Llegaba el Real Madrid a un estadio, el de Cornellá-El Prat, donde siempre ha ganado, y en esta ocasión no iba a ser distinto (0-4). Y eso que el Espanyol lo intentó y, de hecho, en la primera mitad le complicó bastante la vida a los blancos, pero la diferencia de pegada fue colosal, gracias sobre todo al Pipita Higuaín, y el Real Madrid consigue una nueva goleada.
Saltaron al campo los hombres de Mauricio Pochettino mentalizados de que se podían llevar este partido. Nada de salir acomplejados, ni con el autobús atrás; todo lo contrario. Ni siquiera el disparo a la madera de Cristiano Ronaldo a los dos minutos les achantó. Y a punto estuvieron de adelantarse con un lejano disparo de Romaric que salió rozando el travesaño.
Pero sólo un minuto después, Higuaín, que sustituía al lesionado Karim Benzema, aprovechó un buen centro de Cristiano Ronaldo para batir a Cristian Álvarez. Pese al tanto, el partido continuó por los mismos derroteros: era el Espanyol el que atacaba, y bien, y el Real Madrid trataba de salir a la contra, un concepto muy válido si eres capaz de recuperar la pelota con rapidez, algo que a los blancos esta vez les costó horrores. Pero la sobriedad atrás de Sergio Ramos y Albiol, la novedosa pareja de centrales, evitó que los periquitos gozaran de mejores ocasiones.
En el segundo acto la cosa cambió y, con una serie de ajustes tácticos, el Real Madrid consiguió hacerse el dueño del partido. Seguía teniendo la pelota el Espanyol, pero ahora con menos peligro y con los de Mourinho armando más y mejores contraataques. De este modo llegó el segundo tanto, espectacular: Álvaro Arbeloa puso un buen balón interior que Higuaín enganchó de primeras para fusilar a Cristian con un zapatazo que se coló por toda la escuadra.
Con el 0-2 se acabó el encuentro, y el tramo final sólo sirvió para que Callejón recibiera una sonora ovación de la que fue su afición hasta este verano y, de paso, marcara el tercer tanto de la noche, tras una gran asistencia de Ronaldo, y para que Higuaín redondeara su magnífica actuación con otro tanto, al aprovechar un clamoroso error de la zaga españolista.
El Barça, con lo justo en Gijón
El Real Madrid es tercero en la tabla, a un punto del Levante, sorprendente segundo clasificado, y del Barcelona, que dos horas antes se había impuesto en El Molinón al Sporting de Gijón gracias a un solitario gol de Adriano (0-1). La mala noticia para el equipo de Pep Guardiola estuvo en la lesión muscular de Eric Abidal, que confirma la plaga de lesiones del equipo azulgrana.
El Barça llegaba al estadio gijonés con algunas bajas importantes y con algunas dudas, ya que aún no había ganado ningún partido fuera del Camp Nou. Como es habitual, el partido comenzó con los de Guardiola tocando y tocando hasta aburrir al contrario y esperando un posible despiste de los asturianos para dar el primer zarpazo.
Y éste llegó pronto. En el minuto 10, tras una bueba jugada, Xavi Hernández se plantó en el balcón del área, soltó un potente disparo al palo y el rechace le cayó al brasileño Adriano, que con algo de fortuna consiguió alojar el balón dentro de la portería de Juan Pablo. El Sporting había salido con miedo y no tardaron en aparecer los fantasmas.
Tras el descanso, los de Manolo Preciado salieron mucho más enchufados y más conscientes de lo que había en juego. El Barça tampoco fue el mismo equipo de la primera parte y los locales se sentían cada vez más cómodos. Alguna llegada de peligro tuvieron los de Preciado, si bien es cierto que nunca llegaron a dar la sensación de poder empatar el encuentro. Aún así, el desgaste físico y la entrega de cada uno de los jugadores asturianos fue descomunal y digna de elogiar.