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Katy Mikhailova

¿Disney o la pluma de Esponja?

Decían algunos sociólogos, sobre esta cuestión, que los “clásicos Disney” promulgaban el machismo. No entiendo nada.

Decían algunos sociólogos, sobre esta cuestión, que los “clásicos Disney” promulgaban el machismo. No entiendo nada.
Pocahontas, un personaje Disney

Las princesas de Disney vuelven a estar de moda debido a una exposición de vestidos de alta costura, diseñados por grandes diseñadores internacionales, que salen a la venta por 3000 libras en la Casa de subastas Christie’s. Pero, ¿por qué gustan tanto esas muñecas?, ¿cómo y por qué han marcado a dos generaciones prácticamente los Clásicos de Disney? y ¿qué hay realmente detrás de tanta canción, colorines y princesitas?

Tras ver los vestidos me vinieron a la mente tantísimos clásicos Disney que veía una y otra vez en mi infancia. Con especial cariño –yo que soy de los 90- guardo en mis recuerdo a Pocahontas, quien, en la segunda parte –que salió unos años después de la primera-, le "ponía los cuernos" a John Smith, ese chico rubio, valiente a quien defendió ante sus padres, arriesgándose a ser desterrada de sus tierras por elegir amar a un hombre blanco. La ‘tía’, tan pancha, al viajar a Londres en la segunda parte, se va con otro. Desde luego, esa sí que era una mujer de esas que le dan a todo sin importarle nada. ¡Una mujer moderna! Si Pocahontas viviera hoy, lo mimo hasta protestaba a favor del aborto con las ‘tetas’ al aire.

Decían algunos sociólogos, sobre esta cuestión, que los "clásicos Disney" promulgaban el machismo a la par de la idea de la colonización –véase el caso de Pocahontas o Tarzán-. No entiendo nada. Esto me recuerda a aquel concejal izquierdista de Mijas que solicitaba que la calle no se llamara Avenida del Descubrimiento por "implicaciones políticas de ideología españolista excluyente que tiene para su ‘grandeza’ y megalomanía un concepto como el del descubrimiento, que oculta la limpieza étnica que llevaron a cabo los españoles". Si no vieron el vídeo y tienen ganas de reírse un rato, se lo recomiendo.

También hay otra tendencia imperante. Y es que hay ya típicos tópicos que perviven en el imaginario social español y de los que abusan muchas mujeres, a falta de no haber encontrado a "ese" hombre. "Los príncipes azules siempre se convierten en ranas" dicen, sin darse cuenta de que a lo mejor ellas son sapos grotescos y anti-femeninos; y el problema no siempre reside en susodichos príncipes sino en que ellas son extremadamente exigentes con su pareja ideal sin tan siquiera intentar mirarse a ellas mismas. Puede ser también que a lo mejor es que no saben ni a quién meten en sus camas, y en el amanecer compartido con un extraño se ilumine la verdad.

Pues yo soy de las que piensan que los clásicos Disney inculcaban grandes valores: el respeto, la honestidad, la humildad, la evolución de las personas, la toma de conciencia… Y no como el Bob Esponja ese que tiene más pluma que cerebro. Que sale un estudio de la Comisión Nacional sobre asuntos de la defensa moral de Ucrania que asegura que Bob Esponja es gay y ya Prisoe y todos sus hijitos se escandalizan y se lanzan a movilizar al sector de la izquierda de este país. Claro que los ucranianos no están para dar lecciones de moral después las locas esas con los pechos al descubierto subiéndose a pasarelas a protestar, o intentando boicotear la Eurocopa que ganamos en 2012.

Desde luego, y como bien decía el sabio Juan Pablo II, "la estupidez es un don de Dios, pero no hay que abusar de ello". Yo añado que la estupidez es un lujo que no me puedo permitir; pero, por desgracia, veo que abunda.

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