Atraviesa Imanol Arias tal vez el peor momento de su vida, tras sus problemas con Hacienda, que además de afectar a su bolsillo qué duda cabe supone a priori una sombra que ha de salpicarle en su brillante historial artístico. Tiene este popular actor una biografía donde aparecen sus orígenes modestos, que contrastan con su actual situación económica. En el ángulo personal resalta su faceta de impenitente conquistador de féminas; un seductor nato sobre el que recordaremos algunos de sus capítulos sentimentales.
A Imanol siempre lo llamaron Manu sus familiares y amigos. Manuel María Arias Domínguez nació el 26 de abril de 1956, en Riaño, pueblo leonés desaparecido por la construcción de un pantano, pero siempre se ha considerado vasco, pues su infancia, adolescencia y primera juventud las vivió en Ermua, el pueblo vizcaíno adonde se tuvo que trasladar con su familia, y Eibar, donde estudiaba. El padre trabajó en muy diversos oficios, desde una fábrica a cobrador de recibos de agua y electricidad, y en temporadas como marino mercante. La economía en aquel hogar era muy apretada. Disfrutó aquel niño de escasos juguetes en una vivienda de alquiler. Dormía en la misma habitación que su hermano mayor. Quien hoy es una estrella de la pequeña pantalla resulta que no pudo disfrutar de un televisor en casa hasta que cumplió los doce años, en 1968. Con programas que el chiquillo inquieto que ya era contemplaba extasiado, como Los intocables y El fugitivo. Pronto se despertó en él su inclinación de actor, ingresando en un grupo local, Narruzco Zezen, donde hizo estragos entre las chicas.
Allí intimó con una compañera, Ana Gorostiza Sarasqueta. Fueron novios cuatro años a partir de 1973. Dejó una gran huella en Manu tras fallecer en un accidente de coche. A mitad de aquella relación él había desembarcado en Madrid porque quería triunfar en el teatro. Merodeó por la Escuela de Arte Dramático, pero como no tenía la titulación precisa hubo de valerse de su audacia para asistir a clases "por la cara", cual simple oyente camuflado. Época en la que dormitaba en pensiones baratas y hasta en los pasillos de la estación de Metro de la Gran Vía. Ya ven, aquel casi mendicante resulta que cobraba en los últimos años de Cuéntame setenta mil euros por capítulo. No nos extraña que "no sabiendo qué hacer con tanto dinero" que llegaba a sus bolsillos recurriera a un bufete para que sus millones volaran a paraísos fiscales. ¿Qué él lo ignoraba? Démosle ese beneficio de la duda, lo que no le hace inmune a pagar sus impuestos como este menda.
Lo que va de ayer a hoy… Entró de meritorio en el teatro de la Zarzuela, donde cobraba cuatrocientas míseras pesetas al mes, que le permitía hacer frente a las setenta que le costaba dormir en una pensión con chinches. Sus padres le echaban una mano, mandándole algún que otro giro postal. Recojo una frase suya, muy significativa ahora, extraída de la estupenda biografía que le escribió Rosa Alvares, Con los pies en la tierra: "Lo peor de ser actor no es ser pobre en un primer momento, sino ser rico por primera vez". Y añade: ·… hay una relación de extrañeza ante el dinero, en la velocidad a que lo ganas y a la que aprendes a gastarlo. Algo así como Hombre rico, hombre pobre en muy poco tiempo".
En esos años el hoy multimillonario galán era afecto al PCE, un poco de la mano de Juan Diego, lo que los llevó junto a otros militantes a pasar más de una vez por Comisaría. Y luego, en 1982, viviría una experiencia singular rodando Laberinto de pasiones junto a Antonio Banderas, cuando disfrazados con ropas femeninas del rodaje se atrevieron a acudir a una discoteca, donde tras una redada acabaron detenidos, entre gritos de ¡maricones!, episodio que el malagueño acabó por complicar cuando a la hora de declarar dijo ser "hijo del Cuerpo", lo que movió al cachondeo. Pero Banderas decía la verdad: su padre era comisario. Y eso lo salvó, a él y a Imanol. Antes de ello, Imanol hizo la "mili" en Ceuta, donde se "enrolló" con la hija del general al que prestaba sus servicios de ayudante, quien tenía novio formal pero quedó prendada de los encantos del atrevido soldado.
Las peripecias amorosas de nuestro amigo continuarían, dado que "se lo rifaban". Y de nuevo en los Madriles se ennovió con una actriz llamada Socorro Anadón, con quien acabaría casándose por lo civil en 1982, en los tiempos en el que empezaba a trabajar en modestos cometidos dentro de la compañía del teatro María Guerrero. Poco duró aquel matrimonio, que se separó en 1983. Sus "ligues" eran constantes. Y eso que, profesionalmente, huía de que lo calificaran de actor galán. No tenía un duro cuando se casó y sobrevivía a salto de mata. En los primeros 80 es cuando resuelve su situación económica y ya es protagonista de Cecilia, que rodó en Cuba, año 1982. Aprovechando los ratos libres del rodaje tuvo tiempo –y narices- para llevarse de calle a Alina Fernández Revuelta, una de las hijas de Fidel Castro. Cuando estuvo ante el líder de la Revolución, con evidente ironía, éste le espetó: "¡Coño, gallego, apretaste…".
Rodó al regreso Demonios en el jardín, Bearn o la sala de muñecas, La muerte de Mikel… Este último filme coloca a Imanol Arias en la cúspide de los actores más interesantes del cine español, que sale airoso de un entramado argumental muy complicado, en el papel de un abertzale homosexual. Por entonces se emitía la serie de televisión Anillos de oro, que le supuso una indiscutible popularidad. Ya su caché se elevaba y su acreditado representante, García Ciordia pedía unos emolumentos hasta entonces desconocidos en España en un protagonista. Cuando el productor José Luis Dibildos quiso contratarlo para una de sus películas y supo de sus exigencias, cinco millones de pesetas, no pudo más que manifestar: "¡Ni que fuera Marcello Mastroianni…!"
En 1984 se enamoró como un pimpollo de Pastora Vega, descendiente de una familia gitana relacionada con el mundo taurino: su abuelo, Rafael Vega de los Reyes, había compartido cartel con "Manolete" muchas tardes, hasta la trágica de Linares en la que el cordobés perdió la vida a manos de "Islero". No llegaron Imanol y Pastora a casarse, pero montaron un hogar al que llegaron dos hijos. Los dos tenían ya a sus espaldas un fracaso matrimonial, respectivamente. Cuando nació el primero de sus hijos, Jon, el agente de prensa que tenía Imanol me prometió un lote de fotografías para publicarlas en el semanario donde yo entonces trabajaba. A última hora, la pareja se arrepintió: ni Imanol ni Pastora fueron nunca amigos de la prensa rosa, aunque digámoslo en su honor, sobre todo del leonés-vasco, su trato con los informadores transcurrió por lo regular de manera educada y comprensiva.
Vinieron más películas y más series de televisión, no siempre afortunadas para la carrera de Imanol Arias. Nunca se le subió el éxito a la cabeza, recordando tal vez sus duros comienzos, sus ancestros. Y para "componer" el personaje de Antonio Alcántara en Cuéntame se inspiró en la vida sacrificada de su padre. No obstante hay que insistir en que Imanol Arias era a partir de los años 80 hasta el presente uno de nuestros actores más cotizados en España, si no el primero, y así, cuando después del éxito de la serie televisiva Querido maestro la cadena Telecinco quiso prolongarla, su agente se precipitó exigiendo ¡veinte millones de pesetas por capítulo! y un directivo al encontrarse con Imanol, le espetó: "La próxima vez que escuche eso que tu representante pide en tu nombre te echo fuera de España". No se conocen líos fuera del tiempo que estuvo emparejado con Pastora Vega. Pero sí esta anécdota: tuvo que aceptar que Lydia Bosch fuera delante de él en los títulos de crédito de la serie Dime que me quieres y escuchar de sus labios que bajo ningún pretexto podía besarla".
Luego, en su biografía, aparecen momentos en los que su salud flaquea por serios problemas de estómago; el tiempo en el que tal vez pudo estar en el punto de mira de ETA, a raíz de un discurso en la Puerta del Sol contra la banda; sus negocios, no siempre acertados, con inversiones en el sector de las limpiezas y en el vino… En Zahara de los Atunes adquirieron un chalé con algunos amigos de su entorno profesional. Lo que sorprendió fue su ruptura en 2009 con Pastora Vega por causas que ambos acordaron no hacerlas públicas.
La cuestión es que al tiempo que conocíamos el nuevo amor de él, la elegante diseñadora Irene Meritxell, apareció Pastora del brazo del actor Juan Ribó. La solidez de la nueva pareja del galán vasco contrastaba después con la más inestable de Pastora. Imanol Arias ha declarado más de una vez sentirse muy enamorado de su nueva compañera, aunque sin precisar si habrá pronto boda, a lo que parece un tanto renuente. Y sobre todo ahora, con lo que le ha venido encima…