Nunca fue una estrella en el cine. Y sin embargo es un actor excepcional. Mucho más, ¡por supuesto!, que un simple genérico, como se decía en el argot. Ha participado en cerca de doscientas películas. Y puede contarlo porque un día de septiembre de 1960 estuvo dos horas clínicamente muerto tras haber recogido a una chica que se arrojó al vacío y él la sostuvo entre los brazos, salvándola de una muerte segura. El suceso fue real aunque parezca entresacado del guión de un filme melodramático.
Manolo Zarzo se encaminaba aquella mañana hacia la Puerta del Sol para obtener un visado en su pasaporte que precisaba ante un inmediato viaje a Roma para rodar una coproducción. A pocos metros de la entonces Dirección General de Seguridad (hoy sede de la Comunidad de Madrid) advirtió que en la cercana calle de las Carretas se registraba un impresionante incendio procedente de unos conocidos almacenes que llevaban el nombre de esa transitada vía urbana. El actor se acercó en medio de una gran multitud enterándose de que ya se habían lanzado desde un balcón tres dependientas, cayendo sobre unas lonas sujetas por un grupo de bomberos. Una compañera de aquellas dudó en esos momentos en lanzarse y cuando lo hizo, Manolo Zarzo, creyendo con acierto que la muchacha podría estamparse contra el asfalto, extendió sus brazos poderosos –siempre fue muy deportista- y logró sujetarla, evitando su mortal caída.
El golpe, fortísimo, dejó al galán casi inerte, dolorido. Los servicios médicos acudieron en su auxilio, pero hubo de permanecer dos horas entre la vida y la muerte. Recuperó sus constantes vitales, escayolaron su torso, y así permanecería un par de meses, descansando boca abajo. No quedó ahí el asunto pues al día siguiente enterraba a su pequeña hija de apenas dos meses, víctima de una incontrolada bronquitis. La convalecencia fue penosa: tenía un rodaje pendiente, Margarita se llama mi amor. Menos mal que el director, Ramón Fernández, lo retrasó hasta que Manolo pudo incorporarse.
Conocido su gesto heroico varios de sus compañeros (Carmen Sevilla, Tony Leblanc, Gila, Concha Velasco) le tributaron un merecidísimo homenaje público. Pero ni la chica que salvó ni la familia de ésta le dieron las gracias ni se interesaron por su estado. Así de incomprensible y mezquina es a veces la reacción de algunos seres. Manolo Zarzo nunca dio importancia a su gesto.
¿Qué por qué traemos a colación hoy su nombre? Por varias razones. Una, de actualidad: este 26 de abril cumple ochenta y tres años. Un madrileño, hijo de albañil y comadrona que, en realidad, se apellida López Zarza, con a final, de la que prescindió, convirtiendo la vocal en masculino. De sus correrías escolares pasó a integrarse en una compañía de artistas juveniles, Los Chavalillos de España, teniendo a la sazón sólo catorce años. En esas giras por toda España lo acompañaba su hermana Pepita, con quien formó un dúo. Recitaba poesías populares, cantaba y bailaba. La compañía acabó llamándose pocos años más tarde Muchachos de España, en razón de que ya no eran tan niños. Era el año 1949 cuando recalaron en Tenerife. Manolo Zarzo se prendó de una jovencita que se había incorporado hacía poco a "la troupe", llamada Angelines López Segovia. "Aún no se la conocía como Lina Morgan y era todo un encanto. Fuimos novietes algún tiempo, pero como se entendía serlo entonces…" ¡Claro que se entiende! Sin más desahogo sexual que unos besos robados y algunos achuchones. ¡Lo que va de ayer a hoy!, que diría un viejo castizo.
Desde entonces, han transcurrido ¡sesenta y cinco tacos de almanaque! Tiempo en el que Manolo Zarzo se ha convertido en el actor actual que más películas ha rodado hasta la fecha, casi dos centenares de títulos (amén de obras de teatro) desde su debut en 1951 con Día tras día hasta sus más recientes, Blockbuster y Una historia criminal. Entre tan abultada filmografía, películas tan taquilleras como El pescador de coplas, Saeta del ruiseñor, El día de los enamorados, Los golfos (debut de Carlos Saura como director), ¡Ahí va otro recluta!… Y en épocas más cercanas, Entre tinieblas (donde hizo de cura a las órdenes de Pedro Almodóvar), Los santos inocentes, Stico…Fue frecuentemente reclamado para rodar fuera de nuestras fronteras, sobre todo en Italia, teniendo como compañeros a Edward G. Robinson, Marcello Mastroianni, Alberto Sordi, Terence Stamp… Entre medias insuperables creaciones de actor secundario de lujo en series televisivas de la talla de Fortunata y Jacinta, Juncal, El Súper, La verdad de Laura…
Lo que no se explica al actor es que habiendo teniendo en su carrera críticas formidables, no siendo jamás nadie que cree problemas en los rodajes, nadie le haya propuesto papeles de protagonista. "Jamás he sido una estrella", dice entre resignado y sincero. Ahora –y aquí viene otra de las razones por la que nos ocupamos de él- lo han contratado para Amar es para siempre, uno de los seriales de televisión de más éxito y permanencia en antena. Le han ofrecido el personaje de Dionisio, que rueda estos días; un tipo sesentón, con aire de mendigo, amigo de Antonio, padre de Miguel, el publicista. Su trabajo podrá contemplarse ya cerca del verano, en junio.
¿Y cómo ha sido la vida sentimental de este extraordinario actor de la que casi nunca ha hablado? Se casó en 1959, con una enfermera, Mary Luz, "a la que se le cruzaron los cables". Tuvieron tres hijos (dos de ellos actores, Flavia y David), pero ella le hacía insoportable la vida. Y Manolo volvió a casarse, esta vez sin problemas, con Pilar, que trabaja en una tienda y le ha dado otros tres hijos. Viven en un chalé del barrio de la Estación, en Pozuelo de Alarcón (Madrid). En sus ratos libres se encierra en un cuarto y hace trabajos de ebanistería. Cuando no trabaja siempre está con los suyos, no va a fiestas, ni bebe ni fuma. "La familia es lo más importante para mí". Un gran tipo que, fuera de los focos, respira humanidad y sencillez.