Un par de siglos antes de la existencia del rock and roll, el poeta William Blake escribía en su obra Cantos de Inocencia lo siguiente: "Si las puertas de la percepción se abrieran por completo, todo se mostraría al hombre tal y como es: infinito". Poco podía imaginar el genial autor que, tal día como hoy en 1964, esas puertas se abrirían en forma musical, cargadas de rock ácido y controversia, para regalarnos la experiencia de disfrutar de una de las bandas más grandes de nuestro tiempo. The Doors se formaban con la unión de cuatro talentos procedentes del área universitaria de California, en medio de una época cambiante y un ambiente perfecto para la experimentación.
El nexo principal se dio con la unión del vocalista Jim Morrison y el teclista Ray Manzarek: el primero, dotado de una voz profunda, unas letras místicas y una inspiración que mezclaba blues y poesía clásica (de hecho, el nombre de la banda surge de su lectura de la obra de Blake). El segundo, extraordinario músico, sería el causante involuntario de una de las peculiaridades del grupo durante toda su trayectoria: The Doors nunca tuvieron un bajista, ya que Manzarek tocaba la línea de dicho instrumento en los conciertos, contratando diferentes músicos de sesión para ocupar este puesto en sus discos. La fórmula se completó con la incorporación del guitarrista Robby Krieger (autor de temas tan meritorios como Light my Fire o Touch Me) y el batería John Densmore.
La combinación de estos cuatro elementos musicales hizo que la banda progresara en la escena local de Los Ángeles y creara una base de fans sólida, con admiradores de la talla de Arthur Lee (de la formación Love) que recomendarían a The Doors al sello Elektra, con el que sacarían su primer álbum al mercado. Un disco titulado con el nombre de la banda, y que repartía psicodelia y rock, con aderezos de blues y jazz, allá por el año de 1967. El trabajo (que incluía himnos como Break on Through (to the Other Side) o el ya citado Light My Fire), reproducía a la perfección los principales alicientes de la banda: la competente actividad de Densmore y Krieger, la omnipresencia del teclado de Manzarek y, sobre todo, el cautivador poder de atracción de Jim Morrison. Un vocalista que, ante su primera actuación en El Show de Ed Sullivan, programa estrella de la televisión norteamericana, ignoró la censura que afectaba a la letra de Light my Fire y cantó sin tapujos aquello de "chica, no podríamos habernos elevado más". Fue el primero de muchos escándalos y desafíos a las normas, que se sucederían cada año y en cada disco de la formación.
Por otro lado, la banda dejaba muestras de su genialidad en sus siguientes trabajos, Strange Days y Waiting for The Sun, al tiempo que Morrison, genial provocador con un sentido de la teatralidad perfectamente estudiado, sacudía al público en cada actuación en vivo. Precisamente aquí encuadramos el segundo motivo de aniversario para la banda, ya que tiene que ver con el espectáculo en vivo de The Doors.
Los hechos sucedieron de este modo: 1 de marzo de 1969. Dinner Key Auditorium de Florida. Estamos en plena gira de presentación de su cuarto trabajo de estudio, titulado The Soft Parade y que había despertado alguna que otra reacción negativa por parte de sus admiradores más puristas, dados los nuevos matices musicales que introducía la banda. El recinto, carente de aire acondicionado y lleno a rebosar (los promotores habían retirado los asientos para vender el máximo posible de entradas), recibe a un Jim Morrison pasado de alcohol que se dispone a poner en práctica una demostración de lo que había aprendido de sus experiencias con el teatro experimental, marcado por la provocación. Comienza a increpar al acalorado público con mensajes combinados de amor y odio, que incluyeron (según las autoridades) blasfemias, exhibicionismo y conducta indecente. Lo cierto es que el vocalista gritó, provocó a un policía, y tras ser cubierto de champán por alguien del público, comenzó a desnudarse y a pedir a la audiencia que hicieran lo mismo, llegando -según muchos de los presentes- a mostrar su pene.
El resultado del show fue el arresto del frontman con cargos que le sentenciaban a ocho meses de trabajos forzados. Muchas de las acusaciones fueron retiradas, y el resto quedaron bajo apelación hasta la fecha de la muerte del cantante, en julio de 1971. Un incidente dentro de muchos, que demostraba el empuje provocador de una época y una banda irrepetibles. Aquellas puertas de las que hablaba Blake nunca volverían a cerrarse.