Siguiendo una tradición ancestral el rey Felipe VI impondrá este martes el Toisón de Oro a su hija primogénita, Leonor, Princesa de Asturias, ceremonia solemne que tendrá como sede uno de los salones del Palacio Real. Se da la circunstancia de que esta condecoración, la más alta que concede la Monarquía, se le concedió el 30 de octubre de 2015. Sin duda alguna en el Palacio de la Zarzuela se esperaba una fecha propicia para hacer efectiva esa entrega. Y creemos se ha elegido la mejor y más simbólica, con ocasión de que este 30 de enero Su Majestad el Rey cumple cincuenta años.
De manera condensada les contamos desde cuando se concede el Toison de Oro, un collar con catorce chapas doradas, que a lo largo de los siglos los han ostentado alrededor de mil doscientas personalidades. Fue Felipe el Bueno, Duque de Borgoña, quien lo creó en 1430 a propósito de su unión con Isabel de Portugal. Este monarca, a decir del escritor Manuel Vicent, fue tan enamoradizo que llegó a tener simultáneamente catorce amantes. Probablemente poco o nada de su reinado perdura en nuestros días, ni siquiera con citas de los historiadores, pero ha quedado en la memoria de éstos más que nada por impulsar la concesión del mentado collar. ¿El porqué de que la Familia Real española venga concediéndolo? Sucedió que tras el casamiento de la Duquesa María con el Emperador Maximiliano, la potestad para conceder el Toisón de Oro pasó a ejercerla su nieto, Carlos I de España. De ahí que sea desde entonces cuando los sucesivos Reyes de España son los que únicamente pueden decidir quiénes pueden recibirlo. Con una condición inexcusable: a la muerte del recipiendario su familia ha de devolverlo a la Casa Real.
Esta prerrogativa real tuvo algunos incidentes que merece la pena referirlos, siquiera de pasada. En el reinado de Isabel II (cuestionada como se sabe por los carlistas que no la consideraban sucesora a la muerte de Fernando VII a la Corona de España) la Soberana no tuvo en cuenta que el Toisón de Oro era condecoración real y no de Estado. Por eso, aunque ya desterrada en París, el rey Amadeo de Saboya, sin pertenecer a la rama borbónica que era la concesionaria del Toisón, de tan efímero reinado, dio en entregarla, sin ningún problema. Lo peor fue que también se creyó con derecho a ello el regente, general Francisco Serrano. La tradición volvería a sus cauces con la llegada al trono de Alfonso XII y su sucesor. Cuando Alfonso XIII optó por su hijo Juan como su heredero, éste, a pesar de que nunca reinó (por mucho empeño en que persisten los que dieron en titularlo como Juan III), consideró que debía continuar la tradición real y decidió conceder el Toisón de Oro, entre otros, al rey Balduino, en 1960, que lució orgulloso las insignias que simbolizan el collar. Un año más tarde, en su vano intento de congraciarse con el general Francisco Franco, le comunicó por carta su deseo de entregarle este vellocino de oro. Pero Franco digamos que no cayó en esa trampa, y no consintió recibir tan alta distinción monárquica. Lo chusco es que once años más tarde, en 1972, con ocasión de la boda de su nieta María del Carmen con Alfonso de Borbón Dampierre, el padre de éste, don Jaime, sordomudo, al que su progenitor despojó de sus derechos para sucederle, se creyó con derecho a otorgar el Toisón de Oro, que parece distribuyó en algunas ocasiones cuando se encontraba falto de dinero. Y con Franco quiso tener el detalle de incluirlo en esa Orden. Si a don Juan no le admitió el Toisón, en cambio a don Jaime, sí, ¿por qué? ¿No quedamos en que era el Conde Barcelona, como sucesor de su padre, el único que podía concederlo? ¿Cómo es que don Jaime se saltaba esas regias normas? Y lo peor ¿qué movió a Franco a acceder a ese privilegio monárquico?
Don Juan de Borbón entregó el Toisón a su hijo don Juan Carlos en 1941, siendo muy niño éste. Y don Juan Carlos, a su vez, se lo concedió a su hijo Felipe el 3 de mayo de 1981, cuando el actual monarca contaba trece años. En el reinado de don Juan Carlos se hicieron acreedores el Toisón personalidades como el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. Al fallecer, su hijo mayor se apresuró a devolver el collar. El último que también fue devuelto lo ostentaba el infante don Carlos, duque de Calabria, fallecido en 2015, que había recibido la condecoración de manos de don Juan.
Cuando este martes la Princesa de Asturias sea condecorada, a sus doce años, con el Toisón de Oro, habrá sido advertida de que recibe un reconocimiento simbólico y tradicional en la Monarquía, y en su caso, como heredera de la Corona, aunque no suponga privilegio alguno que no sea el que le dispensen protocolariamente