Rafa Nadal ha vuelto a demostrar a todos quién es el número uno del mundo, y se ha impuesto en la final de Roland Garros a un Roger Federer que ha exhibido un excelente nivel, en lo que ha sido un auténtico regalo para los amantes del tenis. El partido, que duró casi cuatro horas, tuvo de todo, remontadas, tie breaks, golpes espectaculares y, al final, terminó ganando el más grande sobre la tierra.
De esta forma, Nadal logra su sexto Roland Garros en siete años, igualando así el record establecido por Bjorn Borg, y el décimo Grand Slam de su carrera, y además mantiene el número uno del ranking mundial pese a la incipiente amenaza de un Djokovic que se ha tenido que conformar con ver ésta final desde la grada.
Rafa siempre es Rafa
La final de Roland Garros pareció un símil de lo que había sido el campeonato para Nadal: comenzó mal, ofreciendo dudas, pero a medida que fue pasando fue encontrándose más cómodo y exhibiendo su mejor tenis para, finalmente, llevarse el título. Y es que nunca se puede dudar de un deportista como Rafa.
El duelo de titanes arrancó con un Federer sublime. Parecía que el helvético continuaba jugando el mismo partido que concluyó el viernes ante Djokovic, a un nivel impresionante, y en el segundo juego conseguía el primer break para ponerse 0-2. A duras penas podía resistir el mallorquín, que con 2-5 en el marcador se vio al borde del abismo con saque a su favor y bola de set para el suizo. Pero como ha venido haciendo siempre Rafa fue entonces, en el momento en que peor venían las cosas, cuando sacó su mejor tenis para salvar la amenaza. ,
No contento con eso, en el juego siguiente le rompió el saque a Federer. Eran los momentos más bonitos del partido, y Rafa lo aprovechó para firmar el 5-5 y, acto seguido, volver a robarle el servicio a un Federer que se desesperaba ante la mejor versión del número uno mundial. El último juego lo cerró Nadal sin apuros -eso ante el helvético siempre es un decir- para firmar el 7-5, algo impensable media hora antes con 2-5 y bola de set para Federer. Impensable para todos, menos para Rafa, que volvió a demostrar que le tiene comida la moral al suizo, por lo menos en París: cada vez que había un momento clave, un punto tenso, era él quien se llevaba el gato al agua, provocando la desesperación del de Basilea.
La lluvia también se apunta
Después de esa remontada, Federer arrancó titubeante el segundo set. En el primer juego volvió a ceder su saque en beneficio de un Nadal que no tuvo problemas para certificarlo con el suyo. Se estaba viendo sobre la pista una diferencia abismal entre un tenista que estaba pletórico, Rafa, y otro al que le costaba mucho cerrar sus propios saques. Lo logró Federer, a base de servicios directos y algunos magníficos golpes marca de la casa, hasta que con el 4-3 a favor del mallorquín el suizo supo por fin entonarse y lograr su break.
Poco le duró, pero, la alegría a Roger, que en el juego siguiente vio cómo de nuevo Rafa le rompía el saque, para desesperación del suizo, consciente de lo mucho que le había costado lograr su primera rotura y la facilidad con la que Nadal se lo había recuperado. Con el español lanzado a por su segundo set irrumpió la lluvia en París que, aunque duró poco, obligó a detener el partido durante varios minutos. Por ello o no, cuando el choque se reanudó Nadal terminó perdiendo su servicio, lo que obligó a que la segunda manga se decidiera en el tie break. Y ahí apareció la mejor versión del español, que sentenció el set encadenando varios puntos sublimes (7-3).
Federer amenaza con remontar
Federer no había dicho su última palabra. Como era de esperar, propio de uno de los más grandes de la historia, reaccionó, y lo hizo a lo grande, dejando claro que no iba a entregar tan fácilmente la Copa de los Mosqueteros. En la tercera manga el de Basilea lograba, por fin, imponer su ritmo, logrando una importantísima rotura de servicio justo después de que Nadal pusiera el 2-4 en el marcador.
Y cuando, con 5-5, todo hacía pensar que la tercera manga también se decidiría en el tie break Roger encadenó dos puntos magistrales para romper de nuevo el saque del mallorquín y ponerse con 5-6 y servicio a su favor, servicio que no desaprovechó y que le permitía seguir con vida en esta final de Roland Garros.
Pero ahí se terminó todo. Rafa no iba a darle ninguna concesión más, y en la cuarta manga volvió a mostrar su mejor tenis, el que le ha llevado a ser el número uno del mundo, a ganar seis Roland Garros, dos Wimbledon, un Open de Australia y un US Open, y machacó al suizo. Logrando, ahora sí, muy buenos primeros saques, Nadal no sólo no tuvo ningún problema para mantener sus servicios durante todo el set sino que, además, logró dos roturas de servicio que dejaron noqueado a Federer.
Hubo un momento clave, en el primer break del set: el tenista suizo tenía una pelota franca, parecía que su punto era seguro, y Rafa, como ha hecho toda su vida, lo peleó hasta el final. Después de salvar tres bolas imposibles, Nadal se llevó el punto, para desesperación del suizo, que acto seguido cometió su única doble falta del partido para entregar la rotura al mallorquín. Y ahí se acabó todo. Tres juegos consecutivos más para Rafa ante un ya impasible Federer para cerrar el set con un incontestable 6-1.
Una forma inmejorable de cerrar una final y un año duro para Rafa, que llevaba cuatro finales consecutivas perdiendo. Pero una vez más ha vuelto a demostrar quién manda en París, por encima de un Federer que también ha gritado al mundo que sigue siendo el mayor rival de Rafa, en la reedición de una final de la que no nos cansaremos nunca.