Ante Olympiacos, en España, y con un marcador abultado, dejando atrás una complicada época en la que los títulos rehuyeron el abrazo blanco. Como si de un déjà vu se tratase, el Real Madrid se alzó con su novena Copa de Europa, ahora Euroliga, en un partido en el que los blancos derrocaron a la férrea resistencia del Olympiacos demostraron haber aprendido de los errores del pasado.
En un ambiente mucho menos hostil que en la semifinal ante Fenerbahce, los blancos parecieron arrancar algo más sueltos, marcando las primeras ventajas. Sin embargo, el problema en este caso no estaba en la grada, sino en la cancha. Olympiacos empezó con el libreto habitual: duro, jugando físico y sin cometer errores, lo que comenzó a poner nervioso a los de Pablo Laso, atenazados al no encontrar opciones interiores tras las dos rápidas faltas de un Ayón testimonial en la primera parte.
El desacierto blanco, donde sólo Llull desde el triple encontraba el camino de la anotación, permitió a los de El Pireo tomar ventaja aún sin aparecer Printezis y Spanoulis (12-17). Los viejos fantasmas empezaron a aparecer en un sector de la grada blanca, pero Pablo Laso tiró de la pócima perfecta encontrada esta temporada para desatascar lo momentos de angustia: los fichajes del verano, criticados entonces, justificados hoy.
En ausencia de Ayón, fueron Nocioni y Maciulis los que tiraron de dureza, veteranía y galones para cambiarle el viento al partido. El báltico anotó al poste y desde el perímetro, mientras el Chapu enardeció a la grada con un tapón escandaloso y un grito de guerra desaforado cuando fue sustituido, tocando los tambores de guerra que un Mirotic de seda nunca alcanzaría a hacer resonar. La tendencia cambió, y con los dos referentes griegos aún en punto muerto, la ventaja blanca fue progresivamente en aumento hasta los siete que certificó un triple de Rivers, otro incomprendido en agosto, al descanso (35-28).
Con la inercia positiva volvería el Madrid del vestuario, con rápidos puntos que llevarían a la máxima del partido (40-29) en lo que suponía la primera embestida de la manada blanca. Pero Olympiacos, el equipo de la fe, se aferró como siempre al envite, y en un abrir y cerrar de ojos entre Lojeski y Printezis se las apañaron para llevar la congoja al palacio (40-41). Fue el momento de locura del partido.
Porque allí apareció uno de los jugadores más queridos de la plantilla, y que quizá peor lo ha pasado en las dos últimas temporadas: Jaycee Carroll. Tres triples y una canasta en un santiamén, cuando su equipo buscaba una cara amiga que le echase una mano que no fuera al cuello, rescataron al Madrid de la espesura, para volver a abrir el electrónico ante un Olympiacos que se desangraba desde el tiro libre (12 de 26 total, un indigno 46%).
Con el campo despejado, todavía sufriría el anfitrión para sentenciar el título, pero evitaría llegar al escenario a evitar: que los griegos tuvieran opciones a tres minutos del final. Un Nocioni con cara de MVP anotó un triple para llevar el más 10, y acto seguido descosió a Sloukas con un tapón tan crucial como anímico, que llevaba la misma locura al pabellón que instantes antes creara Carroll.
A partir de ahí, Llull y el Chacho Rodríguez tomaron las riendas para ejercer de martillos pilones y cerrar el marcador de una forma abultada, acaso excesiva, pero que permitió que la fiesta grande llegara al recinto de Felipe II, y que el Real Madrid, veinte años después, vuelva a ser el mejor equipo de Europa. El sufrimiento pasado, las dos finales que se escaparon, las dudas sobre Laso y los fichajes, adquieren ahora sentido. Uno de los proyectos más románticos y atrevidos del baloncesto moderno encuentra, al fin, su justo premio. Como cantaba su afición, el Madrid fue campeón de Europa, por novena vez.
Ficha técnica
Real Madrid, 78 (15+20+18+25): Rudy (7), Felipe Reyes (2), Ayón (2) Carroll (16) y Llull (12) -quinteto inicial-, Rivers (5), Rodríguez (11), Bourousis, Slaughter (2), Maciulis (9) y Nocioni (12)
Olympiacos, 59 (19+9+18+13): Dunston (4), Spanoulis (3), Printezis (11), Mantzaris (1) y Darden -quinteto inicial-, Petway (2), Hunter (10), Papapetrou, Sloukas (10), Agravanis, Lafayette (1) y Lojeski (17)
Árbitros: Sasa Pulk (Eslovenia), Borys Ryzhyk (Ucrania) e Ilija Belosevic (Serbia). Sin eliminados
Incidencias: Partido por el título de la Final Four de la Euroliga disputado en el Palacio de Deportes de Madrid (Barclaycard Center) ante unos 13.000 espectadores. El rey Felipe VI entregó el trofeo al campeón, en un partido que fue televisado a más de doscientos países