Ayer, una vez más, asistimos a un duelo de fe contra esperanza, de creencias en el más allá contra embelecos retóricos para el más acá. Ayer hablaron Arenas y Chaves. Se confrontaron otra vez la creencia contra la contumacia en el engaño. Fe vacía contra esperanza terrenal. Arenas volvió a demostrar que es un hombre de fe y Chaves de "esperanza" en lo real. Aunque la fe es propia de la madurez, de gente que ha pasado y sufrido lo suyo, no es muy rentable en la política cotidiana. Más aún, mientras que ni la fe, ni ningún discurso que tenga que ver directamente con la plática bíblica del "Sermón de la montaña", dan éxitos en la política, la esperanza bien manejada "argumentativamente" por los poderosos, como es el caso de los socialistas, asegura mayorías para décadas.
Cuando Arenas dijo que el culpable del chivatazo a los etarras del caso Faisán es el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, pensé que el PP se tomaría en serio el asunto, es decir, no sólo se personaría como una parte en la causa judicial abierta para averiguar las responsabilidades de tal tropelía contra esa operación policial, sino que también ya habría pedido la destitución del ministro a través de todas la vías institucionales existentes. Por desgracia, Arenas y los suyos aún no han sido capaces de morder al Gobierno con perseverancia ante ese atentado del Gobierno contra la democracia. Creo que Arenas yerra el tiro al esperar, como si de un asunto de fe se tratara, que alguien en el PSOE consiguiera hacer caer al omnipotente ministro del Interior. No digamos a Rodríguez Zapatero, a quien también Arenas ha pedido la dimisión. Arenas se queja plañideramente y dice: "Por menos que lo ocurrido en el caso Faisán, en otros países, dimiten ministros del Interior". Vale.
Pero, por favor, ¿por qué Arenas no se informa de una puñetera vez de lo que hacen, en esos otros países, los partidos de la oposición para conseguir que un ministro sea destituido....? ¿Cuándo dejarán de decir los del PP: "Eso en otro país no sucedería"? El día que abandonen esos lloros que, dicho sea de paso, desfiguran la verdadera fe, estarán haciendo genuina política de oposición. Por el momento, el Gobierno va ganando y se permite incluso hacer de oposición de la oposición; ayer, por ejemplo, Chaves robaba ese espacio a Rajoy al repetir que Andalucía, España, no tiene otra esperanza que el socialismo de Rodríguez Zapatero. ¡Lo sabrá él que lleva engañando a los andaluces lustros y lustros con ese truco!
No hay razón, dicen los socialistas, para cambiar de lema. Es menester reiterar la consigna: "Jóvenes, viejos, en fin, ‘ciudadanos’ sin oficio ni beneficio, tengan esperanza en el socialismo". Éste lo resuelve todo. Andalucía, por ejemplo, tiene un millón de parados, pero no pasa nada; por el contrario, todos están agustito y calentitos con las subvenciones. Esta esperanza de vivir subvencionados eternamente es la que ha trasladado Rodríguez Zapatero al resto de España. Aquí no pasa nada. Aguantaremos lo que haga falta, pero todos sobreviviremos. Subiremos los impuestos, pero nadie se quedará sin un trozo de pan. No reformaremos el mercado de trabajo, tendremos más parados, etc... Pero esa es la "magia" o engaño populista del PSOE, mantendremos la esperanza en el socialismo. Es la que da votos y apacienta a la plebe.