Un millón de españoles se abalanzaron a comienzos de septiembre de 1976 a los quioscos de prensa para adquirir el número 16 de la recién aparecida revista Interviú. Y no porque desvelara algún secreto político. Sencillamente, el reclamo del semanario incitaba a su, por entonces, aún minoritaria clientela con la aparición de Marisol completamente desnuda. El mito de toda una generación de niños y adolescentes de los años 60 era contemplado, como una inesperada aparición, en pelota picada. La actriz-cantante de ingenuas películas se nos mostraba cual toda una mujer, mostrando unos pequeños pero atractivos pechos, un menudo mas no por ello menos erótico trasero y unos muslos turgentes.
De las imágenes, destacaba una, que se publicaría varias veces con el paso del tiempo hasta parecer un símbolo de aquel cambio radical que supuso la España de la transición: la de Marisol –cabellos rubios cayéndole sobre los hombros, ojos verdes de mirada serena- con los brazos tendidos, cubriendo su sexo, entre cuyos dedos mantenía un clavel amarillo. ¿Y por qué no sería rojo? El reportaje gráfico aparecía sin firma. Su belleza era incuestionable. Sin atisbos de pornografía. Pero armó un considerable escándalo. Hay que situarse en un país sometido hasta pocos meses atrás a una férrea censura franquista que había durado treinta y cinco años. Hasta el día 2 de septiembre de aquel 1976 Interviú sólo vendía una media de ciento cincuenta mil ejemplares. El semanario combinaba en sus páginas artículos de opinión, reportajes de escándalos financieros, otros de sucesos y fotografías con desnudos femeninos, de estrellas extranjeras del mundo del espectáculo o de promesas nacionales. Pero ningunas con una protagonista como Marisol, tan idolatrada. El semanario alcanzó la tirada de un millón de ejemplares; un récord en la prensa española. Y en posteriores décadas –por ejemplo en un número conmemorativo de los veinte años de la publicación- se imprimían de nuevo aquellas llamativas imágenes, acompañadas de un lírico texto de Francisco Umbral, del que recogemos unas líneas: "… los pechos de Marisol, glorioso exceso de acumulados abriles, el culo de Marisol, Stradivarius de los culos por su alabeado de Lolita nacional. Ella fue la imagen previa de la libertad, el dibujo fino y fuerte de la democracia venidera, la alegoría en cuatro tintas de lo que todos estábamos soñando sin saberlo".
¿Quién hizo aquellas fotos de Marisol desnuda? ¿Cómo, por qué, por sugerencia o a petición de quién? Aquí está la historia de aquel reportaje, obra de un magnífico reportero gráfico madrileño, César Lucas, que había pertenecido a la redacción del diario Pueblo. Por libre, trabajó para la agencia Cosmo Press, de donde le surgió la oportunidad de seguir a Julio Iglesias en alguna de sus giras, contratado por el ídolo. Fue en 1970 cuando recibió la petición de fotografiar a Marisol de una manera especial y no como en otras ocasiones en las que trabajó para ella en sus rodajes cinematográficos. El entonces primer marido de la estrella, Carlos Goyanes, pretendía lanzarla internacionalmente en el cine europeo, con la posibilidad de que fuera pareja de Alain Delon en una película de elevado presupuesto. Para hacer campaña promocional, antes de que se firmara contrato alguno, Marisol (de común acuerdo con su esposo) posaría desnuda y las fotos seleccionadas formarían parte de un "book" con destino a las productoras más importantes. César Lucas, a cambio de cincuenta mil pesetas, cumplió a la perfección su trabajo, realizado en una finca de la población toledana de Ocaña . La actriz contaba entonces veintidós años. Algún tiempo después, Goyanes, que no pudo conseguir los objetivos que pretendía, solicitó al reportero que le devolviera los negativos de aquel reportaje, lo que hizo de inmediato… pero guardando a buen recaudo un juego del mismo; el de las fotografías que, seis años más tarde, aparecieron en "Interviú", sin consentimiento de Marisol, ya separada de Carlos Goyanes y emparejada con Antonio Gades. ¿Por qué obró de aquella manera César Lucas?
Dos años atrás de que se publicara el escandaloso reportaje, César había convenido con Marisol en obtener la exclusiva del nacimiento del primer bebé que esperaba, fruto de sus relaciones con el bailarín. Con la anuencia de la futura mamá, el fotógrafo se trasladó al Mar del Plata. Allí, en la clínica Modelo, finalizando 1974, nació María Esteve Flores, la esperada hija de la actriz malagueña. De haberse producido el parto en España, tanto Marisol como Antonio Gades hubieran podido ser acusados de adulterio. Este último se negó a que César Lucas realizara la exclusiva convenida por éste con Marisol. Y el reportero no cejó hasta conseguirla. Le costó cuarenta y ocho horas encerrado en una furgoneta obtener imágenes de la recién nacida en brazos de una comadrona. Gades se enfureció al ver publicadas aquellas fotografías. Los denuestos hacia César Lucas son impublicables. ¿Quién se vengó de quién? Dos años después de ese incidente, aparecieron aquellos desnudos de Marisol. Que también dos años más adelante, en 1978, supusieron un proceso "por atentado a la moral y escándalo público" interpuesto por un juez barcelonés. César Lucas quedó absuelto. La sentencia determinó que si bien la actriz aparecía desnuda, era "en posturas de serena y estética naturalidad".