Telecinco inauguró el pasado lunes la decimocuarta temporada de Gran Hermano con unas importantes cifras de audiencia, a pesar del intento de boicot de Ratzinger, que anunció ese mismo día su renuncia al Papado. La cadena tenía previsto lanzar la presente edición este otoño, pero finalmente ha decidido adelantarlo unos meses relevando a Mercedes Milá de sus labores de denuncia ciudadana.
Aunque algunos se refieren a él como telebasura, Gran Hermano es un experimento sociológico de muchos quilates en el que podemos ver a una fiel representación de la juventud española desenvolverse en un entorno controlado. Eso es, al menos, lo que viene asegurando la Milá desde hace casi quince años, y nosotros no vamos ahora a llevarle la contraria. De hecho, es nuestro deseo contribuir a esmaltar la relevancia académica de este programa mediante el análisis de las biografías y aspiraciones profesionales de los catorce participantes de esta edición. Con ello queremos demostrar que, en efecto, Gran Hermano es el reflejo exacto de lo que puede llegar a dar de sí "la juventud más preparada de la Historia de España".
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Álvaro. El primer concursante por orden alfabético es gestor cultural, denominación ciertamente ambigua que él mismo se encarga de acotar explicando que se dedica a montar exposiciones por toda España. Exposiciones de arte contemporáneo, además, porque Álvaro ha sido tocado por los dioses con el don de "ver la belleza allí donde nadie más la ve", como por ejemplo en unos anclajes para aparcar bicicletas, cuyos volúmenes y juegos de sombras le tienen entusiasmado. Apasionado de las expresiones artísticas más novedosas, Álvaro entró en la casa de Gran Hermano y, sin esperar instrucciones, se tiró desde la pasarela a la que lo habían subido. La performance le ha costado la fractura del los dos húmeros y una operación de la que se recupera en estos momentos. Mercedes Milá sostiene que el accidente fue consecuencia de que llevara puestos unos calcetines amarillo fosforito, argumento que habrá servido de mucho a la compañía de seguros a la hora de determinar de quién es la responsabilidad última del tremendo castañazo.
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Iván. Imitador de artistas. El bueno de Iván es un admirador confeso de John Travolta, Michael Jackson y Miguel Bosé, no necesariamente en ese orden. De Jackson dice que fue para él como su padre (lo juro). En cuanto a su fascinación por Bosé, afirma contundentemente que está "boseído" (lo juro también). Su exigente profesión, que desempeña en los locales más afamados de la costa valenciana, no le impide fungir de bailarín y profesor de danza cuando surge la ocasión. Pretende llevar a la casa de Gran Hermano la Fiebre del sábado noche y la brillantina de Grease, pero pide por favor que no lo llamen friki.
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Juan Carlos. A sus 26 años, es portero de fútbol y trabaja dos horas diarias en un comedor escolar. Juan Carlos tiene un problemilla en el habla que le provoca cierto tartamudeo cuando se pone nervioso. Como le pasa lo mismo a su padre y a su hermano, ha llegado a la conclusión de que se trata de un problema generacional. Nosotros hubiéramos pensado tal vez en un origen genético, pero como los responsables de Telecinco han dado por buena su versión, lo dejamos así. A pesar de que la casa de Gran Hermano no es precisamente Lourdes, ni siquiera un gabinete de logopedia, Juan Carlos cree sinceramente que el programa le va a ayudar a solucionar por fin sus problemas de dicción.
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Kristian. Tiene 27 años y la melena de un león del Masai Mara después de perseguir durante tres horas a una gacela Thomson especialmente cabrona. Un espectáculo, el pelazo de este chaval, "un chico guapo, con mucho estilo y muchas cosas en la cabeza", nos informa Telecinco. Debajo de esa pelambrera Kristian tiene su materia gris, dedicada fundamentalmente a los cómics, la guitarra y los tatuajes. Entrenador de fútbol de un equipo infantil, su incuestionable ambición profesional le impide descartar a priori la entrada en el muy competitivo mundo del tatuaje de nalgas y bíceps, actualmente un sector económico en plena expansión.
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Argi. Del mismo Bilbao. Es una de las pocas antropomorfas de esta temporada que aspira a tener una titulación universitaria, aunque quizás sea prematuro asegurarlo, teniendo en cuenta que está en el primer curso de la carrera. Por cierto, un año académico que va a tirar por la borda a causa de su participación en el Experimento Sociológico, algo que no parece angustiarle en demasía. La buena de Argi estudia Arquitectura, carrerón de gran pujanza en la Zona Euro desde 2007, como es bien sabido. Le encanta atiborrarse de comida rápida.
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Dani. Almeriense. 31 años. Acabó los estudios de Educación Física e incluso ejerció de profesor, pero abandonó su prometedora carrera en el claustro para convertirse en DJ, que es como se conoce ahora a los pinchadiscos. Ha publicado varios álbumes de una especie de ritmo conocido como progressive house (o como se llame), que compone, graba y edita en su casa, prueba de que los requerimientos acústicos y técnicos para estas melodías no son tan exigentes como la música sinfónica. Tiene un programa de radio y una novia que está encantada con él. De momento.
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Giuls. A pesar del nombre es una chica. De Ibiza por más señas y origen francés, lo que otorga al grupo antropomorfo de este año cierto aroma cosmopolita. Giuls es relaciones públicas, como todo el mundo en Ibiza, por otra parte. Ahora está en paro, pero suponemos que en verano sus servicios encontrarán acomodo en cualquiera de los exigentes garitos de la isla, en los que el puesto de relaciones públicas no está reñido con servir gintonics y, eventualmente, darle un limpión al local. Le gusta disfrutar de "todos los placeres de la vida" y afirma estar "abierta a todo". Será la primera que expulse la audiencia de Telecinco, por zorrón.
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Igor. Donostiarra, jugador de hockey sobre patines en la liga francesa, separado y con un hijo, lo que no está mal para sus 28 añitos. Igor vive en Francia por su profesión pero también "por sus mujeres", porque el muchacho confiesa ser muy, muy mujeriego.
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Lorena. "Un huracán", según su propia definición. La valenciana Lorena, de 31 años, es "estilista de uñas" en su propio establecimiento, donde, gracias a ella, sus clientas adquieren grandes dosis de felicidad y "estabilidad" (sic). Sufre un, digamos, importante sobrepeso que, afortunadamente, ha integrado en su personalidad para que no sea un obstáculo en sus relaciones (más allá del meramente físico en determinadas circunstancias, nos aventuramos a señalar). Le encanta el arroz que le prepara su yaya y los bailes latinos.
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Miriam. Superviviente del naufragio del Costa Concordia. Sostiene que esa trágica experiencia le hizo cambiar por completo "su perspectiva vital", razón por la cual decidió entrar en Gran Hermano. Aterra pensar qué perspectiva vital tenía la criatura antes de que el capitán Schettino provocara el desastre para haber tomado ahora tan peculiar decisión. Tiene 24 años, es peluquera y este verano se casará con su novio, para lo cual ya ha cursado la oportuna invitación a David Bisbal. Vía Twitter, claro.
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Noelia. Según la web de Telecinco, cuyo cuidado para no influir en las decisiones de la audiencia es proverbial, es "una niña pija, malcriada y caprichosa", pero, eso sí, "risueña y simpática". Estudia Magisterio y su papá no le niega ningún capricho, como debe ser. Es una amazona experimentada que compite en concursos de hípica. Está obsesionada con el color rosa y su mejor amigo es su caballo, aunque su coche es "un caprichín" y también lo quiere un montón.
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Racky. Según Telecinco, "una chica de barrio". Si hemos de creer a los responsables de la web de la cadena, Raky es una chica natural, sincera, algo bocazas y "fresca" (suponemos que en el sentido menos malo del término). Raky es asesora. No de una multinacional para asuntos fiscales, sino de un puesto de venta de móviles, de tal forma que la buena de Raky se pasa el día asesorando a los clientes sobre qué terminal adquirir. Es capaz de encender un mechero o poner el coche en marcha utilizando exclusivamente los pies, lo que abre un abanico de posibilidades durante su estancia en la casa de lo más sugestivo. Sueña con ser actriz.
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Sonia. Nos topamos con la segunda concursante que consigue acabar una carrera universitaria y la primera que la ejerce, pues Sonia es odontóloga en activo. Su familia está forrada, para qué vamos a decir otra cosa. Tiene una consulta con su madre y su hermano (también odontólogos), consulta que, según ella, ha conseguido montar "después de muchos años de sacrificio". Teniendo en cuenta que tiene 26 años y que la carrera no pudo acabarla antes de los 23, no parece que la instalación de la consulta sea el logro de toda una vida de esfuerzos y penalidades, pero no seremos nosotros los que destrocemos su bonito relato. Está soltera y le gusta sacar a la gente "la mejor de sus sonrisas".
- Susana. Murciana de pura cepa, con todo lo que eso lleva consigo. Tiene 22 años y estudia Administración y Dirección de Empresas, aunque confiesa no tener ni idea de por qué eligió esa carrera. Bueno sí, "por eliminación", explica con una sonrisa. Es una chica muy solidaria que colabora con su madre en una asociación de ayuda a los discapacitados. Está "abierta a nuevas experiencias" e informa, como dato a tener en cuenta, de que en estos momentos no tiene novio.
Pinchadiscos, asesoras de ventas, relaciones públicas ocasionales, estilistas de uñas, peluqueras, entrenadores de fútbol infantil, jugadores de hockey, imitadores de artistas, dos estudiantes y una odontóloga componen el ramillete de personalidades que Telecinco ha metido en una casa con más cámaras y micrófonos que el restaurante La Camarga del PSC. Todos ellos son la foto fija de "la juventud más preparada de la Historia de España". Para que haya todavía quien se atreva a poner en duda los beneficios prácticamente inabarcables que viene produciendo la Logse desde hace más de dos décadas ya.