De haber transcurrido la historia de Europa como pronosticaban los académicos a principios de los años 80 del siglo XX, Helmut Kohl (1930-2017) habría sido un canciller de la pequeña República Federal de Alemania, inferior en prestigio y méritos a Konrad Adenauer, que fue canciller entre 1949 y 1963.
A diferencia de los políticos españoles, Kohl había llegado al poder máximo en su país muy preparado: 52 años de edad, un doctorado, diez años de trabajo en el sector privado y siete años de gobierno del estado de Renania-Palatinado. En 1976 se presentó por primera vez como candidato a canciller y, aunque ganó las elecciones con un 48,6% de los votos, el socialista Helmut Schmidt renovó la alianza con el Partido Liberal.
Hasta entonces, los cancilleres en la RFA habían caído más por crisis en sus partidos o coaliciones que por derrotas electorales. Kohl había alcanzado la cancillería en octubre de 1982 por medio de una moción de censura contra Schmidt cuando los liberales cambiaron de socio. Luego había dirigido el desarrollo económico alemán y proseguido el apoyo a la OTAN decidido por Schmidt en el despliegue de misiles contra los SS-20 soviéticos.
En junio de 1989 las elecciones al Parlamento Europeo supusieron una victoria rotunda para el SPD (la CDU no superó el 30% de los votos); y en septiembre el congreso nacional de la CDU mostró la división del partido y la prepotencia de Kohl. En Francia, Italia, España y Austria gobernaban los socialistas. Además, los medios de comunicación, controlados por el progresismo, le detestaban por su colaboración con Ronald Reagan.
Pero la historia acudió a su rescate. A Kohl le gustaba citar una frase de Otto von Bismarck: "Cuando el manto de Dios pasa por la historia, hay que saltar y agarrarse a él". Y es lo que ocurrió en los meses siguientes, cuando el derrumbe del bloque socialista eliminó el legado de la posguerra.
La política se impone a la economía
En el proceso de reunificación alemán, Kohl contó con un aliado sorprendente: Felipe González. González se opuso a los intentos de Margaret Thatcher y de François Mitterrand de vetar o al menos retrasar la reunificación. Fue una de las escasas ocasiones en que la España democrática cambió su tradicional política exterior, que consiste en seguir sin vacilar a Londres y París cuando actúan juntos. Lo mismo hizo José María Aznar años más tarde, cuando abandonó el eje París-Rabat y se alió con Argel, lo que trajo las consecuencias de todos sabidas. Para que los socios de la UE aceptaran a la nueva Alemania, Kohl aceleró la unión económica y monetaria, que ya se había discutido en 1988.
En una muestra de que la política se impone a la economía, Kohl puso la riqueza del país al servicio de la reunificación: literalmente compró a Mijaíl Gorbachov y en julio de 1990 fijó una ecuación de canje de un marco de la República Democrática de Alemania por un marco de la RFA (hasta 4.000 marcos de la RDA por persona).
En noviembre de 1989 cayó el Muro, sin que nadie disparase un tiro para defenderlo. A finales de ese mes, Kohl presentó en el Parlamento su plan de diez puntos para conseguir la ansiada reunificación: proponía una confederación de los dos Estados y no establecía fechas. Sin embargo, el 19 de diciembre Kohl viajó a Dresde. El enorme recibimiento popular constituyó para él
..la señal de que los ciudadanos de la RDA querían la unidad y la querían rápido. La gente ya no quería esperar más.
Entonces, Kohl mostró virtudes de las que carecieron la mayoría de los gobernantes alemanes desde la destitución de Bismarck, en 1890: diplomacia (como sinónimo de tacto y negociación), amabilidad, capacidad de comprender el miedo que causaban las demandas alemanas en los demás europeos...
También fue capaz de enfrentarse a la izquierda: los Verdes y parte del SPD daban por inamovible la división del país y de Europa.
El miedo al IV Reich
En marzo de 1990 se celebraron las primeras elecciones libres en la RDA y la Alianza por Alemania, encabezada por Lothar de Maizière y formada en torno a la CDU, obtuvo mayoría absoluta en el Parlamento. Los intentos de la socialdemocracia de constituirse en una tercera vía entre el comunismo y el capitalismo fueron desbaratados y desaparecieron los obstáculos internos a la reunificación.
En septiembre se firmó en Moscú el Tratados Dos más Cuatro entre las dos Alemanias, EEUU, URSS, Reino Unido y Francia. Los alemanes aceptaron las fronteras establecidas en 1945 y se obligaron a reducir su Ejército. La URSS se comprometió a retirar sus tropas destinadas en la RDA antes de 1994 y a aceptar que ésta entrase en la OTAN. El 3 de octubre de 1990 se firmó el tratado de unidad entre los dos Estados. Willy Brandt, que falleció en 1992, asistió a la derrota de su Ostpolitik.
Así lo celebró Kohl:
...en apenas once meses logramos hacer realidad la unidad de Alemania gracias a la ayuda de nuestros amigos y de Dios.
En diciembre se celebraron las primeras elecciones de la reunificación. Kohl superó los 20 millones de votos, aunque con un porcentaje inferior al 44%, el menor de todos los que había obtenido en sus elecciones anteriores.
Para disipar cualquier miedo de sus vecinos a un IV Reich, Kohl, firmó un tratado de buena vecindad con Polonia (los dos parlamentos alemanes habían reconocido la frontera polaca en noviembre de 1990). También participó en la guerra contra Irak de 1990-91 con ayuda económica y en 1992, firmó el Tratado de Maastricht.
La adaptación de la RDA a la economía de mercado fue más larga de lo esperado. Las transferencias financieras del Oeste rondaron el 4% del PIB anual y en 1991 el Gobierno introdujo un Impuesto a la Solidaridad.
Aparece Angela Merkel
En el Gobierno que formó en 1991, nombró como ministra de la Mujer y la Juventud a una joven ex comunista de la RDA, Angela Merkel. Luego reconoció que la designó por la cuota del este, para colocar a políticos de la RDA, y que tuvo que enseñarle a usar los cubiertos.
En las elecciones de 1994, el canciller volvió a ganar, aunque siguió disminuyendo su electorado. Merkel recibió el Ministerio de Medio Ambiente, que desempeñó hasta 1998.
La inviabilidad del Estado de Bienestar y el cansancio con Kohl, que en esa legislatura alcanzó los 16 años como canciller, fueron los principales factores que causaron su derrota en las elecciones de 1998, a las que el político se obstinó en presentarse. El ensoberbecido Kohl, al que se le reprochaba haber perdido su empatía y su capacidad de conocer la realidad, obtuvo su peor porcentaje de voto, poco más del 35%, y fue superado por el candidato del SPD, Gerhard Schröder, que representaba todo lo opuesto a Kohl.
Schröder no sólo pertenecía a otra generación (nació en 1944), sino que en los años de plomo de la RFA había sido abogado defensor de terroristas; era partidario de la Ostpolitik (en junio de 1990 había afirmado que no existían posibilidades de reunificación); y era en su vida personal inconstante, ya que se había casado cuatro veces.
Kohl dimitió de la presidencia de la CDU. Impuso en su puesto a su eterno delfín, Wolfgang Schäuble, y Angela Merkel se convirtió en secretaria general. Ésta aprovechó un escándalo de financiación ilegal de la CDU para sustituir a Schäuble y hacerse con la CDU. También permitió que el presidente de Baviera, Edmond Stoiber (CSU), fuese el candidato en las elecciones federales de 2002, las primeras a las que Kohl no se presentó desde 1976. Stoiber quedó sólo tres escaños detrás de Schröder, pero el socialista repitió su coalición con los Verdes.
"Esa mujer está destruyendo mi Europa"
En 2005 fue el turno de Merkel, que con un 35,2% de los votos, superó a Schröder por cuatro escaños. Se formó una grosse koalition entre la CDU y el SPD como la que hubo en 1966. Merkel fue elegida canciller y ahí sigue desde entonces. A diferencia de su mentor, Merkel no ha vacilado en prescindir de sus principios y compromisos si le impiden conservar el poder: ha cambiado sus posturas sobre los inmigrantes y el matrimonio homosexual a tenor de las encuestas y las exigencias del SPD.
Semejante tacticismo a Kohl le repugnaba y lo hizo saber. En 2011, criticó a Merkel por su política de austeridad y la aplicación de sanciones económicas y políticas a Rusia, puntos en los que coincidió con su antiguo adversario del SPD Helmut Schmidt. "Esa mujer está destruyendo mi Europa" fue su frase más citada. En 2016 recibió en su casa al primer ministro húngaro, Viktor Orban, y ambos emitieron un comunicado en que dudaban de que la UE pudiera seguir recibiendo refugiados de manera ilimitada.
Los últimos años de su vida familiar fueron mustios. Hannelore, su primera esposa, que había sido violada por la soldadesca soviética en 1945, enfermó de fotofobia y se suicidó en 2001. En 2008, mientras estaba en el hospital debido a un derrame cerebral, Kohl, ya de 78 años, contrajo matrimonio con Maike Richter, una militante de la CDU 34 años menor que había trabajado en la cancillería durante su mandato. Este matrimonio, el posterior enfrentamiento con sus dos hijos y la manipulación de su funeral por Merkel, que ha impuesto su deseo de hablar en el acto pese a la voluntad contraria de Kohl, han sido un triste colofón.
En 2004, Kohl acudió a España invitado por la FAES y en su conferencia criticó la Constitución Europea por no reconocer a Dios:
...considero un gran error que en el Preámbulo de esta Constitución no se haga mención a Dios, por razones que no acepto; a mi entender, una sociedad sin vínculos con lo trascendental carece de futuro alguno.
Lo acertado de su sentencia lo comprobamos una década después.