El dicho popular sostiene que las mentiras "tienen las patas cortas". Será en la vida cotidiana, porque en la universitaria las mentiras avanzan con grandes zancadas. Los españoles lo podemos comprobar si nos acercamos al consenso de los historiadores sobre la II República, la Guerra Civil y el régimen franquista.
El "Y punto" de Viñas como argumento
Un ejemplo es la fabulación de que el general Franco hizo matar al gobernador militar de Las Palmas, general Amado Balmes, para dejar Santa Cruz de Tenerife y poder subir al avión que le trasladó a Marruecos. Según el fabulador, el catedrático Ángel Viñas, esa muerte accidental "¡es un asesinato con premeditación y alevosía. Y punto!". Un historiador aficionado, Moisés Domínguez, ha demostrado que la narración no pasa de ser una novela, y encima poco verosímil, ya que ha encontrado hasta la autopsia que se realizó a Balmes. Pero la academia sigue difundiendo la fábula. El único profesor que yo sepa se ha atrevido a señalar al rey desnudo ha sido Stanley Payne en su El camino al 18 de julio.
Un cínico —o quizás un realista—, afirmaba que en la universidad se producía la sustitución de las teorías o los paradigmas desfasados por otros nuevos sólo cuando los viejos que habían elaborado los primeros y se negaban a aceptar las novedades se jubilaban o se morían. Yo aceptaría la afirmación anterior si hubiera esa sustitución de teorías, pero es que los años pasan y vemos que, en este caso, las mentiras se mantienen, incluso engordan. Bien lo sabía el militar, ingeniero e historiador Jesús María Salas Larrazábal, fallecido el 29 de marzo, que, junto con el periodista Vicente Talón, introdujo racionalidad y hechos en el episodio más manipulado de la guerra civil española: el bombardeo de Guernica, realizado el lunes 26 de abril de 1937 por las aviaciones de Italia y Alemania.
Talón reveló (Arde Guernica) que el delegado del Gobierno vasco había suspendido el tradicional mercado del lunes, aparte de tomar otras medidas para proteger a la población de un bombardeo, cosa lógica debido al bombardeo de Durango efectuado por los italianos el 31 de marzo; la cercanía del frente; y las tropas y fábricas militares que había en la pequeña ciudad. Salas redujo el número de muertos a menos de 130, de los que dio nombre y apellidos, cuando la historiografía antifranquista y abertzale había impuesto el número de 1.654 fallecidos. Para desprestigiar a Salas, que expuso por escrito sus descubrimientos por primera vez en 1981, se le tildó de "general franquista", cuando sus dos ascensos a general de brigada y de división los aprobaron sendos Gobiernos socialistas presididos por Felipe González.
¿El peor libro de Anthony Beevor?
En La Guerra Civil española, escrito para el septuagésimo aniversario de la contienda, el historiador británico Anthony Beevor dedica poco más de dos páginas al bombardeo de Guernica, y, como le replicó Salas en su último libro:
demuestra que en el siglo XXI pueden seguir escribiéndose insensateces sobre el bombardeo de Guernica. Antepone versiones de escritores de su nacionalidad, aunque se alejen por completo de la realidad, a serias investigaciones de españoles, alemanes e italianos.
Entre otros errores, Beevor escribe que en Guernica "era día de mercado"; no menciona el primer bombardeo, que fue realizado por los italianos y había alertado a los habitantes; repite que los aviones alemanes ametrallaron a las personas que estaban dentro de las calles de la villa; inventa que de Bilbao, más alejado del frente, huía gente a Guernica que llegaba a ésta mientras se producía el bombardeo; ignora las intenciones de los corresponsales británicos de lanzar una campaña contra la amenaza nazi exagerando los horrores de la Luftwaffe... Y por último se sacude su responsabilidad con este párrafo:
Nunca se ha sabido con certeza el número de muertos y heridos que produjo el ataque. El gobierno vasco sostuvo que un tercio de la población (1.654 muertos y 889 heridos) sufrió en sus carnes el bombardeo, aunque las investigaciones más recientes sostienen que los muertos no pasaron de 300.
¿En qué quedamos? ¿Se conoce o no se conoce el número de víctimas? ¿Qué merece más crédito a un historiador: la declaración de uno de los bandos en una guerra o las posteriores investigaciones?
Las ciudades bombardeados por el Frente Popular
Una de las mentiras que forman parte de la leyenda de Guernica es que se trató del primer bombardeo aéreo de una ciudad. El Gobierno del Frente Popular había hecho bombardear por su aviación, según enumera Salas: Ceuta (20, 26 y 28 de julio), Tetuán (20 y 28 de julio), Melilla (26 y 28 de julio) Larache (28 y 7 de agosto), Cádiz (20 y 26 de julio y 7 de agosto), Toledo (22 de julio), Sevilla (23 y 26 de julio), Córdoba (26 de julio, 5 y 22 de agosto), Siétamo y Leciñena (1 y 2 de agosto), Algeciras y Tarifa (7 de agosto), Palma (13 de agosto), Huesca (24 y 27 de agosto), Oviedo (21, 24, 25 y 27 de agosto)
En la última actualización de su investigación, Guernica, el bombardeo: la historia frente al mito (Galland), editado en 2012, y de donde sacamos las citas anteriores, Salas volvió a desmontar los puntos de la leyenda sobre Guernica tanto los antiguos que provienen de los años de la guerra, como los nuevos. Entre éstos, destaca la afirmación de dos escritores británicos, Gordon Thomas y Max Morgan, en su novela El día en que murió Guernica (1976), de que la víspera del bombardeo hubo una reunión en Burgos de Franco, Mola, Richthofen (jefe de estado mayor de la Legión Cóndor), Velardi (jefe de la Aviación Legionaria italiana) y otros militares para planear el ataque genocida. Esa reunión era imposible entre otros motivos porque Franco, en Salamanca, se enfrentaba a la rebelión de algunos falangistas y carlistas que no aceptaban su unificación en FET de las Jons; el día 25 había sido detenido el jefe falangista Manuel Hedilla.
Sin embargo, los hechos siguen siendo ignorados en favor del mito. En un artículo del profesor universitario y militar Fernando Puell de la Villa, publicado en el número 7 de la revista Desperta Ferro dedicado a la guerra en Vizcaya en 1937, se incluye un mapa con los datos de la leyenda: bombardeo ininterrumpido "durante más de tres horas" y 1.654 muertos, según el Gobierno vasco.
Mientras la Academia se cierra a la verdad, como la cripta de un vampiro a la luz, la villa de Guernica no tuvo reparos en invitar a Salas Larrazábal a actos sobre el bombardeo.