Alberto Contador ha vivido otro capítulo surrealista a la hora de celebrar su triunfo en una gran ronda ciclista. Ya en el Duomo de Milán, tras la última etapa que le coronaba por segunda vez como vencedor del Giro de Italia, y tras colocarse el último maillot y recibir el ramo de flores, se dispuso a escuchar el himno de España cuando se encontró con la sorpresa.
Y es que lo que empezó a sonar fue el himno de José María Pemán, es decir, el cantado, con la letra que tanta polémica suscitó no hace demasiado tiempo, y que dejó de utilizarse tras la entrada en vigor de la Constitución.
Contador, con cara de sorpresa, no se lo podía creer. Otra vez. No hay que olvidar que hace dos años ya le pasó algo parecido cuando en los Campos Elíseos, tras lograr el Tour, sonó el himno danés en lugar del español.
Un hecho que no deja de ser anecdótico, pero que deja en muy mal lugar a la dirección del Giro, que además ya sabía desde hace tiempo que el español iba a ser el vencedor. Eso sí, nada más producirse el error ha solicitado perdón por todas las vías posibles.
También se armó en el tenis
Al ciclista ya le ha pasado dos veces lo mismo, pero no ha sido el único caso. En 2003, con motivo de la final de la Copa Davis de tenis en Australia, a la hora de las presentaciones sonó el Himno de Riego, el de la Segunda República Española, ante la incredulidad de los españoles, que con Feliciano al frente se negaron a jugar hasta que sonara el himno español.
Con el mencionado "Himno de Riego", España ya sufrió un desplante en 1967, en el partido que la selección de fútbol jugó en Praga frente a la entonces selección de Checoslovaquia. En el estadio, con las dos selecciones formadas en el centro del terreno de juego, sonó el "Himno de Riego" en vez del oficial. Más tarde se supo que era la única partitura que tenían a mano.
En fecha más reciente, el 29 de julio de 2001, el equipo español de waterpolo derrotó a Yugoslavia por 4-2 en la final del Mundial disputada en Fukuoka (Japón).
Los jugadores, ya en el podio con sus medallas de oro en el cuello, no imaginaban que durante el izado de la bandera española un "fallo técnico" iba a impedir escuchar por megafonía el himno. Los organizadores, incapaces de subsanar el error, pidieron a los waterpolistas españoles que cantaran "a capela" su himno, lo que hicieron tarareando una letra ficticia.
En otro Campeonato del Mundo, el de balonmano disputado en El Cairo en el verano de 1999, y cuando Iñaki Urdangarín ya era prometido de la Infanta Cristina, la selección española escuchó impertérrita el himno de Marruecos en los instantes previos al partido que les debía enfrentar con Argentina.
Al tiempo que los jugadores se miraban de reojo puestos en pie, con Urdangarín reservado ese día en la grada, el presidente de la Federación Española, Jesús López Ricondo, saltó a la cancha preso de ira, y con aspavientos y señas intentó sin éxito deshacer el entuerto en la mesa de anotadores.
En el partido de la Liga Mundial de voleibol de 1999 disputado en Winnipeg entre Canadá y España, los organizadores omitieron el himno español antes del choque, aunque intentaron después paliar los efectos de su "lamentable error" con unos obsequios al equipo visitante.