América Jova, madre de la cantante y colaboradora de esRadio, Alaska, acudió a Es la mañana de Federico para presentar junto a su hija Memorias de América: de Cuba a Alaska, un libro biográfico en el que desgrana, tal y como explicó Federico Jiménez Losantos, cosas "absolutamente asombrosas". "Se trata de uno de los libros más entretenidos que he leído en bastante tiempo, porque además todo lo que cuenta es verdad", explicó el director de Es la mañana.
América, por supuesto, dio detalles de cómo es su hija en la intimidad familiar, incluyendo su yerno Mario Vaquerizo. "Olvido siempre fue muy formal hasta los doce años, lo que pasa es que es tan formal y tan ordenada que decíamos: esta niña tiene un viejo dentro. Pero en cambio mi yerno es como yo. Olvido se va la primera de la fiesta, y Mario se queda el último. Mi hijo debería haber sido él", dijo en esRadio con mucho sentido del humor. De modo que se lleva de maravilla con él, porque "quizá lo vi parecido a mí, y sobre todo porque era trabajador. Y eso me gusta en lo que sea", dijo ante Alaska, presente en la entrevista.
El libro, no obstante, abunda también en la historia de la propia América, que viajó de Cuba a México y de ahí a España junto a su hija. Una Cuba "complejísima y maravillosa, enrevesada, novelesca y disparatada, porque era así", explicó Jiménez Losantos sobre el reflejo que hace el libro de ese país.
América Jova vivió en una Cuba donde había una gran libertad de costumbres... siempre que no se presumiera de ello: "Todo tapadito, se vivía así", explicó, antes de abordar su increíble vida laboral. No obstante, ya no lo añora en absoluto: "Yo no he llorado nada Cuba. Lo veo tan feo y horroroso y no lloro nada. Mi tía, que era comunista, habla de lugares como el Tropicana, pero hace sesenta años fue el mejor, hoy están rotas las mesas".
La historia de la madre de Alaska es igualmente de novela: llegó incluso a ser apoderada de un torero, Fermín Vioque, antes de meterse en el negocio de las joyas junto a su marido y un socio que se las facilitaba, y después abrir una peluquería en el barrio de Harlem, en Nueva York. Respecto a las joyas, venderlas en su propia casa requirió todo tipo de reformas para dar buena imagen y capacidad de convicción a los clientes, tal y como explicó la propia Alaska. América tiene su filosofía de vida muy clara: "En esta vida hay que poner el culo contra la pared, porque así te vean así te tratan".
Respecto a su hija, la reina de la movida madrileña, ¿cuándo supo América que iba a triunfar? La autora reveló el carácter reservado y de buena estudiante de su hija, que no obstante "no quería ir al colegio. De modo que la puse a trabajar. La metí con unos amigos que hacían pulseritas magnéticas de las farmacias, y ella empezó con esta gente trabajando de secretaria de ellos. En ese tiempo trabajó en el teatro Martín, de telonera de unas inglesas. Fui a verla y me gustó. Y le dije 'vas a dejar de trabajar, te voy a ayudar'. Me gustó ese día porque era mejor que las inglesas. Y ya entonces cantaba, no solo iba con la guitarra".