Es muy triste ver cómo se ha suicidado un partido que representó una esperanza para España. Y más triste aún ver cómo sus dirigentes se enrocan y echan la culpa del fracaso a todo el mundo menos a ellos mismos.
La culpa del fracaso de UPyD
la tiene Albert Rivera, cómo no,
y el Ibex 35, que negó
los fondos, los avales y el parné.
La culpa del desastre la tendré
seguramente acaso también yo,
junto con Sosa Wagner y Cantó,
El Mundo, La Razón y el ABC.
La culpa es de la gente, que es así:
de los que sermonean por aquí
y de los que critican por allá…
En fin, que del naufragio (glugluglú)
la culpa es del destino, del vudú,
los astros, el albur y el chachachá.