España ha sido siempre el país del retruécano y la paradoja: del santo batallador, el bandido generoso y la monja alférez.
Recientemente ha sido noticia la discreta llamada al orden de la que han sido objeto dos monjas particularmente mediáticas y metomentódicas: Lucía Caram y Teresa Forcades.
Fray Josepho y Monsieur, que desenfundan por un quítame allá esas monjas, han hallado en este asunto campo abonado para la disputa, el rifirrafe y controversia:
NO ES LUGAR PARA MONJAS
por Monsieur de Sans-Foy
Hay monjas rezadoras y discretas,
que viven, tras los muros conventuales,
ascéticas jornadas medievales
de vísperas, de nonas y completas.
Hay otras más titánicas que ascetas:
las puedes encontrar en hospitales,
de ronda por los barrios marginales...
En sitios donde nunca paran quietas.
En sitios donde reina la miseria,
perdidas por el trópico o Siberia,
te encuentras con las monjas españolas.
Son cosas admirables del monjío.
En cambio, la política, hijo mío...
les pega como a un santo dos pistolas.
NO HAY PECADO EN LA POLÍTICA
por Fray Josepho
Los frailes y las monjas, igual que los seglares,
caemos en pecado con gran reiteración.
No nos protegen de ello los hábitos talares.
Pecamos. Sí, pecamos. Las cosas como son.
Pecamos contra todos los Santos Mandamientos,
pues solo en el pecado germina la virtud.
De pobres pecadores se nutren los conventos,
que buscan –que buscamos– pureza y beatitud.
Caemos en los siete pecados capitales
(y eso que no hay ocho, porque, si no, también).
Nos tientan, como a todos, las trampas infernales,
y a muchos el demonio nos asará al gratén.
Por eso no comprendo, Sanfuá, su dura crítica
a dos piadosas monjas de enorme devoción.
¿Qué Santo Mandamiento prohíbe hacer política?
¿Y estar en las tertulias de la televisión?
¿Qué importa que estas monjas quebranten la clausura
y viajen por España (nación de Satanás)?
¿Y siendo progresistas, qué importa, si me apura,
que estén enamoradas del presidente Mas?