De las muchas canciones sentimentales que existen, con letras por lo común llena de tópicos y retóricas figuras poéticas se desconoce generalmente a quién iban dirigidas. Muy excepcionalmente sus compositores se prestan a revelar los destinatarios de sus mensajes. En esas circunstancias son más habituales los casos de autores que dan pistas o confiesan la identidad de sus amores femeninos. Existen menos confidencias de mujeres que expresen públicamente referencias en sus letras a varones determinados. Cuanto me sirve hoy de prólogo es para contarles cómo uno de nuestros más prolíficos y afamados músicos de los años 60 y 70, Augusto Algueró dedicó expresamente una de sus creaciones hacia la mujer que despertó en él un interés especial, pero que no pudo cristalizar porque ella ya estaba comprometida con otro hombre que iba a ser su marido. Si el esposo de Carmen Sevilla, que solía fingir cuando confesaba que sólo pensaba en ella a la hora de urdir una pieza musical, se sintió decepcionado al no poder conquistar a aquella belleza que lo había cautivado, y a quien compuso cual mensaje directo a su corazón esta melodía que nos ocupa, tuvo al menos una compensación artística y económica. Porque ese tema, que nació en la intimidad de su estudio madrileño de la calle de Magallanes, acabó en las listas de éxitos de 1972, aunque el disco saliera al mercado a finales del año anterior. El título llevaba el nombre de la mujer que se lo había inspirado: "Noelia".
Y ustedes se preguntarán, como yo en su día cuando la canción sonaba a menudo en la radio, que quién era esa Noelia surgida de la inspiración del pianista barcelonés, a partir de una letra que le encargó muy especialmente a su habitual veterano colaborador, el letrista madrileño Antonio Guijarro: "Hace tiempo que sueño con ella / sólo sé que se llama Noelia/ hace tiempo que vivo por ella / Noelia, Noelia, Noelia…/ Yo quiero hablarle de mi amor / pero ella da la espalda y se va…".
En el Madrid de los primeros años 70 abundaban los cócteles y veladas nocturnas en el ambiente social y artístico, con la presencia de grandes estrellas del mundo del espectáculo. No como ahora, que esos eventos se reducen a fiestas de carácter publicitario, con "photocalls" inevitables, de quienes se prestan a publicitar marcas de cosmética o de modas. Augusto Algueró, que presumía de vago como compositor, era en cambio un reconocido noctívago que no se perdía ninguna de aquellas reuniones donde presumía iba a encontrarse con alguna mujer bonita. En tanto Carmen Sevilla lo esperaba en duermevela en su dormitorio del paseo del Generalísimo hasta que se cansaba y le dejaba en la puerta un plato de jureles, él trasnochaba en pos de algún nuevo "ligue". Y en esas se fijó en una joven veinteañera, la canaria Noelia Afonso, a la que invitaban mucho por su condición de Miss España 1968, que dos años más tarde fue proclamada Miss Europa. Por cierto, cuantos periodistas merodeaban cerca de ella siempre escribían mal su apellido, añadiéndole una ele que no correspondía a su carné de identidad. Y siempre aparecía "Alfonso", erróneamente. Alta, con una espectacular figura, simpatiquísima, departió con el músico con la afabilidad que le caracterizaba. Y Augusto Algueró creyó que "la tenía en el bote". En poco tiempo le dedicó esa canción, "Noelia", que daría la vuelta a España. Y además la alentó para que cantara en alguna ocasión –no lo hacía mal–, prometiéndole que haría de ella una estrella. Hasta se comprometió a hacerle unas pruebas de voz para que grabara un disco. Naturalmente, lo primero de todo era lanzar la canción a ella dedicada. Y como Augusto Algueró tenía una exclusiva con la multinacional holandesa Phillips, no le fue complicado convencer a un artista hacía poco llegado a esa casa de discos, el valenciano Nino Bravo, para que estrenara aquella romántica pieza.
Apareció en el sello Polydor, un año después del éxito conseguido con "Te quiero, te quiero", del mismo autor e intérprete. "Noelia" no llegó a tanto, pero el valenciano la llevó siempre en su repertorio y ya apuntamos que gozó del favor popular. Ese nombre de mujer no era apenas conocido entre nosotros. Procedía de Francia, donde se traduce por Natividad y es más divulgado en su versión masculina, Nöel. El éxito de la canción estrenada por Nino Bravo fue causa de que jóvenes madres a punto de dar a luz determinaron por entonces que de tener una niña se llamaría igual que ese amor soñado por Augusto Algueró. La tarde en la que se presentó el disco en uno de los salones del madrileño hotel Meliá Princesa recuerdo las miradas que se cruzaban entre el músico y la miss. Ésta, muy tímida, sentíase azorada ante la masiva afluencia de reporteros gráficos. A partir de entonces tanto él desplegó sus artes seductoras, como ella le iba dando largas. Sencillamente porque estaba enamorada de otro hombre, con el que pensaba contraer matrimonio.
El novio de Noelia Afonso era el empresario de Granollers Santiago Puig, dueño de una importante urbanización en Playa América, Adeje, al sur de Tenerife. Se casaron en enero de 1973 en la Catedral de Barcelona. Estuve invitado a esa boda y al posterior "lunch" nupcial. Luego fueron unos felices papás. Y ya les perdí de vista, pero formaban una encantadora pareja. Nino Bravo murió hace ahora cuarenta y cuatro años. Y el éxito de "Noelia" no se ha apagado del todo aún.