La infanta Cristina, tal y como publica Mariángel Alcázar en Lecturas, se encuentra a la espera de un verdadero "milagro" que le permita ir con su marido a Qatar. El emir sólo autorizaría el contrato si el Rey de España, su padre, intercede, algo que de momento no parece probable.
Una vez que se hicieron públicas las negociaciones para llevar a Urdangarín con Valero Rivera, el tema deportivo pasó a ser de estado. Y en el país árabe han decidido paralizar todo hasta que el palacio del emir lo autorice. Y el jeque Hamad bin Jalifa al Thani no decidirá nada hasta conocer la opinión de don Juan Carlos, que de momento y dada la tesitura de los recientes acontecimientos que atañen a la monarquía, no considera oportuno intervenir.
Sin la intervención del Rey, la posibilidad del matrimonio de empezar desde cero en Qatar se vendría abajo. De modo que la infanta está a la espera de que su padre obre el "milagro" e impulse de nuevo las paralizadas negociaciones.
Cristina está decidida a acompañar a su marido sea donde sea, todo ello a pesar del posible contenido personal de los correos de Urdangarín con los que amenaza Diego Torres. Con ambos por fin imputados en el devenir del caso Nóos, parece ser la única salida posible para una infanta acorralada por la Justicia y ninguneada por su propia familia.
Las negociaciones con los países árabes, expone Lecturas, son siempre difíciles y todavía no ha perdido la esperanza. De modo que la pareja se encuentra a la espera, abriendo la posibilidad de que Cristina no se desplace de inmediato al país, como estaba previsto, sino que lo haga una vez se desbloqueen las negociaciones.
La de Qatar se trataba de la solución perfecta para el matrimonio y el entorno familiar. Tanto para ellos, como también para sus hijos, que cada vez sobrellevan peor el proceso que están viviendo sus padres. Su difícil situación en Barcelona ha hecho que sea imposible permanecer allí y por eso el frenazo a esta posibilidad ha llenado de preocupación a la infanta.