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Luz Casal: "Es más importante la amistad que el amor"

En la edición internacional de "Almas gemelas" canta en cuatro idiomas.

En la edición internacional de "Almas gemelas" canta en cuatro idiomas.
Luz Casal | Cordon Press

Recién estrenados sus cincuenta y cinco años en el pasado 11 de noviembre, Luz Casal puede presumir de hallarse en un momento cumbre de su carrera musical, aunque ella no hace alardes de nada. Su última grabación, "Almas gemelas", ha sido una de las más gratas novedades aparecidas casi al filo del nuevo año. Tiene en principio una características para el mercado: con el mismo título se han comercializado dos discos, uno con diez temas en español y un segundo con el añadido de siete piezas más interpretadas en otros idiomas: francés, portugués e italiano. Registrado en unos estudios de Los Ángeles, contiene composiciones de Vangelis, Antonio Carlos Jobim, Pablo Guerrero, Carlos Lencero (que fue letrista de Camarón de la Isla)… Probablemente los números que más repercusión tengan sean los firmados por la escritora argentina Claudia Brant ("¿Por qué no vuelves, amor?", "Ella y yo" y "No me cuentes tu vida"). Y desde luego el que da título al Cd, "Almas gemelas", con un pegadizo son de ranchera. En conjunto, un trabajo excelente.

A los románticos que vivieran la segunda mitad de los míticos años 60 les encantará su versión de "He sabido que te amaba" en la lengua original, tal y como compuso tan bella melodía el infortunado Luigi Tenco, aquel enamorado de Dalida que se pegó un tiro mortal porque no lo votaron para la finalísima de un ya lejano Festival de San Remo.

Con esa característica voz rota, sin apenas pronunciar la ese y un personalísimo acento cheli, como nacida en un castizo Madrid, esta galaica-astur, o al revés, como se identifica cuando le preguntan por su nacencia, canta a los sentimientos, partiendo de esta premisa, que así declara: "Es más importante la amistad que el amor, porque en la amistad se lleva implícito el amor y es menos posesiva".

Con trece discos, más los recopilatorios, es evidente la madurez artística de una de nuestras mejores voces, cuyos inicios datan de cuando contaba sólo seis años y se divertía en las romerías asturianas. Había nacido en el pueblecito coruñés de Boimorto pero a los seis meses su familia hubo que trasladarse a Avilés, en cuyo puerto trabajó de obrero su padre, en tanto la madre oficiaba de practicante. Un hogar modesto al que María Luz Casal Paz ponía su granito de arena cuando, estrenada su adolescencia, percibía sus primeros emolumentos por actuar en algunos festejos populares. A los dieciséis años probó fortuna en Madrid, acompañada por su madre. Tiempos duros en los que le dieron con la puerta en las narices muchas veces. Su paisano Juan Pardo le echó una mano, incluyéndola en su grupo coral. Por entonces –dato poco divulgado- ella se hacía llamar Luz Galicia. Fue alguna vez telonera en las actuaciones de Miguel Ríos, cuyo grupo la arropó en sus inicios discográficos. En esa época, la anunciaban Luzz, a secas, con doble zeta. Pasó a ser Luzz Casal en 1982 con su primer "single", que contenía "El ascensor". Y así, poco a poco, en plena fiebre de la movida madrileña, aquella veinteañera de ceñidos "jeans" y "chupa" negra fue convirtiéndose en una de nuestras más personales rockeras. Porque ella, desde sus principios profesionales, no quería parecerse a nadie. Y así ha continuado, coqueteando con otros géneros musicales, como el bolero y la balada, pero siempre con un eco rockero, aunque ya no tan "heavy". Treinta años largos ya hasta subirse al candelabro (como diría aquella miss acuñadora de la equívoca frase).

Siempre busca Luz Casal algún guiño en cada grabación para no repetirse. "No puedo estar siempre viviendo de las rentas de "Piensa en mí". Y tampoco, añadimos nosotros, de "Rufino", "Negra sombra", "No me importa nada", que con frecuencia le reclama su público en sus actuaciones. Le preguntan de vez en cuando que por qué no se enfrasca en alguna comedia musical, espectáculo ahora tan de moda. Y ella recuerda que ya representó "Las Divinas", con libreto de Antonio D. Olano y música de Juan Pardo, a cuyo estreno asistí, aplaudiéndola en su papel de Raquel Meller, la mítica reina del cuplé. Donde interpretaba, cantaba… ¡y bailaba! Y es que, en su día, le dio por aprender ballet clásico, baile español y hasta flamenco, recibiendo clases nada menos que de Merche Esmeralda. Faceta poco conocida y que no ha practicado mucho al estar centrada en cantar y en componer algunas canciones asimismo.

Es mujer de fuerte carácter, con gran tesón, que no admite debilidades. Ahí está su temple para asumir el duro trance del cáncer de mama que le diagnosticaron en 2007, y que tras severas sesiones de quimioterapia creyó vencido, teniendo más tarde que afrontarlo de nuevo hasta que, finalmente, salió airosa de la enfermedad. Esa fortaleza que la asiste preside su idiosincrasia. Su afán por no mirar nunca hacia atrás. Y así, ya tiene programada su gira para 2014. A partir de la próxima primavera actuará en diversas ciudades francesas, belgas, suizas, marroquíes, turcas… En Francia es tanto o más popular que en España, y ya ha recibido varias distinciones oficiales. Premios merecidos, como el Nacional de Músicas Actuales, que le han concedido aquí, dotado con 30.000 euros. Reconocimiento a una artista sin lugar a dudas admirable.

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