Los Rolling Stones tocaron en La Habana dentro de su gira por Iberoamérica ante muchos cubanos y también numerosos turistas y fans de la banda que viajaron hasta allí para ser testigos de un concierto histórico del grupo, liderado por un Mick Jagger que sigue haciendo giras a sus 72 años y que, según quienes lo vieron, recorrió innumerables veces el enorme escenario colocado en la capital cubana.
Jagger lanzó varios mensajes alusivos a los años en que "era difícil escuchar música en Cuba". "Pienso que finalmente los tiempos están cambiando", dijo en español días después de la visita de Obama a los Castro. Entre el público, se vio, además de a numerosos extranjeros -británicos, alemanes, estadounidenses, argentinos y mexicanos, entre otros- a algunos famosos, como Richard Gere y Naomi Campbell.
En el concierto, anunciado unas semanas atrás, no faltaron los grandes éxitos de la banda, que en la isla no pudieron escucharse durante años. Su carácter gratuito y al aire libre hizo que muchos cubanos pudieran disfrutar de una música vedada por el castrismo y que, según se anunció en Granma, contaba con el "apoyo" del Instituto Cubano de la Música.
Pero quien habría sido clave para llevar a la isla un espectáculo que, según estimaciones de la prensa estadounidense, pudo costar unos 6 millones de euros entre montaje y personal, es la Fundashon Bon Intenshon de la isla de Curaçao. Los propios músicos, a quienes se atribuyó en un primer momento la gratuidad del concierto, aclararon que la institución había respaldado el evento como hacía con otros proyectos de "caridad internacional" en esferas educativas, deportivas y turísticas.
La fundación pertenece, informa El País, a United Trust, una empresa radicada en Curaçao y dedicada a la asesoría fiscal. Su presidente, Gregory Elias, también es promotor, entre otras cosas, de un festival de jazz en Curaçao y su iniciativa podría entroncarse en la promoción de la isla como destino turístico tras el reinicio de las relaciones diplomáticas con EEUU.