A la muerte de Felipe II, se abre el período de los Austrias menores: Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Se les llama así porque los tres monarcas, que ocupan el siglo XVII, entregaron el gobierno a validos poderosos, y en sus reinados España perdió su hegemonía.
Todo el reinado de Felipe III, de 1598 a 1621, está bajo el signo de Francisco Gómez de Sandoval, así como la vida anterior del monarca. El aristócrata supo introducirse en el servicio al infante Felipe, que se convirtió en príncipe de Asturias al fallecer su hermano mayor, Diego, en 1582.
Cuando fue proclamado rey, Felipe III convirtió a Gómez de Sandoval en su valido, le concedió el ducado de Lerma y le entregó su firma. El soberano daba órdenes a sus ministros y consejeros de esta manera:
"El rey, por billete del duque de Lerma, manda..."
Para dar cuenta del poder del ministro baste la siguiente historia. Un soldado que quería presentar a Lerma sus demandas no obtenía audiencia y, desalentado por la espera, se la pidió a Felipe III. El rey le escuchó y le dijo que acudiese a su valido. El soldado contestó: "Si yo pudiera hablar al duque, no viniera yo a Vuestra Magestad".
No es que Felipe III fuese tonto o incapaz, es que no quería ahogarse en los asuntos de gobierno, que habían agotado a su padre. El monarca mantenía las últimas decisiones en sus manos, pero la labor de despachar con embajadores, organizar audiencias y leer informes la delegaba en su valido.
Éste, que formó una camarilla, dirigió una campaña de propaganda que consistió en obras literarias y teatrales que legitimaban su valimiento acudiendo a la Biblia y la historia.
El imperio, descomunal desde la anexión de Portugal, era difícil de conservar y tenía numerosos enemigos. Tanto Felipe III como Lerma optaron por una política de liquidación de algunos de los conflictos. Seguían el camino indicado por Felipe II, que había pactado la paz con Francia en 1598. Así, entre 1604 y 1609, España firmó paces con Inglaterra y Holanda; también se proyectó una alianza con el Sha de Persia para atacar a los turcos.
Lerma trató de ordenar la Hacienda y también que Portugal y los reinos de la Corona de Aragón aportasen más oro y hombres, pero fracasó. Esas aristocracias locales no quisieron renunciar a sus privilegios. A causa de la política pacificadora, surgió un partido opuesto a ella, porque consideraba que debilitaba el Imperio. Este grupo logró la destitución del valido en 1618. Le sustituyó en la privanza su hijo, el duque de Uceda, más inepto.
Las decisiones más célebres
Entre las decisiones más célebres se cuenta el traslado de la corte de Madrid a Valladolid, en 1601. Se suele atribuir la causa a la especulación inmobiliaria de la que se aprovechó Lerma, que también se embolsó sobornos de ambos ayuntamientos. Pero parece que la finalidad era apartar al rey de su abuela, la emperatriz viuda María, que vivía en el convento de las Descalzas Reales, hoy sede del Tribunal Supremo.
A Felipe sólo tenían libre acceso e influencia dos personas: su abuela y su esposa Margarita. Ambas eran contrarias al valimiento de Lerma, por el poder que acumulaba y su corrupción. Doña María murió en 1603 y la corte volvió a Madrid tres años más tarde.
Se dice que mientras agonizaba, Felipe prometía a Dios, si le daba más vida, enmendarse y cambiar su forma de gobierno. Falleció a los 42 años de edad. Al menos bajo su reinado comenzó el Siglo de Oro de la cultura española.