Este próximo 30 de enero se cumplen veinte años del fallecimiento de Edelia Muñoz Barrull en un centro de acogida de Aranjuez. Había conocido el éxito musical y económico junto a su hermana Carmela, entre 1974 y 1977, formando el explosivo dúo Las Grecas. Tina, que es como era conocida, llevó después, ya disuelta la pareja artística, una mala vida, con un triste final. Había caído en el pozo negro de la droga y la bebida y no quiso, no supo, o no pudo vencer sus adicciones, por mucho que su hermana tratara de ayudarla. Es más: un día Tina tomó un cuchillo y se lo clavó en la espalda a Carmela. Pasó por varios establecimientos psiquiátricos, sin que se rehabilitara. Diagnosticaron que padecía esquizofrenia. Y pisó la cárcel, al menos que yo sepa una vez, tras ser detenida en abril de 1992 en Talavera de la Reina, acusada de robar veinticuatro mil pesetas en una peluquería.
Vagabundeaba por las calles de Madrid. Acerté a verla un día en la plaza de Jacinto Benavente, esquina a la calle de la Cruz, entre viejas meretrices del lugar, apoyada en una pared, con un aspecto lamentable. La escena me produjo una inmensa tristeza, recordando aquellos felices encuentros que tuve con las dos hermanas, que en el verano de 1974 llegaron al número uno en las listas musicales con "Te estoy amando locamente", que les había compuesto Felipe Campuzano, un disco "single" del que se vendieron medio millón de unidades.
Madrileñas del barrio de Carabanchel bajo, Carmela y Edelia, nacidas en 1955 y 1958 respectivamente, se dieron a conocer en "Caripén", el tablao-restaurante de Lola Flores y también en "Los Canasteros", la sala flamenca de Manolo Caracol. Tres mil quinientas pesetas ganaban por noche. Carmela era rubia, pero fue aconsejada para que se tiñera de morena, como Tina. Dos gitanas muy diferentes. Carmela destacaba por su belleza y por su carácter cariñoso, hablaba con mucha suavidad, en tanto Tina, menos agraciada físicamente, tenía gestos y actitudes bruscas. Pero reconozcámosle una cosa: su voz era fantástica.
Un ejecutivo de la multinacional CBS, José Luis de Carlos, las descubrió una noche, y tras firmarles un contrato discográfico dieron en ser llamadas Las Grecas. Hasta entonces su estilo era el tradicional de los artistas rumberos, pero su descubridor halló en sus voces y sus movimientos en el escenario un aire distinto. Y convino con las dos hermanas Muñoz en que serían lanzadas espectacularmente en el mundo del disco como creadoras del "gipsy rock". Al menos en España no se había dado nada parecido en una pareja femenina. La combinación del flamenco tradicional, la rumba sobre todo con ritmos pop. Dos años antes, el mismo productor había convertido a cuatro guapísimas bailaoras del "tablao" Las Brujas en un cuarteto flamenco-pop, Arena Caliente (una de ellas luego madre de la hoy consagrada Malú). Pero el cuarteto tenía un repertorio más sofisticado, más ligero, en tanto Las Grecas arrastraban al público de las discotecas con "Soy la que sufre por tu amor", "Anabalina", "Achilipú" (en una versión diferente a la de su creadora, Dolores Vargas), "Amma Immi", "Yo no quiero pensar" y hasta una adaptación de "Happy together", aquel tema de The Turtles. Las letras de su repertorio tuvieron en sus voces alguna alteración, que imaginamos fue por la espontaneidad de Las Grecas, sin que sus mentores las obligaran a rectificar. Fue el caso de "Te estoy amando locamente", que pronunciaban "locamenti", así como decían "Si m´a convenzo". Deslices vocales que hacían gracia y no les restaban aplausos. El sonido de sus canciones fue decisivo para que Las Grecas se ganaran la admiración de los jóvenes rockeros de entonces, si bien los críticos que defendían la ortodoxia del flamenco nunca las tuvieron en cuenta. Grabaron cuatro álbumes: "Gypsy rock", "Mucho más", "Tercer álbum" y "Casta viva".
Finalizando la década de los 70 Las Grecas dejaron de actuar. En parte porque sus últimas grabaciones no alcanzaron las ventas de las primeras. En parte asimismo porque el éxito las desquició un poco y, según me contaron, gran parte de sus ganancias se las llevó un vivales. Y desde luego lo que sería fundamental: la mente desquiciada de Tina, que hizo inviable que el dúo prosiguiera. Se casó con un anticuario malagueño por el rito calé y luego mantuvo otras relaciones que la convirtieron en madre de cinco hijos. La primogénita se llamaba Saray y nació en pleno éxito de Las Grecas, en mayo de 1975. Las revistas del corazón se hicieron amplio eco del acontecimiento.
Muerta Tina, Carmela entró en una espiral confusa, sin saber qué hacer. Tuvo que ponerse a vender telas en un mercadillo. Trató de ganarse la vida como solista. Y de modo ocasional se unió a Alicia Robledo, conocida por el sobrenombre de Malicia, para resucitar musicalmente a Las Grecas. No tuvieron repercusión y, además, entre ambas hubo riñas y trifulcas que dieron al traste con el dúo. La tal Malicia buscó a otra compañera y a partir de 2007 siguió explotando ese nombre, que aseguraba utilizaba legalmente. Carmela también hizo un intento de unir su voz a la de su sobrina Saray, pero tampoco lograron los resultados apetecidos.
A Carmela siempre la ha llevado en el corazón, negándose a asistir a programas de televisión para contar el drama y las miserias de su hermana. Las Grecas abrieron un camino en la música pop española de hace cuarenta años. Sendero por el que luego transitaron desde Manzanita, Los Chorbos, con su sonido Caño Roto, hasta Azúcar Moreno y, por qué no, también Rosario, sin negarles desde luego su propia identidad artística. De lo que no hay duda es que Las Grecas, en el breve espacio de cuatro años, alborotaron el cotarro de la música juvenil entonces en boga. Todavía hoy escuchamos de vez en cuando "Te estoy amando locamente". Perdón: "locamenti".