Una hora de insufrible perorata de Artur Mas en torno a su descalabrado proyecto de sacar las urnas el próximo 9-N tuvimos que aguantar los espectadores de Ana Pastor, antes de dar el clásico respingo en el sofá que todas las entrevistas de la periodista acaban provocando tarde o temprano. En esta ocasión no fue la actitud de la tenaz presentadora la responsable del sobresalto sino las palabras del entrevistado en torno a un tema muy sensible como la corrupción política que, en el caso de los Pujol, podría llevar camino de pulverizar todas las marcas conocidas hasta el momento a escala continental.
Artur Mas volvió a explicar que cree a pies juntillas la versión de Jordi Pujol sobre la fortuna amasada por su familia, según la cual todo es fruto de un dinero que su padre depositó en Suiza a nombre de la esposa e hijos del expresidente catalán. Antes de esto, Mas se había quejado del tono de los portavoces de "algunos partidos" en la comparecencia de Pujol el parlamento regional que, en lugar de escuchar en silencio la reprimenda de D. Jordi, se atrevieron a preguntarle sobre los movimientos dinerarios y patrimoniales del clan familiar que tanto escándalo han provocado... fuera de Cataluña, porque allí están pasando prácticamente desapercibidos.
Pero el momento sublime de la entrevista de Ana Pastor llegó casi al final, cuando la periodista de La Sexta le afeó al presidente catalán (ella es así) que respondiera de manera evasiva a la pregunta que le formularon el día anterior en TV3 sobre la honradez del propio Artur Mas. Y es que resulta que Mas no sabe si es corrupto o no. Es decir, él cree que no es un tipo corrupto pero, como explicó acto seguido, no puede estar seguro de que en el pasado no haya cometido "alguna pequeña irregularidad administrativa". Impresionante. El presidente de la autonomía del 3% (revisable según los casos) se explayó anoche de esa guisa, ante una Ana Pastor que a punto estuvo de desgarrarse los músculos faciales de tanto como abrió los ojos al escuchar las explicaciones lisérgicas de Artur Mas sobre su propia honradez. A continuación aseguró que pone la mano en el fuego por él e incluso por su esposa, con grave riesgo de acabar en la unidad de quemados del hospital más cercano, dado que segundos antes se había mostrado incapaz de decir simple y llanamente "no, señora Pastor, yo no soy un corrupto".
Sobre la consulta independentista y tal, que era de lo que iba la entrevista, ninguna novedad. Artur Mas hizo gala una vez más de su cobardía y se limitó a señalar que su intención es hacer el referéndum convocado, claro, pero si no se puede el 9 de noviembre pues ya buscará otra fecha y alguna nueva estratagema, qué se le va a hacer.
Después de lo de anoche, los socios de Mas en Cataluña deben estar enfadados por este nuevo alarde de falta de decisión de su presidente, que anoche volvió a recular en directo por televisión y en horario de máxima audiencia. En el resto de España, en cambio, estamos intentando discernir si el insolvente que anoche estaba con Ana Pastor es el político que ha puesto en jaque a todo un país o alguien nos está haciendo a los españoles una monumental cámara oculta.