Parece que Planeta ha hecho una selección de los diarios, una pena porque sería mucho más divertido ver sus diarios completos, para así poder ver el ascenso culinario-social del personaje. Las sensaciones que le causó emparentar con todos los Figueroa, lo orgulloso que se sintió cuando su hijo compitió con un Alba a caballo, o sus impresiones durante los tres años en que era la tercera institución en las cena de gala de Palacio. Andrés Trapiello crítica mucho a Agustín de Foxá porque en sus diarios se habla demasiado de comida. Sería divertido ver cómo Bono fue mejorando su tren de vida escalón a escalón hasta acabar haciendo vida de señorito del barrio de Salamanca. Una lástima que Balmoral cerrara porque allí habría encontrado su retiro espiritual.
Aunque hace bien Bono en publicar diarios y no memorias. Las memorias son un género más difícil, con menos hueco a la espontaneidad, el chascarrillo y la gracia fácil. Las memorias son el testimonio que se deja sobre lo vivido con todas las limitaciones que tenga el personaje, no solamente hace falta "haber estado ahí", sino tener esa lucidez para dejar un testimonio que, aunque siempre parcial, sea interesante. Hablando en plata, me temo que a Bono le falta estar un poco más leído y viajado.
Publicar libros con ventilador -a una edad de recolocación- y en busca de algún cargo relevante es complicado. Antes de empezar a leer ya sabes lo que va a poner: él ha sido el ingenuo de la política que entró para servir a los demás en aras de la igualdad, de la parte más oscura del felipismo no sabía nada, le parece mal pero entonces existía Razón de Estado y por supuesto Aznar era un mediocre que no tuvo mérito en la recuperación económica del 96. Una crónica de la historia oficial de Ferraz.
Hablará de la prosperidad en Castilla-La Mancha cuando la región está devastada y vive de las migajas de Madrid. Con una caja quebrada, el nombre del pobre Don Quijote en cada esquina y un aeropuerto fantasma de 3.000 millones como síntoma de la corrupción autonómica. Por último, seguro que también pondrá algún detalle para dárselas de monárquico faltoso, de esos que se atreven a decirle al monarca lo que piensa sin achantarse. Un poco como las de Mario Conde y sus Días de Gloria, escrita de forma artificial para relanzar su maltrecha imagen ante las amas de casa, que para eso ambos estaban solteros.