La publicación de Final de Partida, el libro de la periodista Ana Romero dedicado al final de del reinado de Juan Carlos de Borbón, no deja de arrojar datos novedosos o que, al menos, ayudan a juntar las piezas del proceso de descomposición que casi acaba con la monarquía. Como, por ejemplo, la reunión que se produjo el 24 de marzo de 2011, antes incluso de su caída en Botsuana que precipitó todo. Ya entonces, Juan Carlos se reunió con sus tres hijos Felipe, Cristina y Elena, para hablarles de sus planes con Corinna.
Una reunión a la que no fueron invitadas ni Letizia, entonces princesa de Asturias, ni por supuesto Sofía de Grecia, y que fue portada de la revista ¡Hola!, que naturalmente no desveló el tema de su conversación. En ese encuentro, tras haber superado una operación de pulmón pero con la presión del entorno empezando a acuciar, Juan Carlos dijo sentirse cansado y que existía una persona que le ilusionaba: se trataba, en efecto, de la princesa alemana, que ya llevaba algunos años viviendo en el Pardo y a quienes sus hijos conocían.
Unos planes que, naturalmente, cambiaron al año siguiente, el jueves 12 de abril de 2012, con la tristemente célebre caída del Rey en Botsuana durante una cacería. Tras la rotura de su cadera el affaire salió a la luz pública y, junto a los escándalos del caso Nóos, los planes del monarca con Corinna cambiaron completamente. Los problemas se fueron sumando y se volvieron simplemente incontrolables. La figura de la alemana había pasado ya a primer término en la prensa española y la valoración de la monarquía bajaba, dando a los acontecimientos un cariz precipitado. Mientras, Corinna "no podía ver al Rey pero se sentía obligada a apoyarlo en la distancia", escribe Ana Romero y recoge El Programa de AR en Telecinco.
Meses después, el Rey seguía, sin embargo, urdiendo su salida. Era agosto de 2013. El Rey pasa unos días en casa del empresario británico Philip Atkins, quien fuera primer marido de Corinna. Entonces, el Rey decidió aguantar hasta su 40 aniversario de reinado, en noviembre de 2015, y que cuando todo se apaciguase -relata Ana Romero en su libro- haría realidad su deseo. Por fin estaría con Corinna, que se llamaría Corinna de Borbón, y huiría con ella a algún país extranjero.
Pero era tiempos complicados para el -entonces- todavía Rey.
Otro hito en la relación fue la cancelación de un viaje a Abu Dhabi, una de las principales iniciativas pergeñadas al alimón con la princesa alemana. Entonces se hizo evidente que el Rey comenzaba a perder poder dentro de la institución, dando un nuevo golpe de timón a la relación de ambos. Corinna lo definió como "un golpe de Palacio" y tuvo que soportar humillaciones como no poder alojarse en la suite presidencial tras no ocuparla Juan Carlos, "a lo que ella se negó".
Corinna se empezó a sentir abandonada a su suerte por Zarzuela, por lo que decidió iniciar su ya famosa campaña de defensa de "posados glamourosos incluyendo una pulsera valorada en más de tres millones de euros". Se refiere Ana Romero a sus famosas portadas en Vanity Fair, ¡Hola! y El Mundo, en las cuales Corinna se despachó a gusto lanzando mensajes velados de amenaza. Que fueron captados por el Gobierno, que entonces entendió "la peligrosa relación que se había creado entre ella y la Casa del Rey". En diciembre de 2012 en Abu Dhabi acabarían los trabajos de Corinna para España.
A partir de ahí, Corinna sólo formaría parte del "universo emocional del monarca", que mantenía su ilusión de ir al extranjero para reunirse con ella. Según Ana Romero, "ella era la única que le daba vidilla".