Está el sistema de la báscula, también los que se fijan en lo que les dice su talla de pantalón y quienes prefieren dejar en manos del sujetador la evolución de su peso corporal. Los nuevos sostenes no son capaces de calibrar los kilos de una persona, pero sí pueden incorporar un sensor que controle las situaciones en las que se tiende a comer más lo debido. El estrés es una de ellas. Con frecuencia desemboca en una mayor ingesta de alimentos que, a su vez, genera mayor tensión por haber comido más de la cuenta. Un circulo vicioso muy desasosegante.
Para evitarlo, Microsoft ha desarrollado un sujetador hecho con un material especial que es capaz de monitorizar la ansiedad mediante un básico electrocardiograma (EKG) y que, en consecuencia, permitirá controlar las tentaciones de atracón. Este "technosostén" tiene un microprocesador incorporado y alimentado por una pequeña pila de 3.7 voltios, que es capaz de capturar las bioseñales de ocho canales simultáneamente.
Los sensores miden el ritmo cardiaco y la respiración con un sensor de EKG, la conductividad cutánea mediante un sensor de actividad electrodermal y el movimiento con un acelerómetro y un giróscopo. Los datos obtenidos se envían a un smartphone y a un ordenador. Del análisis y la evolución de los ratios conseguidos los científicos son capaces de predecir los cambios en el estado de ánimo que pueden desembocar en estrés y en la desmesura alimentaria.
De momento, el technosostén está dando sus primeros pasos. Uno de los principales retos es encontrar un sistema de alimentación que dure más que las cuatro horas que proporciona la pila de 3.6 voltios. Y sí, también se ha intentado aplicarlo a los calzoncillos masculinos, pero, además, de que todavía no se ha resuelto cómo gestionar "movimientos imprevistos", se trata de una zona lo suficientemente alejada del corazón como para poder medir la actividad cardiaca.