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Katy Mikhailova

Mucho ruido y pocas heces

La moda de pronto ha dado un giro inesperado: debido al coronavirus no hay material y el que hay ha quedado obsoleto. Es momento de lecturas como Así es Amancio Ortega, de Covandonga O'Shea.

La moda de pronto ha dado un giro inesperado: debido al coronavirus no hay material y el que hay ha quedado obsoleto. Es momento de lecturas como Así es Amancio Ortega, de Covandonga O'Shea.
Amancio Ortega | Gtres

Esta semana han salidos las nuevas ediciones (de mayo) de las principales revistas de moda y belleza, diseño y sociedad. Conde Nast y Hearst, los dos titanes que mandan: o lo que sería Vogue-AD-Vanity, Elle-Harpers-Cosmo, y otras tantas… La moda de pronto ha dado un giro inesperado: si bien hacía transformar nuestra estética (como les contaba) arrastrandonos a los pijamas y la ropa-de-andar-por-casa, ahora le toca el turno a la fotografía. No hay material, señores. Y el que hay, ha quedado obsoleto hasta próximo aviso. Hasta próxima temporada. Si es que esta última no cambia. Podría ser algo así como ‘stock’ de material inutilizado.

Ahora queremos sobriedad, mensajes dulces, fiestas caseras, bizcochos en pareja, familia con perro, la reproducción de imágenes tiernas en los balcones, solidaridad a punta pala (aunque luego en la práctica algunos se la ‘pasen por el forro’), héroes que no llevan capa pero sí mascarillas, y todo eso. ¿Solución? La ilustración. El dibujo.

Vogue Business saca a una violinista en el balcón, con vecinos de espectadores; AD, un salón dibujado. Vanity Fair, el abrazo que no puedes dar (también dibujo), y Vogue España una pintura de un cielo azul con una joven asomada que manifiesta la soledad del confinamiento; y así sucesivamente.

Y, mientras dejamos desabastecidos los discos duros de material fotográfico, también la moda deja desabastecidas las fábricas textiles de Bangladesh. Hablamos de un total de 1.144 fábricas textiles, lo que supone en pérdidas de 3,17 billones de dólares. 2,27 millones de trabajadores se han quedado confinados en casas (por obligación y sentido común), lo que supone que no hayan podido confeccionar las 980 millones de prendas previstas. Es la BGMEA (Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters Association) que ha comunicado la dramática situación que atraviesan los empleados que no pueden trabajar y por tanto, subsistir.

Justo el jueves, a una hora de la gala de Supervivientes, hicimos un directo con Julio Ruz (quien estuvo en Gran Hermano Dúo con María Jesús Ruiz, entre otros) en Instagram. Era San Jordi, como sabrán. Sin querer, terminamos hablando de libros como Lolita de Nabokov, Memorias de mis Putas Tristes de Gabriel García Márquez; y hasta de política y periodismo. Terminé enseñándole uno de los libros que creo que debería ser ‘lectura obligatoria’ en los colegios: Así es Amancio, el hombre que creó Zara de mi querida y buena amiga, maestra también, Covadonga O’Shea. Los años pasan, pero este libro sigue sin quedar obsoleto y continúa siendo la única entrevista que ha concedido para poder ser transcrita uno de los mayores genios del textil y la empresa. Ante la mención del libro y de Amancio, hubo internautas que aludieron a las "malas condiciones" en las que trabajan quienes confeccionaba las prendas de Zara. A lo que yo no pude evitar espetar "los que critican Zara y su ‘modus operandi’, luego son los mismos que van a comprar en su tiendas tranquilamente". A ello, Julio añadía que el sueldo de los empleados de estas fábricas textiles en Bangladesh, gracias a Inditex, podían tener un sueldo mensual. Algo que viene muy en la línea de la dramática situación que están atravesando dichas fábricas textiles.

Ayer añadía yo en mis Instagram que lo peor no es lo que estamos viviendo: lo peor está por venir. Cuando el desconfinamiento ‘escalado’ sea el resultado de una extraña jerarquía impuesta por "expertos" en pandemias (‘doctores virus’ como dice Lomana) e inútiles al mando de un país. Una jerarquía que dictará quiénes pueden y quiénes no; quiénes valen y quiénes no; qué es imprescindible y qué es un lujo. Los de mi generación (yo soy del 90) nos ha tocado sobrevivir al hundimiento de Zapatero y ahora nos toca sobrevivir al virus de Pedro Sánchez fusionado con el Covid19. Me resultan graciosas las caceroladas: es como si el populus reaccionara ocurrida la tragedia. Porque, queridos amigos, la cacerolada tuvo que darse en las pasadas elecciones, votando con sentido común, y no la tontuna que prevalece. Pero está bien: mucho ruido y pocas heces.

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