Cualquier fan de la Trilogía del Dólar es muy posible que tenga bien guardada en su memoria cinematográfica la magnífica secuencia final de El Bueno, el Feo y el Malo. Una película de referencia en el género de cine del oeste, o spaghetti western en este caso, y cima en la carrera del director Sergio Leone. Pero la crítica cinematográfica no es el motivo de este reportaje.
En el año 1966 un equipo de rodaje capitaneado por Leone eligió un lugar casi perdido, un valle de la provincia de Burgos para crear, de la nada, uno de los decorados más emblemáticos de la historia del cine: el cementerio de Sad Hill, lugar en el que se rodaría el apoteósico duelo final, a tres, entre Clint Eastwood (el Bueno) Eli Wallach (el Feo) y Lee Van Cleef (el Malo) acompañados con la música de Ennio Morricone. Este emplazamiento natural tuvo su protagonismo hace cinco décadas y ahora vuelve a la vida, después de 50 años casi en el olvido.
Esta recuperación ha sido posible gracias al empeño voluntario de los creadores de la Asociación Cultural Sad Hill, que en su origen fueron tres entusiastas a los que se unieron posteriormente muchos más. 50 años después y tras mucho trabajo de reconstrucción del decorado, el lugar es un destino obligado para los seguidores de la película.
Este impresionante paraje natural se abre al recorrer un estrecho camino entre Santo Domingo de Silos y Salas de los Infantes, de difícil acceso, en cuyo punto más alto se disfruta de una vista privilegiada: el valle y el cementerio de Sad Hill en el centro. Para los que somos aficionados al cine de Leone y a su irrepetible Trilogía del Dólar esta panorámica hace que se nos salten las lágrimas de emoción, y no por el oro, sino también por viajar 50 años en el tiempo directamente al rodaje de la película, a la época en que se desarrolla la historia y al lejano oeste americano. Todo eso está presente en este lugar tan especial de Burgos.
Ya en el centro del valle se ven en la lejanía algunas vacas pastando en lo que ha sido desde siempre su tierra. Una tierra bajo la que ha permanecido sepultado el cementerio hasta hace menos de un año, cuando los decididos voluntarios de la asociación se propusieron limpiar el terreno y devolver de nuevo a la vida a Sad Hill.
Javier, uno de los voluntarios que ha participado durante los últimos meses en la recuperación del lugar comenta que para él "ha sido una experiencia muy gratificante. Durante el trabajo el empedrado parecía que no era muy grande y veías que no avanzabas" relata, orgulloso del éxito del proyecto. Hugo, otro de los vecinos de la zona que ha ayudado, comenta, mientras observamos desde el mismo centro del cementerio, que "el escenario acabado recrea totalmente la película, empiezas a ver los paisajes, llegas aquí, está tal cual".
La película continúa teniendo un ejército de seguidores y entusiastas en todo el mundo. Tanto es así que "un colaborador estadounidense ha pedido que sus cenizas sean esparcidas por el cementerio" cuenta David Alba, uno de los creadores de la asociación.
Durante los últimos meses de trabajo han surgido muchas anécdotas en todo el proceso, pero quizá una de las más curiosas ha sido la de unos novios holandeses que eligieron este decorado de cine para casarse, según cuenta David. Un escenario inigualable tanto para contraer nupcias como para un duelo a muerte.