La trayectoria política y personal de Carlos III puede analizarse a distintos niveles: el monarca urbanista, el alcalde de Madrid, el rey de Sicilia o el gobernante reformista. Fueron sesenta años de reinado sobre tres países distintos, independientes y muy diferentes entre sí, que forjaron una particular personalidad que explica las novedosas y exitosas iniciativas que emprendió.
El Museo Arqueológico Nacional, con motivo del III centenario del nacimiento del monarca, ha querido subrayar sus logros en política exterior –basados en la Armada, el Ejercito y la diplomacia– y sus aportaciones científico-culturales que aumentaron el prestigio internacional de nuestro país. La exposición "Carlos III: proyección exterior y científica de un reinado ilustrado", organizada por Acción Cultural y comisariada por el profesor de Historia de América de la Universidad Complutense Miguel Luque, reúne más de 100 piezas de casi cuarenta instituciones españolas y extranjeras. Son objetos cuya valía no reside tanto en su valor artístico como en su aportación histórica.
La exposición se articula en torno a cuatro aspectos de la vida de Carlos III. En primer lugar, su formación como gobernante en Italia que le despertó la curiosidad por el conocimiento. Destaca, por ejemplo, la Caja de Herculano, una pieza original que llegó a España en 1761 y que contiene siete frutos carbonizados por la erupción del Vesubio.
En segundo lugar, pone de relieve su llegada al trono de España y las reformas ilustradas emprendidas en las casi tres décadas que ostentó el cargo, periodo en el que logró grandes empresas como la reorganización de la Marina española, la adopción de una nueva bandera como símbolo –cuyo decreto original se exhibe en la muestra–, las políticas de repoblaciones o la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios de la Monarquía en 1767 –cuyo manuscrito original con rúbrica y sello del Rey está expuesto–.
La proyección internacional de la monarquía se descubre desde varios frentes: en su aportación en la Guerra de los Siete Años, primer conflicto armado a escala global de los tiempos moderno, y en el apoyo velado a la independencia de los Estados Unidos, donde se buscó atacar a los intereses británicos –la exposición incluye, por ejemplo, una carta de 1775 de Benjamin Franklin al infante Gabriel de Borbón–. Carlos III no obvió a las potencias emergentes. De hecho, contrajo matrimonio en 1738 con la reina María Amalia de Sajonia.
Se reserva para el final de la exposición los objetos referentes a las exploraciones científicas que emprendió a gran escala, terrestres y marítimas. "Las piezas de América que posee España son únicas por su rareza, su antigüedad y, sobre todo, porque son las únicas contextualizadas. Se sabe de dónde salieron, cuándo y su trayectoria", destacó el comisario. Hay piezas como un panel glífico maya, un umete tahitiano y cartografías del periodo.
Además, durante su reinado se creó el Real Jardín Botánico en Madrid para estudiar la flora y la fauna de América y un parque zoológico en los jardines del Palacio del Buen Retiro. La muestra recoge el óleo Osa hormiguera, un anónimo de 1776 que representa a uno de los ejemplares de fauna americana que llegaron a Madrid. "Murió de hambre porque no sabían alimentarla", comentó como anécdota el comisario.
La exposición puede visitarse desde el 16 de diciembre al 26 de marzo en el Museo Arqueológico Nacional. La entrada es gratuita.