Los oyentes de es.radio conocen de sobra las cualidades de Gabriel Albiac: su sabiduría, su lucidez, su pesimismo, compatible con un talante permanentemente bienhumorado... También lo conocen sus alumnos universitarios, los lectores de sus artículos, en ABC, y de sus libros.
Aparece ahora su cuarta novela, Blues de invierno. (A esa estación remitía también el título de la anterior, Palacios de invierno). La referencia a los "blues" parece aludir a un mundo de suave melancolía... No es así: se trata de un relato tan negro como la tinta. Se presenta como una novela negra pero tampoco encaja en los moldes clásicos del género, que suele disimular un fondo muy sentimental. Lo que aquí vemos es el mundo actual, en su más radical crudeza.
Pablo decide invitar a un fin de semana en Nueva York a su amigo Jorge y a Yuki, una hermosa prostituta oriental. (La reunión tiene algo de "grande bouffe": despedida del mundo, con sexo lujoso). Allí encuentran a una vieja compañera de universidad y política, Julia, ahora jueza. Los tres militaron en la lucha antifranquista; desde entonces, los tres han sufrido crueles decepciones, personales y colectivas. En un bar de Manhattan se les une Yanna, una enigmática camarera. No escasean las escenas explícitas de sexo (sobre todo, entre Yuki y Yanna, las dos mujeres protagonistas). A las 150 páginas, el relato deriva hacia un "thriller" político, con los dos grandes atentados – neoyorkino y madrileño – como fondo.
El pesimismo del narrador aparece continuamente:
Las damas se extinguieron... Ningún lugar se diferencia mucho de ningún otro... Todo hombre es huérfano... Cualquier cosa es menos mala que nuestras vidas... Me trae al pairo que seas o no una piltrafa. Todos los somos. En distintos formatos... Como los dioses de ahora, él no era ya más que un despojo. El despojo de un mundo que no cree en nada". Después de esos dos atentados terroristas, todo un mundo – colectivo e individual – se ha desplomado: "A partir de un momento así, es mejor no tener vida. Propia.
No es sólo la visión del mundo la que aleja a nuestro amigo de la clásica novela negra, también el estilo: nos deslumbra Dashiell Hammet por su implacable laconismo. Albiac escribe muy bien, por supuesto, pero se complace en alternar párrafos muy largos, de más de veinte líneas, con frases rotas, quebradas, de un par de palabras, en las que la abundancia de puntos rompe la habitual cadena sintáctica.
A nadie extrañará que la novela refleje la riqueza cultural del autor: muchas palabras en francés e inglés; muchas citas, expresas o disimuladas; muchas referencias a películas, obras literarias y músicas: desde Monteverdi al rock (Jimmi Hendrix) o el jazz (Coltrane). Tampoco extraña que se destruyan muchos mitos complacientes sobre el Sesenta y ocho, se evoque aquel París o se mencione con fervor a Spinoza...
La trama política, tan complicada como en los relatos de Le Carré, no se aclara demasiado (así suele suceder ahora, en la vida y en las novelas). Nos atrapa el clima angustioso, la mantenida visión trágica. ¿Qué queda, al final de este juego? Sufrimiento, ilusiones perdidas, el sexo como búsqueda desesperada... Y, por supuesto, la inteligencia de Gabriel Albiac. Una novela tan peculiar como su narrador.
Gabriel Albiac. "Blues de invierno", Editorial Confluencias, septiembre de 2015, 279 págs, 19 euros. ISBN: 978-84-943830-8-3.