El 3 de noviembre se celebrarán elecciones presidenciales y parlamentarias en Estados Unidos. La epidemia de coronavirus 19 plantea un asunto constitucional de gran interés: ¿se pueden suspender o aplazar amparándose en la salud de los ciudadanos? En el Reino Unido se suspendieron las elecciones generales y el Parlamento tuvo una legislatura de diez años (1935-1945), la más larga desde su fundación en 1801.
A diferencia de la duración del mandato del presidente o la prohibición de una segunda reelección, la fecha de la elección (el primer martes después del primer lunes de noviembre) no tiene rango constitucional. Se encuentra en una ley aprobada por el vigésimo octavo Congreso de la Unión y firmada por el presidente John Tyler el 23 de enero de 1845.
Por tanto, el Congreso podría aprobar otra ley que aplazase por unos meses las elecciones. Pero existe un obstáculo prácticamente insalvable.
El presidente cesará el 20 de enero de 2021
La Enmienda XII (1804), fijó el 4 de marzo como fecha para la toma de posesión del presidente. Para acortar la presidencia en funciones, que se prolongaba en torno a cuatro meses, se aprobó la Enmienda XX (1933). En ella se establece que el mandato del presidente y del vicepresidente concluye el 20 de enero del año posterior a las elecciones. Igualmente, el nuevo Congreso, encargado de verificar los datos del colegio electoral, tiene que celebrar su sesión inaugural el 3 de enero.
La ley federal que aplazase por unas semanas las elecciones presidenciales y legislativas requeriría un plazo más breve para tramitarse que una enmienda, pero, como primer requisito, exigiría un acuerdo entre los dos partidos. Y los demócratas, que detestan a Donald Trump con tanta intensidad que trataron de boicotear su elección por el colegio electoral y pusieron en marcha un impeachment sin expectativas de triunfar, ¿aceptarían concederle unos meses más en la Casa Blanca?
Aunque se pusieran de acuerdo rojos y azules, la constitución del Congreso y el cese del presidente y del vicepresidente en enero de 2021 se mantendrían inamovibles. Y ¿quién querría ser responsable de semejante sacudida al edificio constitucional de EEUU?
Elecciones celebradas en guerras
La democracia norteamericana es muy resistente. Varias veces, los ciudadanos han escogido a su presidente y su Parlamento cuando el país se encontraba en guerra. Ocurrió en 1812, durante la guerra contra el Reino Unido, comenzada pocos meses antes de las elecciones de ese año, y en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. También se votó en 1968, con más de 500.000 militares desplegados en Vietnam, aunque sin declaración de guerra.
En 1944, empezaron a circular rumores de que Franklin D. Roosevelt iba a solicitar el aplazamiento de las elecciones, pero él los deshizo con estas palabras:
"Todos los que en esta ciudad dicen eso no se han leído la Constitución. Yo lo he hecho"
También se realizaron las elecciones de mitad de mandato de 1814, de 1918 y de 1942. En estas dos últimas, los resultados consistieron en derrotas para los presidentes, ambos demócratas. Las de 1918 se celebraron pocos días antes del armisticio con Alemania y, además, durante la epidemia de gripe, razón por la que diversos estados prohibieron los actos políticos, pero no las votaciones.
La suspensión equivale a una derrota
Incluso durante la guerra civil se mantuvo el calendario electoral. En 1862, se celebraron las elecciones de mitad de mandato, de las que quedaron excluidos los estados integrados en la Confederación, aunque contaron con la participación de dos nuevos: Virginia Occidental y Nevada.
Las votaciones se realizaron después de la batalla de Antietam, librada el 17 de septiembre, en la que el general George McClellan detuvo la penetración del ejército de sudista del general Lee en Maryland, un estado dudoso, y de la Proclamación de Emancipación de los esclavos dictada por Lincoln el 22 de septiembre.
A las sugerencias de aplazar las presidenciales, Lincoln respondió:
"No podemos tener un Gobierno libre sin elecciones; y si la rebelión puede forzarnos a renunciar o aplazar una elección nacional, podría jactarse ya de habernos conquistado y derrotado"
En los primeros meses de 1864, las operaciones militares cayeron en un estancamiento. La población achacaba a Lincoln las dilaciones y la sucesión de muertes al parecer inútiles.
En mayo, una escisión de los republicanos formó un partido y presentó a John Frémont, primer candidato a la presidencia en las elecciones de 1856 y que como general se enfrentó a Lincoln hasta que abandonó su mando. El programa del nuevo Partido de Democracia Radical prometía hasta la confiscación de las propiedades de los rebeldes.
Los republicanos formaron en junio la Unión Nacional con un sector de los demócratas partidario de continuar el combate hasta la derrota del Sur. La candidatura presentó a Lincoln para la presidencia y al demócrata sureño Andrew Johnson para la vicepresidencia.
Los demócratas, que celebraron su convención a finales de agosto, escogieron al general McClellan, antiguo jefe del Ejército del Potomac, y al congresista George Pendleton, con un programa en el que proponían negociar la paz y la reunificación con la Confederación, incluso aceptando la conservación de la esclavitud. McClellan estaba resentido con Lincoln, pues el presidente le nombró generalísimo de los Ejércitos de la Unión en noviembre de 1861 y le destituyó por sus fracasos en marzo de 1862.
La campaña contra Lincoln por parte de los demócratas y de la prensa fue feroz, sin ningún freno inspirado por la guerra. Al presidente se le acusó de tener una hija ilegítima y de cobrar su salario en oro para protegerse de la inflación.
Conspiración contra Lincoln
Las expectativas eran tan sombrías que algunos jerarcas del Partido Republicano tantearon al general Grant para sustituir a Lincoln, aunque éste se negó a aceptar la propuesta. Y Lincoln hizo firmar a los miembros de su gobierno un documento en el que se comprometían a colaborar con el presidente electo durante los cuatro meses de interregno.
El pesimismo mudó en optimismo por la conquista de Atlanta el 2 de septiembre. El día 22, Frémont retiró su candidatura y pidió el voto para Lincoln, aunque lo calificó como el menos malo de los dos candidatos, con lo que permitió la unificación del bando republicano.
Las elecciones se celebraron el 8 de noviembre, con la peculiaridad de que ninguno de los dos candidatos dio mítines. El ticket de Lincoln y Johnson ganó en veintidós estados y sacó diez puntos de ventaja al de McClellan y Pendleton. El resultado en el colegio electoral fue de 212 electores frente a diecisiete.
Los soldados votaron por Lincoln
Contra los que consideran que ante las crisis, las guerras o las catástrofes, los pueblos optan por quienes les prometen recobrar la paz y la tranquilidad a cualquier precio, los ciudadanos de Estados Unidos reeligieron a un presidente cuya principal promesa era la prosecución de un conflicto sangriento.
La adhesión fue mayor entre aquellos a los que la muerte amenazaba a diario. Todos los estados permitieron el voto a los soldados mediante el correo, con excepciones como Indiana, Illinois y Nueva Jersey (donde los demócratas controlaban sus legislativos), por lo que Lincoln no pudo votar. De los 154.045 militares que sufragaron, el 78%, o sea, 119.754, lo hizo por Lincoln, y sólo 34.291 por McClellan y su paz negociada.
Con el país en guerra civil, Lincoln logró la primera reelección de un presidente en ejercicio desde Andrew Jackson en 1832.