Los pechos pequeños están en alza. No lo digo yo, lo dicen los datos que expongo a continuación. No me posiciono a favor ni del pecho pequeño ni del pecho grande, sino del pecho natural. Lo cual no significa que esté en contra de la cirugía estética, pero no la recomiendo. La naturaleza es sabia -creo que es una frase que ya he debido de escribir en decenas de artículos- y todo tiene su razón de ser en un espacio armónico recreado por los caprichos del entorno que genera la vida. Y es que, según los datos conocidos por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética, el número de intervenciones de reducción del tamaño del pecho en todo el mundo ha pasado de las 428.129 en 2011 a un total de 641.189 en 2013.
A esto se le suma el hecho de que las celebridades han puesto de moda lo que llaman los sociólogos ‘el escote sin escote’. Se trata de un tipo de confección en el que la clásica apertura, que tiene como fin enseñar parte de los senos, tiene forma de V y llega hasta el ombligo. Un tipo de corte idóneo para mujeres con poco pecho y vientre plano que, en suma, no enseñan nada más que huesos. Modelos como Cara Delevigne o la actriz Kate Hudson han paseado este tipo de "escote" por diferentes alfombras rojas en todo el mundo.
Aunque el número de intervenciones quirúrgicas de aumento mamario vayan a más, la práctica de la reducción del tamaño de la "delantera" es tendencia. Yendo más lejos, intuyo que la moda del pecho lolitero debe de tener sus orígenes en la apariencia de la niñez, por un lado; y, por otro, en la estética demandada y expuesta por las firmas de moda y belleza que muestran como ideal de mujer cuerpos andróginos y extremadamente delgados. Pero de esto ya hemos escrito mucho. La sorpresa está en que, a pesar de que una tal Kim Kardashian marque un antes y un después en el s. XXI en eso de los culos grandes -siendo este un "valor", muy básico, que vuelve a estar en el "candelabro" y que en la práctica permite "donde agarrar"-, la hiperdelgadez y la moda de los huesos sigue siendo, por desgracia, una estética demandada. ¿Llegará el día en el que las Venus de Rubens regresen como estereotipo deseado por la mujer occidental?
El secreto de la belleza, aunque suene a tópico típico, es saber aceptarse a uno como es. Se empieza con el pecho, pero se pasa a 20 partes más del cuerpo, y se abandonan las neuronas. Se olvidan de que en la estantería de sus habitaciones les espera La Náusea infumable de Sartre y La Rebelión de las masas de Ortega; pero prefieren sacudir sus zapatillas de deportes a una buena lectura. Prima lo física sobre lo intelectual. Está científicamente demostrado que la cirugía y la medicina estética crea adicción a nivel psicológico. Una vez adentrado en el misterioso pero banal mundo del colágeno y de la silicona, uno termina perdiéndose y sucumbiendo a los encantos -a plazo corto- de la práctica en cuestión. No es que toda mujer encierra una belleza en su interior. Sí se puede, sin embargo, manifestar la seguridad con la que cuenta una mujer a través de lo físico y lo externo. Hay que saber hacerlo. Veía el otro día en una cadena generalista a un vigoréxico alienado que acudía a un cirujano sólo para que le quitara una ridícula barriguita. No es más que la pereza de no querer prescindir de ciertos alimentos y aumentar la dosis de esfuerzo físico realizado lo que padece este hombre. La leyenda de que el ácido hialurónico en la cara te dura año y medio es tan insultante como creerse que todos los productos que llevan la palabra "light" no engordan. Una vez que entras en la espiral del ácido ese, no te queda otra que repetirlo el resto de tu vida. Ya no hay vuelta atrás. Por eso, piensen bien qué van a hacer con su cara y su cuerpo, pues solo tienen uno de cada. Por no hablar de los cirujanos que a costa de facturar millones crean complejos en jóvenes inseguras, como ya expresaba en Cirucomplejines hace ya algunos años. La única verdad, aunque este término -a veces invisible- no sea más que el proceso de la búsqueda de la identidad de uno, es aceptar que la belleza se compone de irregularidades ilógicas de la naturaleza que deberíamos saber descubrir, observar y apreciar. Lo demás... son modas pasajeras.