Se rien de esa parte de la sociedad que pretende seguir formando parte de España a pesar de los Puigdemones y Junqueros y hasta del propio Gobierno de la Nación.
Es una lástima que vayan tan sobrados. Porque esa tendencia suya, enraizada en un complejo de superioridad crecido en el desprecio, juega malas pasadas.
El populismo supone un cierto descrédito o cansancio de la democracia representativa, considerada una fórmula foránea o desvirtuada por los elementos oligárquicos.