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'Es Sexo'

El código sexual de los pañuelos de colores

Ayanta y Eva abordan el código de colores de los pañuelos.

Es Sexo de Juguetes: Colores y olores del sexo

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Ayanta y Eva abordan el código de colores de los pañuelos.
Una imagen del filme 'A la caza'

Ayanta Barilli y Eva Guillamón hablan de cómo los colores y olores despiertan nuestro deseo. Porque uno de los grandes dilemas al que nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana es el de los colores: desde el color para cada una de las habitaciones de la casa hasta el de la prenda que nos ponemos cada día. Luchamos con dilemas para los que Kandinsky en la pintura o Vittorio Storaro en el cine han tratado de buscar un significado y algunos lo encontraron, aunque quizás no sea el mismo que el de ellos.

El programa de esRadio, patrocinado por La Juguetería (Travesía de San Mateo 12 y calle del Pez 13, en Madrid, y calle Usandizaga 5, en San Sebastián), desentrañó los códigos sexuales establecidos en los pañuelos, su posición y sus colores. Se trata de un medio de comunicación no verbal, originariamente utilizado en el ambiente gay, pero que las nuevas generaciones han adoptado para su propio uso. Generalmente, en los lugares donde se buscan encuentros sexuales espontáneos y esporádicos o en los locales de cultura leather, y donde los colores sirven para indicar la práctica sexual en la que se está interesado. La película A la caza, un policial protagonizado por Al Pacino, muestra (y demuestra) la existencia de este código, convenientemente adaptado a los requerimientos de un filme de intriga.

El uso del código de pañuelos se generalizó entre los gays y bisexuales estadounidenses a principios de los años 70 y consiste en llevar un pañuelo de color, generalmente colgado de los bolsillos traseros del pantalón, atado o al brazo.

El pañuelo situado en la parte izquierda indica que se es activo —o el que ejecuta la práctica que corresponde al color del pañuelo— y en la derecha, pasivo —o quien recibe la práctica determinada por el color del pañuelo—. Esta polaridad izquierda/derecha se originó en el uso de un juego de llaves en la trabilla izquierda por los activos y en la derecha por los pasivos pertenecientes a la cultura leather.

También los pañuelos pueden usarse atados al cuello —lo que indica que se es versátil, es decir, que tanto realiza como recibe la práctica indicada por el color del pañuelo—, con el nudo a la izquierda o a la derecha, al tobillo o en otras partes del cuerpo. Además de con pañuelos, el código puede señalarse con brazaletes de cuero y pulsera de plástico de los mismos colores.

Aunque existe un consenso generalizado sobre el significado de los colores básicos (amarillo para urolagnia, blanco para masturbación, marrón para coprofilia y negro para sadomasoquismo), existe más de una lista extendida de colores, por lo que el significado de algunos de ellos puede cambiar regionalmente.

En realidad no se trata de una práctica novedosa, ya que ni siquiera fue creada en los años setenta: llevar bandas de colores alrededor del cuello fue corriente a mediados y finales del siglo XIX entre los vaqueros, maquinistas de ferrocarriles y mineros del oeste de Estados Unidos. Se cree que los hombres gays de San Francisco tomaron la idea de usar pañuelos después de la fiebre del oro de California (1848-1855) —época en la cual, debido a la falta de mujeres, los hombres se divertían bailando con otros hombres, desarrollándose un código de colores para señalar qué posición tomaba cada cual en la danza: los que llevaran una banda azul desempeñarían el papel de hombres y los que llevaran una banda roja, el de mujeres—. Estos pañuelos se llevaban atados al brazo, colgando del cinturón o del bolsillo trasero del pantalón vaquero.

Otra teoría sobre el origen del código de pañuelos señala su aparición en la ciudad de Nueva York a finales de 1970 o a principios de 1971, cuando un periodista del semanario The Village Voice bromeó que en lugar de andar dando claves para indicar si uno era activo o pasivo, sería más fácil anunciarlo sutilmente llevando pañuelos de diferentes colores.

Parece que las Pulseras del Sexo están de vuelta. Estas pulseras de plástico, creadas en los años ochenta y que en la actualidad son usadas por muchas organizaciones humanitarias para promover sus campañas, también tienen otros usos: son una declaración de tu vida sexual entre adolescentes. Una manera de insinuarse sin tener que hacerlo directamente, facilitando el temor al rechazo que suelen tener los adolescentes.

Informativo ardiente

El sexo del homo antecessor exento de prejuicios. El sexo de nuestros antepasados era igual al que tenemos ahora, pero con menos prejuicios. Es lo que opina Marcos García, comisario de la exposición "Sexo en piedra" que puede verse en el centro de recepción de visitantes de Atapuerca. Asegura que conocían las dos grandes vertientes: la reproductiva y la vertiente no reproductiva, vinculada al juego, al flirteo. La muestra se compone de pinturas, grabados y esculturas.

Courtney Love no puede vivir sin sexo. Aunque el desaparecido Kurt Cobain siempre ocupará un lugar especial en el recuerdo de Courtney Love, la polémica artista tiene muy claro que jamás podría haber renunciado a las gratas vivencias que se derivan de las relaciones sexuales con el objetivo de honrar su memoria. "Si tuviera que hacer un listado con las 50 cosas que más me gustan en este mundo debería empezar sin duda con la idea de hacer el amor con otras personas. El sexo es obviamente una de las prácticas que conducen a los seres humanos a la felicidad más plena".

El polémico color rojo. Investigadores de varias universidades han publicado los resultados de un estudio con el que trataban de analizar cómo ven las mujeres a otras mujeres que visten de rojo. 196 mujeres de edades comprendidas entre los 18 y 65 años fueron invitadas a participar en este estudio sobre la impresión de los demás en el que tenían que observar a una persona durante 5 segundos y realizar a continuación un cuestionario de evaluación. El resultado fue que las participantes calificaron a las mujeres vestidas de rojo como sexualmente más receptivas que las mujeres vestidas de blanco. Un idéntico experimento con 327 participantes tenía como objeto descubrir si el color rojo del vestuario también estaba ligado a una impresión de promiscuidad por parte de quien lo llevaba, y la conclusión apoyó los resultados del primer experimento.

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