de Joan Plaza durante muchos minutos al borde de un ataque de nervios en el que el campeón de la Supercopa Endesa sacó partido para un más que merecido título, pese a que la valoración del mismo sea cogida con alfileres en Can Barça.


Ficha técnica

Unicaja Málaga, 62 (15+16+12+19): Markovic (3), Jackson (8), Kuzminskas (12),Thomas (9), y Vázquez (7)–cinco inicial- Suárez (0), Díez (3), Smith (2), Hendrix (9), Gabriel (5), Díaz (0) y Nedovic (4)
FC Barcelona Lassa, 80 (22+15+20+23): Satoransky (0), Ribas (15), Perperoglou (13), Doellman (7), y Lawal (6)–cinco inicial- Arroyo (10), Tomic (6), Oleson (9), Abrines (4), Vezenkov (8), Eriksson (0) y Diagné (2)

Árbitros: García González, Pérez Pérez y Peruga. Sin eliminados
Incidencias: partido disputado en el Pabellón José María Martín Carpena de Málaga, perteneciente a la final de la Supercopa Endesa. Lleno

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