El nacimiento de dos perros verdes en un pueblo de Valladolid no sólo ha sorprendido a los dueños de los canes, sino que acaba de echar por tierra el popular refrán español que hace alusión a esta rareza.
Los hechos sucedieron la semana pasada, cuando vinieron al mundo cinco podencos en La Rehala Los Basares en Laguna de Duero, según informa el diario digital Laguna al día. Lo primero que pensaron los propietarios al darse cuenta de que dos de los cachorros de la camada de su perra Mikaela eran de color verde fosforito, es que los animales se había manchado con algo, y claro, trataron de lavarlos.
La tarea de limpieza no surtió efecto y los canes seguían tan verdes como antes. Tal y como relata Aída a Libertad Digital, rápidamente llamaron al veterinario, que tampoco se creía lo que estaba pasando. "Pensaba que le estaba gastando una broma", cuenta la dueña, "hasta que no le mandé las fotos, no se lo creyó".
Lo triste de la noticia es que uno de los cachorros murió a los pocos días. El otro, al que han bautizado muy acertadamente como Trébol, sigue vivo y "aunque se le nota más débil que los demás, irá mejorando porque, según nos ha dicho el veterinario, va a ir perdiendo el color", cuenta su ama.
¿Cuál es la explicación?
El veterinario de los perritos, Daniel Valverde, explica a este periódico que "hasta que me llamó Aída nunca había oído nada similar". El experto contactó con la Facultad de Veterinaria de Madrid y son ellos los que están estudiando al cachorro que murió.
Valverde explica que el motivo de este fenómeno insólito está en una sustancia llamada biliverdina, que se encuentra en la placenta de los mamíferos. La biliverdina es un líquido verde compuesto por los desechos del animal. "Es como si el perrillo estuviera intoxicado", asegura.
Valderde cuenta que lo que están investigando en la Facultad de Veterinaria es cómo ha pasado ese líquido al animal, si ha sido a partir de algún órgano, o a través de un virus.
Hay que decir que este no es el único caso del mundo. En el año 2010, pasó algo similar en Brasil con un labrador de color verde. Los expertos de entonces también acudieron a la biliverdina para justificar la extraña pigmentación.
