Este 2020 en el que se cumple el centenario de la muerte en la plaza de toros de Talavera de la Reina del torero José Gómez Ortega Gallito no está de más recordar un momento clave en la historia de este genio, coprotagonista de la Edad de Oro del toreo junto a Juan Belmonte.
La pandemia del coronavirus ha cortado en seco la temporada y, en especial, los actos de conmemoración de la muerte del torero de Gelves que iban desde exposiciones en Sevilla y Madrid hasta conferencias y corridas en todo el orbe taurino. Los principales actos estaban previstos en torno al 16 de mayo. Ese día de 1920 el toro Bailaor de la Viuda de Ortega acabó con el llamado rey de los toreros.
Gallito nació el 8 de mayo de 1895 en la localidad sevillana de Gelves y era hijo del torero Fernando Gómez El Gallo y la bailaora Gabriela Ortega. José o Joselito, fue un torero precoz y mandamás del toreo prácticamente desde que tomó la alternativa en Sevilla el 28 de septiembre de 1912 de manos de su hermano Rafael El Gallo.
Desde sus comienzos se le comparó con los grandes maestros que le precedieron como Rafael Molina Lagartijo o Rafael Guerra Guerrita, los dos primeros Califas del toreo. Con este último las comparaciones siempre fueron más allá porque Joselito era el continuador en fondo y forma del legado de El Guerra.
Cansado de públicos y crítica, y mandando en solitario desde casi una década, Guerrita se había retirado el 17 de octubre de 1899 y desde entonces los Machaquito, Bombita y el propio Rafael El Gallo no habían conseguido replicar su mando en plaza. El cetro del toreo continuaba vacío.
El Guerra vivía su retiro en su Córdoba natal atendiendo sus labores como gran propietario y ayudaba a su hermano y antiguo banderillero, Antonio Guerra, en la selección y tienta de la ganadería que se compró en 1898. En la coqueta plaza que tenía la finca El Capricho sita en Alcolea, a pocos kilómetros de Córdoba, se celebró un tentadero el jueves 2 de abril de 1914 en el que participaron el viejo Califa y ambicioso José que ya era figura del toreo.
La relación de Guerrita con la familia Gómez Ortega venía desde que entrara a formar parte de la cuadrilla de Fernando Gómez El Gallo en 1882. Una relación profesional muy provechosa para ambos diestros que acabó en 1885. Desde entonces mantuvieron buena relación personal siendo el Califa cordobés padrino de su hijo Fernando. Incluso en sus últimas voluntades en 1897 el sevillano pidió a El Guerra que ayudara a su familia.
El primer tentadero grabado de la historia
Fue José Gaspar uno de los pioneros del cine en España. El cineasta se dejó caer por Córdoba y grabó con sus primitivas cámaras el tentadero de Antonio Guerra, la primera vez que se hacía en España. La totalidad de las imágenes se perdieron a lo largo de los años y sólo han quedado algunos fragmentos de la grabación en las que se ve a Joselito practicando diferentes suertes y que se incluyeron al comienzo de la serie documental 100 años de tauromaquia. Sin embargo se sabe que esa película se proyectó con gran éxito a lo largo de España durante el año de 1914. No es para menos, ver torear a Guerrita casi quince años después de su retirada y, además, con la principal figura del momento, era casi un privilegio.
Sin embargo, hay testimonios de que el tentadero celebrado en casa de Antonio Guerra fue un gran acontecimiento al que acudieron aficionados de Madrid, Sevilla y, por supuesto, Córdoba. Semanarios taurinos como el abiertamente gallista The Kon Leche o Palmas y Pitos, de corte belmontista, publicaron fotografías, en especial el primero, con una extensa crónica. Otros medios como el periódico La Correspondencia de España también se hicieron eco.
Cuenta la crónica de Relance en The Kon Leche que: "La placita se llenó de público y se dio comienzo a la faena de tentar 42 vacas, de tres y cuatro años de edad, que están finas y gordas como unas pinturas". También aseguró que: "D. Rafael no goza hoy de las enormes facultades de Guerrita; pero no es menos cierto que más de cuatro matadores en activo las quisieran para los días de fiesta. Y cuenta que el califa no cumplirá ya los cincuenta y un años. En la brega y quites hizo prodigios. Toreó por verónicas, medias verónicas, aragonesas, recortes y largas, superiormente. Y puso un par al cuarteo, por el lado izquierdo, que no hay quien lo mejore. Luego realizó asombrosas faenas de muleta, y simuló la muerte recibiendo y al volapié á la perfección. Y todo con reposo, seguridad y dominio".
Relance cuenta que ambos toreros torearon "al alimón" y que El Guerra lo hizo "con una rodilla en tierra y sin levantarse". En la crónica también recoge las palabras de Gallito: "Estaba, como discípulo, sin quitar los ojos de Guerrita cuando este toreaba, y pendiente de él para obedecer sus órdenes y ejecutarlas al pie dé la letra, ¡Vaya un peón! <Etoy loco e contento — decía José—. Y he venío a aprendé. Yo aprendo hoy de Guerrita, como él aprendió de mi padre»".
El Guerra siempre mostró predilección por Joselito y fue a verle torear cuando pudo. La muerte del menor de los Gómez en Talavera de la Reina le supuso un gran pesar y envió un telegrama a su hermano que decía: "Rafael Gómez Gallo. Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. Se acabaron los toros. Guerrita".