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Jesús Fernández Úbeda

Robe Iniesta lo borda con 'Mayéutica' (y Extremoduro deja de tener sentido)

El nuevo álbum del placentino posee una ambición y solventa unos riesgos conceptuales y artísticos no escuchados desde 'La ley innata'.

El nuevo álbum del placentino posee una ambición y solventa unos riesgos conceptuales y artísticos no escuchados desde 'La ley innata'.
Portada de 'Mayéutica'. | Dromedario Récords

En un comunicado raquítico, cuenta Robe Iniesta (Plasencia, 1962) que su tercer disco como "Robe", Mayéutica (Dromedario Récords, 2021), "fue creado en el año 2018, justamente diez años después de la publicación de La ley innata. Diez años tardé en volver. Y de este regreso, o tal vez de todo lo vivido mientras tanto, surgió esta inesperada continuación". Antes de abordar su último LP, vaya este apunte: el noveno álbum de estudio de Extremoduro decretó un cisma entre sus admiradores. Por un lado, a los nostálgicos ultraortodoxos de Somos unos animales o Deltoya, La ley innata les pareció una traición popera, una herejía blanda; por otro, estaban –estamos– ese sector de fans que consideraban –consideramos– que es el trabajo supremo de la banda y, sin duda, uno de los mejores de toda la Historia del rock en español.

Ahora, habrá quienes, y puede que con razón –para gustos, etcétera–, sostengan que Para todos los públicos, Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares. Canciones para el final de los tiempos son discos tan buenos, si no mejores, como Mayéutica. Sin embargo, este último posee una ambición y asume y solventa y revienta unos riesgos conceptuales y artísticos tremendos, no vistos o, más bien, no escuchados desde La ley innata. El tercer LP de Iniesta como "Robe", además, no es una autoversión complaciente y de fábrica de la magnum opus de Extremoduro. Importante: Mayéutica no es el álbum más Extremoduro de Robe: si bien aumentan las revoluciones y la contundencia, prevalece el discurso sonoro, orgánico, compacto y reconocible, de la –ya no tan– nueva banda, comandado por el extremeño y orquestado por la batería de Alber Fuentes, los coros de Lorenzo González, el bajo de David Lerman, los violines de Carlitos Pérez, los teclados de Álvaro Rodríguez Barroso y la incorporación del guitarrista Woody Amores, quien también ejerce como productor.

Mayéutica enlaza con La ley innata desde su arranque: "Interludio" comienza con estos versos del "Segundo movimiento: Lo de fuera" –incluido en el citado disco de Extremoduro–: "Se cae la casa desde que se marchó / perdí la pista del eje del salón". La pieza inicial es una bienvenida amable a una montaña rusa musical, ensamblada y engranada a la perfección, compuesta por cuatro movimientos y una coda en los que se combinan y alternan, con una efectividad implacable, y bajo el gran paraguas del rock&roll, el punk, el ska, la balada o el quejío. Robe convoca una fiesta en honor al amor –o eso parece: en "Tercer movimiento: Un instante de luz", canta sobre "mensajes escondidos / bajo mis aullidos"– en carne viva, luminoso, feliz, "adicto / de ti / y del aire que respiras / que nunca se me termina", con un único propósito: "Yo sólo quiero hacerte bailar / como una puta loca".

En definitiva, que Robe Iniesta ha alumbrado, por enésima vez, un álbum magnífico. Con trabajos como Mayéutica, hoy por hoy, el futuro de Extremoduro, a quienes esperamos despedir no tardando, agradeciendo todos los excelentes, impagables e inolvidables servicios prestados y con los máximos honores, en su próxima gira –si es que se llega a celebrar–, ha dejado de tener sentido.

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