No sé si aquí jugará la nostalgia como justificación. O simplemente el negocio, la ocurrencia de un diario para promover la reedición de los discos con los que, a comienzos de la década de los 80, fueron el punto de partida hacia el éxito del, posiblemente, mejor y más popular conjunto de la época, el madrileño trío Mecano. Sean cualesquiera las razones nos parece de perlas escuchar de nuevo aquellas canciones aparecidas en formato vinilo, y ahora en Cds. Sólo con citarles algunos títulos, la memoria de muchos de los que nos lean les traerán inmediatamente los ecos de unas grabaciones distintas a las de otros grupos, con unos textos, una música y unos arreglos que crearon escuela: "Hoy no me puedo levantar", "Perdido en mi habitación", "Maquillaje", "Me colé en una fiesta", "Barco a Venus"…
Me llamaron del departamento de promoción de CBS por si quería conocer a sus componentes. Y allí que me fui para pasar, a solas, una hora de conversación con los hermanos José María e Ignacio (Nacho) Cano y la vocalista Ana Torroja. Me contaron que, fuera de sus horas de deberes estudiantiles se iban por los baretos de moda. Enviaron varias maquetas a distintas casas discográficas. Y hasta aparecieron en un programa televisivo de noveles, "Gente joven", interpretando una versión de "Al alba", de Aute.
José María era el que cantaba entonces, su hermano tocaba la guitarra y Ana les hacía coros. Un descubridor de talentos, el muy conocido Miguel Ángel Arenas Capi (el mismo que apoyó el lanzamiento de Alejandro Sanz) los recomendó a una casa de discos, pero inexplicablemente ésta, Hispavox, "pasó" de ellos y acabaron en la antes mencionada multinacional. Donde lo primero que hicieron fue bautizarlos con un nombre artístico: tomando como punto de partida los apellidos de los dos hermanos y cual si sonaran a un juguete a punto de experimentación, el ejecutivo dio con la marca: Mecano.
Eran los años en los que el dúo Pecos arrasaba entre los adolescentes y aprovechando que éstos tuvieron que ir a hacer la mili, CBS se volcó con los recién llegados, que en poco tiempo vendieron treinta y cinco mil copias de "Hoy no me puedo levantar". La crítica los trataba de niñatos. Porque pertenecían a familias de clase media alta adinerada. Me dijeron que eso era injusto: sus padres no veían bien que se dedicaran al mundo del espectáculo, no les ayudaron económicamente en su afán de darse a conocer. Hasta convencerse de su valía. Y entonces compraron doscientos ejemplares del primer disco para que los chicos fueran promoviéndolo entre emisoras de radio, comentaristas de prensa y amigos.
Dado el éxito de sus primeras grabaciones optaron por aparcar los estudios, como dicen ahora los modernos. José María a sus veintidós años, colgó en segundo curso la carrera de Económicas; Ana, un año menos de edad, también; eran compañeros y hasta fueron novietes tres años. Y Nacho, de dieciocho, abandonaría asimismo sus clases de COU, tras suspender Selectividad. Vivían en la exclusiva zona de Somosaguas, vecinos de Miguel Bosé, al que no conocían todavía. En el lujoso chalé de los Cano asistí a una multitudinaria fiesta en honor del trío, a la que acudieron los más representativos personajes de la movida madrileña, encabezados por Pedro Almodóvar, y otros nombres de la vida social, amén de un concurrido número de informadores.
En apenas tres años, los Mecano se hicieron los amos del cotarro musical, pese a las oscilaciones de ventas de sus álbumes. La materia prima de la que se servían eran las composiciones de Nacho, porque así lo decidieron en la multinacional, marginando las de José María. Ello llevó más adelante, poco a poco, a una rivalidad entre ambos hermanos, a los inevitables celos. En verdad, Nacho aportaba más frescura al pop que ejecutaban y se ocupaba de lograr un sonido original, utilizando sintetizadores, en tanto Ana Torroja ya había sido designada desde los comienzos del trío que sería la voz solista.
Tardaría José María en imponer su indudable talento, con otra manera de enfocar sus canciones respecto a la visión de Nacho. En 1983 el entonces príncipe Felipe de Borbón declaraba en Abc que "los Rolling Stones son un poco carrozas y prefiero a Mecano". Con sus primeras ganancias, Ana Torroja se compró un coche, cuando apenas poco tiempo atrás, para no depender de sus padres y ganarse unos duros trabajaba de canguro, dando clases de español a nórdicos o de camarera en verano en un restaurante de Menorca.
Los de CBS los encasillaron como "los nuevos románticos" españoles, denominación musical surgida en Inglaterra, por la estética con la que se presentaban algunos grupos, pero a los Mecano no les hizo gracia la etiqueta. Nacho me dijo entonces:
Lo que hacemos, simplemente, es pop con electrónica. Nuestras canciones no tienen otro sentido que el de distraer, sin intenciones moralistas. Sólo hemos insinuado algo de esto en "Barco a Venus".
Era un tema contra las drogas y que en principio iba a titularse "El ladrón de discos".
Trescientas mil pelas por gala
Primavera de 1983. La cotización del trío iba subiendo como la espuma: a trescientas mil pelas por gala. En cierto modo rivalizaban con Alaska y los Pegamoides, aunque unos y otros no lo veían así. Los gays estaban encantados con Mecano, aunque jamás ninguno de sus tres componentes se apearon de su condición sexual: Nacho tenía novia, Coloma, con la que estuvo mucho tiempo unido; José María era un ligón, que escondía sus conquistas hasta que, mucho tiempo después de sus juveniles devaneos con Ana Torroja, encontró pareja, Marta Gómez. Tendría un hijo con ella en 1996, divorciándose finalmente; en tanto Ana, muy pudorosa en sus relaciones íntimas, nunca dio muestras de que fuera lesbiana; todo lo contrario. Convivió sin dar pábulo a la prensa rosa con su gran amor, Javier Serrano, al que dejó para casarse en 2003 con Rafael Duque. La manera de vestir de los miembros del trío era original y sembró una estela de seguidores, que los copiaban: fans y también otros músicos y cantantes.
Comienzan las diferencias
Y llegó el momento en que las diferencias entre José María y Nacho iban conociéndose públicamente. El menor de los Cano desbarraba en unas declaraciones, afirmando ser mejor que sus compañeros. En esas circunstancias, Ana quería dejar el trío. Nacho no tendría inconveniente en confesar más tarde: "Me ponía de todo, excepto heroína". José María, en todo caso, caía más en el alcohol, en borracheras al terminar muchas de sus actuaciones. De Ana nunca se dijo que tuviera adicciones. No obstante las discrepancias, Mecano seguía una carrera ascendente y en 1984, en el elepé Ya viene el sol, José María pudo apuntarse uno de sus primeros éxitos como compositor: "Hawaii-Bombay" y "Aire".
Luego viajaron a Tokio, lanzaron el disco Japón, y se abrían camino en el mercado internacional. A esto último contribuyó su nueva mánager, Rosa Lagarrigue, con la que se contaba que tuvo un buen rollito su mentor, José María Cano. Cada uno de los hermanos, por su cuenta, componían para otros artistas; Miguel Bosé, uno de ellos. Y Olé Olé, para los que Nacho creó su comercialísima pieza "No controles".
Sorprendentemente en 1986 CBS se quitó de en medio a los Mecano con la justificación de que no vendían lo suficiente y que en los últimos tiempos habían cambiado de estilo. El directivo de otra multinacional, Ariola, les pagó una millonada, como a los cracks del Real Madrid o el Barça. No estaban acabados, por supuesto. Como demostraron sobradamente en el álbum Entre el cielo y el suelo. Allí había dos joyas del mejor pop español: "Hijo de la luna" (tal vez una de las más brillantes composiciones de finales del siglo XX) y "Cruz de navajas". Firmadas por José María Cano. ¡Por fin reconocido su talento creativo! Y de Nacho, "¡Ay, qué pesado!", muy graciosa.
Lo curioso es que aquellas dos sensacionales melodías de José María las había escrito pensando en ¡Isabel Pantoja! Pero la sevillana dijo que "no le iban". Llevaba, quizás, razón. Pero Mecano resurgió con ellas. Millón y medio de copias vendieron del disco. Penélope Cruz, todavía sin ser estrella de Hollywood, fue elegida en un cásting para un vídeo de "La fuerza del destino", uno de los temas que se incluían en Descanso dominical, álbum de 1989. Y Nacho, que la había elegido para aquel trabajo, se enamoró de Penélope y vivieron una locura de amor durante varias temporadas.
El desenlace
"Aidalai" apareció en 1991. Fue cuando el trío renovó su contrato con BMG-Ariola percibiendo una mareante cifra, que superaba los mil millones de pesetas. Lo nunca visto en la industria del disco en España: el único que se acercó a esa cantidad fue José Luis Perales. Y así, Nacho invirtió en pisos y montó su estudio de grabación; Ana también puso sus ganancias en negocios inmobiliarios, en tanto José María, sobre todo, adquirió pinturas y esculturas de afamados artistas. Y lo que se temía desde hacía tiempo, sucedió: la separación de Mecano en 1992.
Hubo un fugaz reencuentro seis años después, pero a los pocos meses se dijeron adiós, artísticamente se entiende. Porque su amistad nunca se rompería del todo. Y cada cual siguió su camino. Que no podemos seguir contando porque ya el espacio que se nos concede, llegó a su final. Igual que el de Mecano, cuya trayectoria musical no han olvidado yo diría que millones de admiradores; no sé cuantos, pero millones. Otro día les prometo contarles qué fue de sus componentes, después de que se deshiciera el trío.