Lo que ahora está en tela de juicio es si quienes defendemos que se use la fuerza contra los asaltantes de la democracia podemos seguir siendo buenos tipos.
No ha habido referéndum. Aquí no pasa nada.
Yo soy el presidente (mañana, ayer y hoy).
La cosa en Cataluña la tengo controlada.
Soy fuerte, soy enérgico, soy firme, soy Rajoy.
Se acaba de representar una especie de 'ensayo general con todo' de la verdadera independencia de Cataluña, que está por llegar, aunque haya salido de cuentas.
La mayoría de los independentistas reconoce que Pujol puso la primera piedra y construyó todas las estructura de Estado que requerían los nacionalistas para dar un golpe de Estado con posibilidades de éxito.
Las manifestaciones de odio a España en territorio catalán siguen creciendo, acaso porque, como bien supo ver Quevedo, la nuevamente rebelde Cataluña no lo es, al menos no en exclusiva, ni por el güevo ni por el fuero.