Leída Las cuatro torres (Planeta, 2014), la última novela del escritor y periodista Leandro Pérez. Arturo Pérez-Reverte, quien no es mal padrino, la ha calificado como una obra "negra, futbolera y sentimental. Y además bien escrita". Pidiendo perdón por mi falta de originalidad, hago mías las palabras del autor de Territorio comanche, y añado: el libro se lee en cuatro ratos, te atrapa, y su final deja con hambre.
Pérez ha creado un protagonista interesante, digno de saga literaria -independientemente de que la continúe o no-: Juan Torca, exmilitar y (¿ex?) mercenario, un tipo que rebanó gargantas, que pisó los Balcanes, que se casó, tuvo un hijo y enviudó. El Torca de la novela, que arranca en el otoño de 2011, es un cincuentón perdido que sale con una recepcionista de hotel y que corre por el Retiro. Un amigo -un "compadre"- le pide que investigue quién es el Topo que filtra información en el vestuario del Real Madrid, ese polvorín galáctico que entrenaba Mourinho.
Mientras Torca investiga al chivato y al periodista que recibe los cotilleos, descubre los intereses reales de la investigación, y entonces se suceden las traiciones, los juegos sucios, los accidentes que acaban de forma letal, las mujeres fatales, el villano más cruel -quien tarda en aparecer, pero acongoja, y quien recuerda muchísimo a Gao Ping, el líder de la mafia china detenido en el marco de la Operación Emperador.
La novela es trepidante; la narración, fluida. Pero independientemente del nivel de acción -si es que puede llamarse así la cosa- que contiene la obra, Pérez construye y perfila muy bien a sus personajes, especialmente, a su protagonista, a través de confesiones, encuentros, recuerdos y conversaciones. La relación con su hijo, sus anteriores misiones, sus remordimientos y sus antiguas amantes convierten a Juan Torca en un personaje atractivo para el lector.
Dos detalles más: 1) La contextualización. El 15-M, Método 3, el transcurso de las jornadas deportivas, el "alto el fuego" -o como se diga- que hizo ETA: Pérez recrea una trama ficticia dentro de una realidad perfectamente reconocible. Y 2) Las referencias literarias y musicales, que el autor explica en un apéndice final.
En definitiva, acudan a la llamada de Las cuatro torres: recibirán un buen chute de entretenimiento literario y de buena prosa.