La semana pasada se produjo una fuerte polémica debido a que se le había denegado al joven físico Diego Martínez Santos la entrada en el programa Ramón y Cajal, diseñado para permitir el regreso a España de científicos de talento, por no ser su currículum "suficientemente bueno". El hecho ha servido para criticar una vez más los recortes o la incapacidad del Gobierno para reconocer el talento.
Como la mayoría de los españoles, y diríase que todos los periodistas incluyendo a Elvira Lindo, somos incapaces de discernir la calidad del trabajo de un científico, la clave estuvo en la concesión de un premio que, según los medios, lo distinguía como "el mejor físico joven europeo", llegando en algunos casos especialmente exagerados a calificarlo directamente como "el mejor físico de Europa". Además, se aseguraba que el programa Ramón y Cajal concede becas, cuando son contratos de trabajo de 5 años de duración.
Sin embargo, como desveló el blog De la I a la D, el premio concedido a Diego Martínez no lo califica como el mejor físico joven del continente. La Sociedad Europea de Física cuenta con diez divisiones en la que separan distintos campos e intereses dentro de una ciencia tan amplia y compleja como es la Física. Una de ellas, la dedicada a la física de partículas o de altas energías, concede cinco premios con periodicidad bienal, uno de ellos destinado al mejor trabajo de un físico experimental joven, que es el que ha recaído en Diego Martínez.
Por hacer una analogía, aunque sin duda Diego Martínez es un científico de talento, calificarle del mejor físico europeo joven es como decir que Jennifer Lawrence es la mejor actriz de Hollywood porque ha ganado el Oscar de este año.
Se da además la circunstancia que entre los 20 integrantes de la comisión encargada de decidir a quién se contrata dentro del programa Ramón y Cajal se encuentra Bernardo Adeva Andany, codirector de la tesis del físico y con quien ha escrito 20 artículos científicos; alguien en definitiva poco sospechoso de despreciar la capacidad de Diego Martínez.
Evidentemente, esto no impide considerar un escándalo que talentos como este joven físico deban emigrar para buscarse la vida, pero sí obligan a matizar un poco y pensar que, aunque el programa Ramón y Cajal pueda estimarse insuficiente, quizá los responsables de la comisión encargada de decidir a quien se contrata no sean todos unos inútiles.