Las guerras de los siglos XIX y XX suelen dejar tras de sí soldados que renuncian a rendirse cuando sus mandos militares y políticos han capitulado o que lo hacen meses más tarde.
Los españoles recordamos a los Últimos de Filipinas, la guarnición del fuerte de Baler que resistió hasta junio de 1899, cuando España había firmado el Tratado de París con EEUU en diciembre de 1898.
Las autoridades supervivientes del III Reich aceptaron en 7 de mayo de 1945 la rendición incondicional, pero en julio y agosto de 1945 aparecieron en las costas de Argentina dos submarinos, el U-530 y el U-977, que han sido un filón para los escritores de ciencia-ficción y los conspiranoicos, ya que engendraron las teorías sobre la huida de Hitler a Sudamérica o sobre la existencia de una base nazi en la Antártida.
Los casos más sorprendentes fueron los de algunos militares japoneses de la Segunda Guerra Mundial, que siguieron escondidos en islas y selvas hasta entrados los años 70.
En EEUU se han realizado películas sobre grupos de guerrilleros e individuos que renunciaron rendirse después de que las fuerzas militares se entregasen en abril de 1865 y huyeron al Oeste. Sin embargo, la última unidad militar regular confederada en rendir su bandera no fue de caballería, sino naval: un barco, el CSS Shenandoah, que lo hizo hace ahora 150 años, el 6 de noviembre de 1865.
Recurso a los corsarios
Cuando estalló la guerra civil de Estados Unidos, el Norte superaba al Sur en todas las magnitudes: población, producción de acero y armamento, kilómetros de vía férrea y, por supuesto, flota de guerra y mercante. Pero antes de que se rompiesen las hostilidades, el Congreso de los estados confederados, que habían empezado a proclamar su separación meses antes (el primero fue Carolina del Sur el 20 de diciembre de 1860), crearon su armada mediante un decreto de 21 de febrero de 1861.
Las fuerzas navales estaban desequilibradas a favor de la Unión. Ésta tenía en torno a noventa buques mientras que el Sur contaba con poco más de una docena. Por ello, los confederados decidieron recurrir al corso: el presidente de los Estados Confederados de América, Jefferson Davies, ofreció patentes de corso, medida que semanas después fue aprobada por el Congreso. Estados Unidos no había aceptado la Declaración de París de 1856 que prohibía los corsarios.
La pequeña marina confederada creció en los años siguientes y causó grandes daños al comercio de la Unión. La audacia de sus capitanes llevó la guerra de Secesión a las costas europeas y asiáticas. Uno de esos corsarios, el CSS Alabama, en sólo dos años (agosto de 1862-junio de 1864) hundió 65 navíos, desde las Indias Orientales al golfo de México, y causó pérdidas que entonces se calcularon en 6 millones de dólares (que equivaldrían a más de 90 millones de hoy). Su navegación concluyó cuando el USS Kearsarge le hundió junto al puerto francés de Cherburgo.
El CSS Shenandoah, que se movía a vela y vapor, fue otro de esos corsarios que recorrieron los océanos del mundo en busca de presas. Se trataba de un buque mercante (1.160 toneladas de desplazamiento, 70 metros de eslora y 9,9 metros de manga) construido en unos astilleros escoceses y botado en 1863. Con el nombre de Sea King, se dedicó al transporte de té y de tropas en el Imperio Británico hasta que la Confederación lo compró en secreto en octubre de 1864 y lo renombró como CSS Shenandoah. Zarpó entonces de Londres y, acompañado por otro buque de la Confederación, el mercante Laurel, se dirigió a las Azores. En ese archipiélago portugués, el Sea King se convirtió en el Shenandoah: se armó con ocho cañones de diferente calibre y subió a él su tripulación, formada por 109 hombres.
El 19 de octubre de 1864, en el CSS Shenandoah se arrió la bandera británica e izó la Stainless Banner. El capitán, James Waddell, un sudista que había sido oficial de la Marina de los Estados Unidos, que había participado en la guerra contra México y luego navegado por el Pacífico, dirigió el barco primero al Índico, en la ruta del Cabo de Buena Esperanza a Australia, y después, cruzando entre Australia y Tasmania, penetró en el Pacífico, con el objetivo de hundir o apresar balleneros con bandera de la Unión. El CSS Shenandoah se dirigió al norte y hasta cruzó la línea del Círculo Ártico en junio de 1865, cuando el general Robert Lee se había rendido al general Grant. En esa fría región, capturó y destruyó 32 balleneros.
Desde Alaska a Liverpool
El capitán de un barco capturado el 27 de junio le entregó a Waddell un periódico editado en San Francisco que describía la rendición de Lee, pero también que el Gobierno confederado seguía empeñado en mantener la guerra. El 3 de agosto se encontró con un buque matriculado en Liverpool que le dio las noticias de la rendición y captura del presidente Davies.
El corso no estaba incluido en la amnistía federal promulgada para los combatientes del Sur, por lo que para evitar un juicio por piratería y la cárcel o la ejecución, el capitán Waddell y su tripulación (entre la que había súbditos británicos) se dirigieron al puerto de Liverpool, que había sido la base de los corsarios confederados, a través del estrecho de Magallanes y del Atlántico: un viaje de 9.000 millas náuticas que duró tres meses. El CSS Shenandoah fue el único barco confederado que circunnavegó el globo. Su tripulación no sufrió ninguna baja por fuego y sólo registró dos muertes por enfermedad.
La bandera confederada del buque fue, oficialmente, la última de los estados secesionistas en arriarse. Wadell regresó a su patria en 1875, donde recuperó su carrera como oficial mercante. Murió en 1886. En 1866, el Gobierno de los Estados Unidos vendió el CSS Shenandoah al sultán de Zanzíbar y lo renombró como El Majidi.