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Glaciar de la Maladeta: así se fabrica una mentira climática

Una organización ecologista de extrema izquierda ha colocado a todos los medios que el glaciar de la Maladeta había perdido 41 metros de hielo, cuando sólo ha perdido 4 centímetros. Fue la catástrofe estrella de la semana pasada. Era todo mentira.

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Durante la semana pasada hemos asistido en vivo y en directo a la fabricación, difusión y desmentido de una mentira climática por parte de una organización ecologista. Ha sucedido aquí, en España, delante de nuestras narices, devolviéndonos por un par de días al famoso pez mutante del Ebro que sólo existió en la mente de Ecologistas en Acción allá por 2002. Entonces, los ecologistas decidieron que "sería un buen golpe de efecto difundir esta información y desmentirla unos días después." Funcionó a la perfección, todos publicaron el primer teletipo, pocos el segundo, el del desmentido.

El escándalo climático del mes de enero fue la marcha atrás del IPCC respecto a la fusión de los glaciares del Himalaya, que habían vaticinado que se produciría antes de 2035. La noticia golpeó con fuerza la prensa mundial –no tanto la española– y puso a los ecoalarmistas de nuevo contra las cuerdas.

Pues en esas estábamos cuando, la semana pasada, las principales agencias españolas de noticias enviaron a todos los medios de comunicación del país una sorprendente noticia: El glaciar pirenaico de la Maladeta había perdido 41 metros de espesor en los últimos años. Increíble pero, viniendo de una agencia, cierto.

La noticia nacía de un comunicado emitido por la asociación ecologista Globalízate, radicada en Madrid y dirigida por Mario Cuéllar, un activista de extrema izquierda. Dos días después, y ante la estupefacción de los que no tragaban con semejante mentira, Cuéllar envió un nuevo comunicado desdiciéndose. El glaciar de la Maladeta no había perdido 41 metros de espesor sino 4 centímetros, es decir, 37 mm de agua equivalente.

Glaciares pirenaicos

En el Pirineo español quedan actualmente 18 aparatos glaciares, de los cuales 9 son glaciares propiamente dichos, 3 glaciares rocosos y 6 heleros. Todos son muy pequeños y carecen de lengua glaciar, es decir, se encuentran en su última fase antes de la fusión. El primero en catalogarlos fue el geógrafo francés de origen alsaciano Franz Schrader. Observó y midió un total de 27 glaciares en 1894 que, ya por entonces, se encontraban en recesión a pesar de que la gran emisión de CO2 del siglo XX aún no había llegado. Porque, y esto no suelen contarlo los ecologistas, el clima se ha enfriado y calentado infinidad de veces sin que el ser humano tuviese nada que ver en ello.



No se dispone de medidas antes de 1894, pero todo indica que crecieron durante la pequeña edad de hielo (entre los siglos XV y XIX) y disminuyeron durante el óptimo medieval quizá hasta su desaparición. Durante la última glaciación, –hace unos 10.000 años– alcanzaron su máxima extensión bajando y labrando algunos valles como el de Arán, Benasque, Pineta o Tena, que, por su forma de artesa, son idénticos a los de los Alpes y otras áreas fuertemente glaciadas en el Cuarternario.

Teniendo en cuenta que el clima se ha calentado de un modo sostenido desde el último mínimo hace unos 200 años, lo más probable es que los glaciares del Pirineo se sigan fundiendo de un modo natural. A no ser, claro, que la Tierra vuelva a enfriarse, crezcan de nuevo los que sobreviven y reaparezcan los extintos en el último siglo. Pero eso no lo puede saber nadie.

Dudas razonables Espesores de hielo en la Maladeta

La primera pregunta que asaltó a los que tienen un conocimiento mínimo sobre los glaciares pirenaicos fue si realmente había en el Pirineo un glaciar con 40 metros de espesor. La segunda fue, partiendo de la hipótesis que los glaciares pirenaicos tienen 40 metros de espesor, si es posible perder esa ingente cantidad de hielo en sólo unos años.

Bien, a través de los datos que ofrece el ministerio de Medio Ambiente, –nada sospechoso, por otro lado, de escepticismo climático- sólo hay un glaciar en todo el Pirineo español que alcance los 40 metros de espesor, el de la Maladeta, situado en el Valle de Benasque entre los 2.800 y los 3.200 de altitud. Muy cerca se encuentra el glaciar del Aneto, más extenso pero menos espeso. Según el ministerio, el del Aneto alcanza en su cima un espesor máximo de unos 30 metros.

Luego, teóricamente sería posible que se fundiesen 40 metros de hielo en la Maladeta, porque los hay, pero sólo en un área minúscula al abrigo de la cumbre a unos 3.100 metros de altura. Si el falso aviso de Globalízate fuera cierto implicaría que el glaciar de la Maladeta se ha derretido por completo.

Pero no ha sido así, sigue ahí para quien quiera acercarse hasta el Pirineo oscense a verlo con sus propios ojos. Sorprende que el periódico más cercano al glaciar, el Diario del Alto Aragón, que tiene la redacción en la misma Huesca y delegaciones en todo el Pirineo, diese la noticia sin siquiera mirar por la ventana y constatar que el glaciar estaba allí y era, aproximadamente, del mismo tamaño que dos años antes.

En posible que el glaciar termine por fundirse si la temperatura global aumenta (lo que en absoluto sería un drama sino todo lo contrario), pero para eso aún falta tiempo. Si la Maladeta perdiese 8 centímetros cada año de un modo lineal, la parte más espesa del glaciar tardaría en fundirse unos quinientos años. La pena es que Globalízate ya no estará aquí para anunciárnoslo.

Glaciar del Monte Perdido (Huesca)Quién mide los glaciares españoles

Al margen de los aficionados a la climatología que se reúnen en foros de Internet y que hacen, entre otras muchas cosas, seguimiento del estado de los glaciares, el ministerio de Medio Ambiente es el responsable de estudiar la evolución y la situación actual de la cubierta glaciar, que en España está circunscrita a los Pirineos. A nivel internacional el World Glacier Monitoring Service (WGMS), que pertenece a la Universidad de Zúrich, tiene como glaciar de referencia en España el de la Maladeta.

De hecho, los datos falsos que Globalízate anunció a bombo y platillo, partieron de esta institución suiza. Pero los analistas de esta asociación, presuntamente dedicada al estudio del cambio climático, no supieron leer los datos y, sin siquiera contrastarlos con la realidad, con otras mediciones o con el sentido común, se apresuraron a dar la voz de alarma. Donde el WGMS decía -37 mmew (milímetros de agua equivalente) Globalízate entendió 37 mew (metros de agua equivalente). En ningún momento Mario Cuéllar se detuvo a consultar el espesor real del glaciar en cuestión porque, quizá, importaba más vender una catástrofe que constatar que la Maladeta no se fundirá hasta dentro de mucho tiempo.

Por qué la prensa no advirtió el disparate

Una vez conseguido el impacto mediático y la publicidad gratuita, Mario Cuéllar se desdijo publicando una nota y disculpándose por la errata, una errata de casi 41 metros. Porque, en esta chusca historia del glaciar de la Maladeta, lo peor no era la noticia en sí, sino el hecho de que todos los periódicos de España, sin importar región ni línea editorial, se hiciese eco automáticamente del disparate.

Un repaso a la prensa nacional de la semana pasada pone los pelos de punta. A excepción de Libertad Digital, que decidió no publicar la nota porque sospechaba que esos datos eran falsos, el resto de medios se apuntó entusiasta a derretir de un golpe uno de los glaciares más grandes de España. Hasta el diario digital de los Pirineos, que se edita en Jaca, dio cabida al bulo. Al igual que con los redactores del Diario del Alto Aragón, los de Pirineo Digital no se tomaron ni la molestia de acercarse hasta el valle de Benasque para comprobar si el glaciar seguía allí por la simple razón de que 40 metros menos hubiera supuesto su desaparición.

Por descontado, casi ningún medio ha publicado el desmentido. Una vez más vence la mentira disfrazada de verdad publicada, que es el caldo en el que viven la farsa calentológica desde hace dos décadas. Visto lo visto habría que crear junto al WGMS, el observatorio glaciar de Zúrich, un observatorio de la mentira ecologista. Trabajo no le iba a faltar.  

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