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Stas Radziwill

El porno duro del nacionalismo vasco

Al PNV no le gusta que los ciudadanos ni los estudiantes en el País Vasco sepan la contribución de los vascos a la Historia de España.

La pasada semana tomé un vuelo Madrid-Nueva York y en uno de mis paseos por los pasillos de la aeronave me fijé en una mujer que, sentada detrás de mi, leía ensimismada el libro estrella de la temporada, 50 sombras de Grey. El texto del libro es explícitamente pornográfico y describe las perversiones sexuales de un joven y exitoso hombre de negocios adicto al sadomasoquismo.

La lectora en cuestión respondía al nombre de Begoña Lasagabaster. Esta exdiputada de Eusko Alkartasuna en el Congreso fue durante años fiel esbirro anti español de Ibarreche y de esa próspera comunidad de bienes de origen místico, adicta al poder y al dinero público que fue la coalición EA-PNV. Siempre dispuesta a poner el yugo y la venda en los ojos a los ciudadanos de su comunidad, esta obediente caniche de Garaicoechea cumplía con creces su misión de insultar y dividir a los españoles en sede parlamentaria, antes de cruzar la carrera de San Jerónimo para a irse a dormir a la lujosa suite del hotel Palace que le pagábamos los mismos españoles a los que minutos antes había despreciado. 

Begoña nos insultaba con la chulería de quien se sabe millonario o por lo menos el chulo del barrio. Muy del estilo de Anasagasti y de Olavarría. Estilo que creíamos exclusivo del legado de Sabino Arana hasta que llegó ese beneficiario de una cuenta opaca de 2 millones de euros en Liechtenstein llamado Arturo Mas y, con sus maneras de chulo de piscina municipal (con permiso del investigado por Hacienda y "Campeon" Oriol Pujol) nos recordó quién manda aquí.

El caso es que Begoña  cogió el gusto a que los españoles le costeásemos una vida de lujo y hoy en día se solaza en las Naciones Unidas en Nueva York, que le paga un sueldazo libre de impuestos con el dinero que España previamente entrega a la ONU. De este dinero solo una exigua parte proviene del País Vasco, por obra y gracia del cupo vasco. No estoy en contra ni mucho menos de que los vascos representen a España en misiones en el exterior, en especial en EEUU. Prueba de ello son las docenas de nombres vascos que a lo largo de la Historia han prestado sus servicios a la corona en este lado del Atlántico. Pienso en Juan de Oñate, introductor en el s.XVI del caballo en América, o en Diego de Gardoqui, primer embajador de España ante George Washington en los recién independizados Estados Unidos de América. Areilza y Oyarzábal completarían esta lista ya en el siglo XX.

El problema es que ni los ciudadanos ni los estudiantes en el País Vasco saben quiénes son estos señores ni la contribución de los vascos a la Historia de España porque a esta señora, a su partido y al PNV no les da la gana. No les dejan saber quiénes son ni de dónde vienen. Sencillamente se lo han ocultado robándoles una parte de su historia, secuestrando su identidad. Eso sí que es sadomasoquismo y porno duro y no lo que lee Begoña, absorta, en sus vuelos a Nueva York.

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