Uno de los misterios más grandes de la historia de Inglaterra podría haber sido resuelto. Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Leicester ha descubierto bajo un aparcamiento en esa ciudad del centro de Inglaterra un esqueleto entre los restos de una capilla que puede ser el del último rey de la dinastía de los York, Ricardo III.
El catedrático de Historia medieval y escritor José Luis Corral ha comentado en esRadio este hallazgo y ha hablado de la figura de este "controvertido" rey de Inglaterra. Corral ha contado que "murió en 1485 en la batalla de Bosworth muy cerca de la actual Leicester en el centro de Inglaterra y del lugar del hallazgo de los restos".
De las cosas que se saben de este rey una y muy documentada es que "murió en combate pese a que era un hombre muy aguerrido y curtido en batallas, en especial en las guerras de la frontera de Escocia" ha afirmado el catedrático.
Corral ha explicado que de entre las fuentes documentales y cronistas de la época se encuentra Tomás Moro que contaba que "había muerto de un hachazo o una herida contundente en la cabeza y además era jorobado".
Los restos encontrados en Leicester se tratan de un esqueleto que posee una desviación en la espalda y una herida en el cráneo. José Luis Corral ha explicado que "si el cadáver tiene restos de haber sido herido en una batalla, si además muestra que era jorobado y en el ADN se pudiera establecer una relación con la dinastía de los York podemos estar en presencia de uno de los reyes más controvertidos de la historia de Inglaterra".
La historia de Ricardo III
El catedrático ha contado que "Ricardo III es muy conocido por la tragedia que escribió sobre él William Shakespeare". Corral ha afirmado que una de las frases que se le atribuyen, en la obra del dramaturgo de Stratford, es la de "mi reino por un caballo". Esta frase la dice "en el quinto acto, después de perder su caballo en la batalla".
La muerte de este rey se produjo durante "la guerra de las Dos Rosas entre la Casa Lancaster y la Casa York por el reino de Inglaterra" ha explicado José Luis Corral. Enrique VII Tudor derrotó en Bosworth a Ricardo III y cambió la dinastía. Corral ha señalado que "en esa época eran muy comunes las traiciones, las intrigas en la corte, las conspiraciones y las muertes de reyes".
Tras su muerte "el cadáver fue arrojado a un río" ha apuntado el catedrático pero "los franciscanos lo recogieron y lo enterraron en una pequeña capilla". Estos frailes eran "de una orden muy piadosa que se dedicaba a recoger a los cadáveres en el campo de batalla y les daban cristiana sepultura".
Sobre la dificultad y la tardanza por encontrar los restos José Luis Corral ha señalado que "la historia de Inglaterra en cuestiones religiosas ha sido tremendamente convulsa y en especial con las órdenes católicas que fueron perseguidas a partir de la reforma de los Tudor, Enrique VIII y de su hija Isabel I".
El catedrático ha indicado que "muchos monasterios e iglesias fueron destruidas durante los siglos posteriores, todavía se pueden ver restos de muchas de ellas por todo el país". Corral ha afirmado que "esto fue lo que le ocurrió a la pequeña capilla de Leicester en el siglo XVII".
Paralelismos con otros personajes históricos
José Luis Corral ha comentado que esta historia le recuerda a "otra que tenemos en España y que tiene que ver con uno de los personajes más importantes de nuestra historia medieval, el Cid Campeador".
Corral ha explicado que "el Cid fue enterrado en San Pedro de Cardeña pero los franceses asaltaron este monasterio en la época de la Guerra de Independencia y esparcieron sus restos por un campo cercano". Esos restos "fueron recogidos y se volvieron a enterrar bajo el cimborrio de la catedral de Burgos" ha añadido el catedrático.