Un aspirante a candidato a cualquier elección (local, regional, nacional, supranacional) debe estar al tanto de las palabras y las frases que impresionan al público y a los jefes. Solo tengo espacio para una sola lección, pero, si se aprovecha bien, el éxito está asegurado.
Por ejemplo, nuestro candidato debe pronunciar sin dudarlo "prisión permanente revisable". No importa que sea un oxímoron. La cosa es no decir "cadena perpetua" sin más, como se expresaban nuestros antepasados.
Recordemos que en tiempos de nuestros tatarabuelos se decía mucho "horizontal" como sustantivo. Era el equivalente de una puta. Más finos eran todavía en el siglo XVI, que a la tal, en los documentos oficiales, se etiquetaba como "mujer enamorada". Tampoco queda bien hoy el adjetivo vertical, tan franquista. Lo nuestro es ahora lo transversal. Si quieren una frase redonda, apunten esta para mítines y declaraciones: "Relato transversal contundente en todo los ámbitos". Todas esas voces se pueden espolvorear en el discurso, vengan o no a cuento, y queda uno como Dios.
El candidato debe perder miedo a los pleonasmos. Por ejemplo, si dice "mundo global" resulta mucho mejor que "mundo" o "globo”.
El candidato que se precie debe aprender a manejar bien los verbos negativos. Sugiero algunos: "No hay que bajar la guardia" (aplicable al terrorismo, la lucha contra el paro, cualquier cosa). "No se descarta nada" (ideal para indicar que no se tiene ni idea de algo). “No hemos sabido explicar bien a los ciudadanos” (apto para aparentar una cierta autocrítica, que siempre queda bien).
El verbo trabajar es utilísimo en una nación poco propensa al esfuerzo, la dedicación. Si el candidato es del partido que gobierna, procurará dar ánimos con la expresión "Seguimos trabajando". Quiere decir que el problema de que se trate sigue sin resolver, pero hay que darles más tiempo. Cuando un candidato se vea acorralado en una entrevista respecto a los casos de corrupción de su partido, siempre podrá decir: "Hay que dejar trabajar a los jueces".
El candidato deberá poner cara compungida cuando arguya que su dedicación al servicio público "le resta tiempo para estar con su familia". Es fundamental el verbo restar. Nada de quitar.
El candidato debe proveerse de muchas cantidades, a poder ser con un decimal, sean las que sean. Un "0,2%" es mucho mejor que "nada" o “cero”. Un discurso o unas declaraciones sin cifras son como una comida sin vino o sin postre. Debe recordarse que el porcentaje citado, sea cual fuere su valor, siempre resulta alto. Por ejemplo, "un 40%" de cualquier cosa parece mucho. Nadie piensa que lo que falta, el 60%, significa todavía más. Si los resultados de una encuesta resultan poco alentadores para su partido, siempre cabe decir, como si fuera un descubrimiento: "La verdadera encuesta es la que se produce el día de la votación". Si se le pregunta con qué partido o partidos van a pactar después de las elecciones, la respuesta ingeniosa es: “Nosotros vamos a gobernar solos, no necesitamos a nadie”.